20 OCT 2014 La idea de que la economía argentina tiene dólares suficientes como para atravesar los próximos meses hasta el cambio de gobierno es una de las más difíciles de “venderle” a la opinión pública.
Pero Axel Kicillof, sin temor a ser objeto de críticas, asumió con entusiasmo el rol de portavoz de esa buena noticia.
Tanto que, a su regreso de la asamblea anual del FMI, dio una entrevista en la que declaró quehabía recibido varias ofertas de crédito para el país por parte de bancos internacionales.
Pero claro, en las entrelíneas de sus dichos puede leerse el verdadero estado de situación: lastasas o las exigencias para que se concreten esos créditos hacen que sea casi imposible que éstos puedan ser tenidos en cuenta.
“No es que el Gobierno argentino esté en contra del financiamiento externo, sino que elproblema son las fuentes, los usos y los condicionamientos asociados”, fue la frase con la cual intentó transmitir calma.
No es fácil el propósito que se fijó el ministro: mientras realizaba esas declaraciones, lasreservas bajaban hasta el nivel de u$s27.300 millones, al tiempo que los argentinosmostraban un renovado entusiasmo por comprar billetes verdes -con más de u$s350 millones adquiridos en la ventanilla oficial sólo en lo que va de octubre-.
La emergencia se hace más evidente cuando se compara las reservas en relación con el PBI. La Argentina tiene apenas un 4,9%, mientras que Brasil guarda en su Banco Central el equivalente al 17% y México el 15%.
“Combo” de preocupaciones
Es en ese contexto en el que, al mismo tiempo en el que Kicillof busca transmitir la idea de que el Gobierno no está desesperado por dólares, se adoptan medidas que apuntan en ladirección absolutamente opuesta.
Ya sea mediante regulaciones financieras o con presiones a empresarios, el objetivo principal del equipo económico es, en este momento, recuperar la calma del mercado cambiario y tratar de pasar un verano en paz.
La primera parte del nuevo plan ya está en marcha. Y tuvo como principal medida la suba de tasas de los plazos fijos, con la esperanza de desviar hacia colocaciones en pesos parte del ahorro que actualmente se canaliza hacia el dólar.
Al mismo tiempo, se reforzó una política represiva para la operatoria del “conta con liqui”, con el objetivo de que contribuya a bajar las expectativas devaluatorias y mantener la “pax cambiaria” por unos meses.
Por el lado de los importadores, el Banco Central redujo de 365 a 120 días el plazo para demostrar el ingreso aduanero en caso de pagos anticipados y adelantó que avanzará en una “revisión más detallada” de las operaciones cambiarias para el giro de fondos por repatriación de inversiones directas.
En este contexto, asegurar la calma veraniega se presenta como un objetivo difícil, habida cuenta de los antecedentes de los últimos años.
Además, en la estación estival se exacerba la tradicional “puja distributiva” que viene caracterizando a la sociedad argentina.
La propia Cristina Kirchner ya se adelantó a los hechos y advirtió que se está elucubrando unplan de agitación social para fin de año, que incluiría los clásicos saqueos y, como ingrediente fuerte, la desestabilización del mercado cambiario.
En cuanto a los saqueos, es posible que este año el Gobierno logre mantener la calma social. Por lo pronto, las cadenas de supermercados ya están coordinando acciones con los municipios y con los “punteros” políticos de las zonas más conflictivas con el fin de evitar la reedición de los desmanes.
Como contrapartida, en el plano cambiario, sí se corren altos riesgos de que el precio del dólar se convierta en un gran “animador” de la temporada veraniega.
Como remarcan los economistas, están dadas las condiciones como para que ello ocurra:
1. Aumento de la demanda de divisas por parte de argentinos que vacacionan en el exterior.
2. Mayor necesidad de dólares para la cancelación de deuda pública, lo que puede motivar un bajón adicional de las reservas.
3. Incremento de los pesos en circulación, por el efecto estacional de la mayor emisión del Banco Central, destinada a “bancar” gasto público.
4. Exacerbación del atraso cambiario, dado que ya está completamente “licuado” el efecto de la devaluación de enero pasado.
5. Reducción de la oferta de billetes verdes a su mínimo del año, por la poca liquidación de exportaciones y ante la negativa de los productores rurales a desprenderse de su stock.
6. La promesa del Gobierno de no devaluar, que genera la sensación de que hay que apurarse a comprar divisas o activos con precios dolarizados antes de una eventual corrección brusca.
Veranito caliente
Los pronósticos de los economistas no se caracterizan, precisamente, por su tono optimista.
“Mientras la emisión continúe a un ritmo elevado, el dólar blue y el contado con liquidación se van a tomar revancha en el corto plazo y todo va a volver a empezar”, vaticina Nicolás Dujovne, ex economista jefe del Banco Galicia.
Por su parte, el consultor Federico Muñoz califica la promesa de estabilidad cambiaria como de “temeraria”.
“La defensa del actual precio del dólar exigirá mantener las restricciones a las importaciones, con el consecuente daño al nivel de actividad y, aun así, propiciará una aceleración en la caída de las reservas”, afirma.
En tanto, José Luis Espert vaticina “un verano muy tenso” si el Gobierno “no lanza un plan antiinflacionario o no avanza en salir del default”.
De hecho, el único escenario en el cual los analistas admiten que se podrán evitar tensionescambiarias es en el de un regreso al mercado internacional de crédito.
“Hoy por hoy, con esta política, la Argentina se salva sólo si llega un tren cargado de dólares”, sostiene Martín Redrado, ex titular del Banco Central.
