01 OCT 2014 – 5 principios para cultivar el buen dharma, es decir, actuando correctamente y siguiendo las enseñanzas espirituales más elevadas.
1- Mediante el perdón: El perdón nos sana. Cuando perdonamos de corazón, comenzamos un proceso interno de sanación en el que nos liberamos de viejos rencores y rabias, y soltamos aquello que nos envenena.
2- Practicando la paciencia: Cuando la mente está en calma, todas nuestras acciones serán hechas desde esa tranquilidad.
3- Ejerciendo el control del cuerpo y la mente: Controlar los sentidos, lo que vemos, lo que comemos, lo que oímos y decimos.
4- Actuar con honestidad: Que las acciones sean consecuencias de un corazón puro derivado de una mente pura y eso se logra eligiendo pensamientos sanos para el mayor bien de todos.
5 – La ausencia de rabia: Las emociones bajas nos alejan del Ser. Cuando actuamos desde el enojo, las consecuencias serán adversas no sólo para nosotros sino para quienes nos rodean. Una mente dhármica siempre procura el servicio al mundo desde su interior, con una mente y corazón puros.
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Los seres humanos tenemos la libertad de actuar según sean nuestras creencias y son estas decisiones las que nos generarán buen o mal karma en nuestras vidas.
En la ley kármica nada está ya determinado, eso es bueno de saber, trae tranquilidad a las mentes perturbadas. Porque no importa el mal que hayamos hecho, siempre tenemos la oportunidad, a cada instante, de actuar de manera bien intencionada. El poder está en nuestras manos y a cada momento forjamos el presente y futuro con nuestros pensamientos y acciones.
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¿Cómo transformar nuestra mente hacia el dharma?
Seamos observadores de nuestra mente y aprendamos a distinguir entre los estados mentales que producen infelicidad y confusión y los que producen salud y bienestar.
Cuando elegimos pensamientos densos, de ira, venganza o de odio, a los únicos que perjudicamos es a nosotros mismos, causándonos descontento y frustración. Cultivar pensamientos virtuosos es el pase para una vida que se llame vida. El amor nos sana y nos libera de toda aflicción.