En la historia de los pueblos se registran hechos que nos enorgullecen y nos enriquecen como sociedad, y en ese sentido consideramos a la recuperación de la democracia, que requiere su protección a través de la defensa de sus instituciones y la activa participación ciudadana.
Como así también, están aquellos como el recién vivido en nuestra Provincia, que no sólo debemos hacer público nuestro repudio, sino asegurar que nunca más sucedan, por la paz social.
El primero, nos devolvió la libertad, los derechos constitucionales y la primacía del bien común desde hace 30; el segundo afectó el tejido social, colocándonos en el caos y la indefensión.
No negamos que la apenada situación que Tucumán atravesó se enmarca en un difícil contexto político, económico y social, tanto a nivel provincial como nacional. Asimismo, que los actores involucrados son muchos; comprendiendo no tan sólo a los que pergeñaron los actos de vandalismo, sino también a los que antepusieron sus derechos sectoriales a los de la sociedad – que se viene reiterando incomprensiblemente – y a los que , por inoperancia o diferencias, no adoptaron las medidas para que ello no sucediese. Entre estos últimos, después de realizar un auto evaluación, podemos estar alcanzados, ya sea organizacional o individualmente, porque la democracia exige nuestra comprometida participación.
Nada justifica lo sucedido; lo cual reprochamos y repudiamos enfáticamente.
Como reflexión final, siguiendo la línea de pensamiento de quienes defienden y bregan la construcción diaria de nuestra nación, recuperando valores, refundando nuestros vínculos sociales, con libertad y madurez, en búsqueda de la justicia y la equidad, debemos comprometernos y asumir un gran de desafío de que siempre prime el bien común.