Seguro de cambio para comprar estabilidad
Kicillof, ajeno a estas advertencias y a los malos augurios, no parece muy dispuesto ni a recortar drásticamente el gasto, ni a facilitar un acuerdo con los “buitres” que contribuya a retornar rápido al mercado de deuda.
En cambio, el ministro prepara otras medidas con las que confía en poder atravesar el momento más caliente de falta de divisas:
1. Dólar cash por dólar linked
Entre las principales iniciativas, se cuenta un cambio en el perfil de deuda, que implica quegrandes empresas e inversores se desprendan de títulos dolarizados y los cambien por otros en pesos.
Más concretamente, lo que está en la mira es el portafolio de las compañías aseguradoras: se estima que hay allí unos u$s1.300 millones en bonos “verdes”.
Especialmente de Boden 2015, uno de los más utilizados en la operatoria del “conta con liqui”.
El objetivo del Gobierno es que se desprendan de estos títulos con lo cual -por efecto de una sobreoferta- se ayude a mantener “anestesiado” al mercado paralelo y permita achicar la brecha respecto del tipo de cambio oficial.
Claro que no es fácil convencer a estas entidades de pasarse a posiciones en pesos y quedarexpuestas al riesgo devaluatorio.
Es entonces cuando se produce una de las grandes paradojas del “modelo”: Kicillof está dispuesto a ofrecer una suerte de “seguro de cambio” con tal de mejorar el atractivo para las aseguradoras y comprar un rato de estabilidad.
Los nuevos bonos -con una emisión inicial de u$s500 millones- tendrán la cláusula “dólar linked” más una tasa de interés.
En otras palabras, el Gobierno da garantías de que si, a pesar de sus promesas, termina devaluando, entonces las aseguradoras recibirán un ajuste por dólar, más 1,75% de premio.
2. Bonos de Anses
Al mismo tiempo, se está cambiando el perfil en el portafolios de títulos en manos de laAnses con el objetivo de inducir a una baja del “conta con liqui”.
El verano pasado la entidad había tenido un rol protagónico vendiendo bonos durante las semanas de relativa calma previas a la devaluación.
El interrogante es si con estas medidas alcanzará para sostener el clima de tranquilidad, dadas las presiones que se acumulan en los próximos meses para las reservas del Banco Central.
3. Boden 2015
Surgen versiones sobre un intento de alivio en la cancelación de obligaciones financieras, básicamente por la vía de eludir el pago del Boden 2015 y canjearlo por un nuevo título.
“De esta forma utilizaría reservas sólo por u$s5.000 millones. Si el Gobierno logra un superávit de la balanza comercial de un monto similar, esto implica que el próximo año no debería enfrentar un escenario de fuerte pérdida de reservas”, observa el consultor Salvador Di Stefano.
Olfato del mercado
Claro que estas medidas no están exentas de costos y de riesgos.
Para Di Stefano, la estrategia implica “descapitalizar al Banco Central, al sistema financiero,vaciar de bonos en dólares a las compañías aseguradoras y pesificar el fondo de Anses”.
Las propias señales de los mercados marcan desconfianza en el éxito del Gobierno.
Una prueba de ello es que, contrariando lo que indica la teoría, hoy día rinden más lostítulos de corto plazo que los de largo, porque los inversores ven un mayor riesgo y nubarrones en los próximos meses que en los años venideros.
Al existir incertidumbre, caen fuertemente las cotizaciones de los bonos con vencimiento próximo, que son los más sospechados de incumplimiento.
En cambio, los de horizonte largo -como el Bonar 2024- no han sufrido esa desvalorización, porque se considera que con el paso del tiempo la situación política habrá cambiado y habrá más calma en el plano cambiario.
Silobolsas, si las medidas resultan insuficientes
En definitivia, Kicillof está decidido a dar pelea en las canchas de las finanzas públicas y de las expectativas.
Mientras tanto, sobrevuela en el ambiente la idea de que todo esto pueda resultar insuficiente y de que -si no se logra crédito externo- “no quedará otra alternativa” que echar mano a la soja guardada en los silobolsa.
De hecho, hasta analistas cercanos al Gobierno han puesto en duda que sea factible no chocar con una nueva turbulencia cambiaria. Como Horacio Rovelli, ex director de Políticas Macroeconómicas, quien acusa de ingenuidad a los funcionarios por creer que no habrá corridas contra el peso.
“Se cree que particulares y empresas actúan en forma racional (…) sin considerar que la economía es una ciencia social y que hay, dentro de los sectores dominantes, quienes hanapostado y apuestan al derrape cambiario”, plantea el ex funcionario kirchnerista.
En consecuencia, reclama que desde el Gobierno “se discipline duramente” a aquellos actores capaces de influir sobre el mercado cambiario.
En la misma línea se pronunció el último comunicado del grupo Carta Abierta, que reclama la intervención sobre los silobolsas de los productores sojeros.
Por lo pronto, el éxito del Plan Kicillof estará asociado (y condicionado) a la evolución de las reservas del Banco Central.
Según estima Jorge Vasconcelos, de la Fundación Mediterránea, seguirán cayendo a un ritmo cercano a los u$s200 millones por semana en promedio.
En paralelo, la emisión de deuda para sacar pesos del mercado obligará al Central a emitir $5.000 millones, sólo en concepto de intereses.
En consecuencia, pronostica que viene “una pulseada cada vez más tensa por las divisas remanentes entre el sector público y el privado”.
Sin crédito externo, aparecen demasiados frentes de tormenta como para asegurar un verano tranquilo y con “pax cambiaria” como la que desea y promueve Kicillof.
/fuente: iprofesional.com