12 FEB 2014 – Mientras el Gobierno prioriza la estabilidad del tipo de cambio y el cuidado de las reservas, las monedas de los principales socios comerciales, con el real a la cabeza, siguen debilitándose frente al dólar. Analistas advierten por los crecientes riesgos para la industria nacional y exportadores.
Para el mercado el futuro de la política monetaria que llevará adelante el Gobierno se presenta como una verdadera incógnita, al menos si se analiza el discurso del titular del BCRA, Alejandro Vanoli.
“No tengo una matriz, regla o fórmula que me indique hacia dónde llevar el dólar“, afirmaba el funcionario en diciembre.
“No se puede ganar competitividad mediante una devaluación”, señalaría tiempo después.
“Vamos a administrar la política cambiaria para que vaya manteniendo la competitividad, pero sin saltos bruscos“, terminó reconociendo luego, para agregar que iba a haber una actualización “muy gradual” en la cotización del billete verde.
Más allá de estas ambivalencias, enero dejó una idea de la hoja de ruta que está tomando el Gobierno respecto del dólar: la divisa trepó unos 10 centavos, la mayor suba desde el mes de agosto. Sin embargo, esta variación, del orden del 1%, fue prácticamente la mitad del índice de inflación para ese mismo mes.
Bajo la óptica de la consultora Economía & Regiones, la administración kirchnerista ya marcó el rumbo de la estrategia cambiaria: “Con la estabilidad financiera como principal objetivo, el dólar cuasi fijo es la principal herramienta para desacelerar la inflación y así mantener a raya las expectativas de devaluación y preservar las reservas; incluso asumiendo el costo implícito de deteriorar el nivel de actividad”.
El problema es que este plan de apostar por la estabilidad terminó por hundir completamente la competitividad cambiaria en relación con los principales socios comerciales de la Argentina.
En efecto, según cálculos de Elypsis, nunca antes desde la salida de la convertibilidad, es decir, en cerca de 13 años, el país había registrado un nivel de tipo de cambio en términos reales tan desventajoso como el actual.
En diálogo con iProfesional, Luciano Cohan, economista de la consultora, confirmó que “la relación respecto a la canasta de monedas de las naciones con las que comercia nuestro país, considerando inflación, está en los niveles más apreciados desde el fin del 1 a 1″.
Es decir que no sólo se perdió todo el efecto del salto cambiario de enero de 2014, sino que, en términos prácticos y por el efecto de la elevada inflación local, ya no quedó absolutamente nada de aquel “colchón” que dejara la megadevaluación de 2002.
El siguiente cuadro permite observar cómo la competitividad cambiaria se terminó evaporando, a punto tal que hoy registra el peor nivel en más de una década.
Un tipo de cambio muy apreciado, en términos reales (es decir, considerando la suba general de precios), es sinónimo de una economía cara para exportar bienes y servicios.
Esta variable ayuda a entender por qué, a partir de 2011 por ejemplo, las empresas de call center emplazadas en el mercado interno destruyeron casi 20.000 puestos de trabajo, para pasar a crear nuevos empleos en países con mayores ventajas en términos de monedas, como Chile, Uruguay o Colombia.
Además, el agravamiento de la pérdida de competitividad llevó a que, según Marcelo Elizondo, ex director ejecutivo de Fundación ExportAr, la Argentina concluyera 2014 con el mayor déficit en la balanza de servicios de la última década.
Paralelamente, según Cohan, la apreciación cambiaria es una de las grandes causales del deterioro de la balanza comercial, es decir, el saldo entre las compras y ventas al mundo de bienes, que el año pasado apenas alcanzó lo u$s6.700 millones, el peor nivel desde 2001.
Además, para el economista, el deterioro de esta variable “fue uno de los condicionantes que llevaron a que las exportaciones estén totalmente amesetadas y nunca se haya podido superar el récord de 2011″, cuando los envíos al exterior alcanzaron los u$s84.000 millones.
Desde la consultora Delphos Investment, advirtieron que la pérdida es de tal magnitud que el actual tipo de cambio -a poco más de $8,50- no es ni la mitad del que se necesitaría para recuperar el nivel de competitividad que había en 2013.
Este salto del billete verde que debería convalidar el BCRA si quisiera recuperar el terreno perdido en manos de la inflación implicaría un depreciación cinco veces mayor que la que tuvo lugar en 2014, un movimiento inviable por el explosivo efecto que esto tendría en los precios y en el poder adquisitivo.
Un “ancla” en plena guerra de monedas
Desde la consultora Economía & Regiones destacaron que lo primero que juega en contra de la estrategia de mantener el dólar cuasi fijo es el contexto internacional, “que nos afecta negativamente porque las monedas de nuestros principales socios comerciales y competidores se devalúan contra la divisa norteamericana”.
El siguiente cuadro permite apreciar cómo la competitividad cambiaria de la Argentina (en línea azul) frente al dólar pasó a ser la peor de la región, tras haber estado en el “podio” en enero de 2014:
El agravante es que las carrera devaluatoria se da en países como Brasil, Chile o México, “que tienen una inflación de entre el 3% y el 6% anual“, frente a un índice de precios en el plano local que este año podría estar por encima del 30%.
“En pocas palaras, con dólar cuasi fijo, la pérdida de competitividad se duplica, porque nos encarecemos en dólares mientras que nuestros socios y competidores comerciales se abaratan en esa misma moneda”, completaron desde la consultora.
Según Miguel Ángel Boggiano, director de Carta Financiera, “en 2014 la Argentina se volvió un 34% más cara en dólares. Pero si se tiene en cuenta que la divisa en los últimos doce meses se fortaleció un 15% en el mundo, entonces esto significa que estamos un 50% más caros que el año pasado“.
“Si somos tan dramáticamente más caros que antes, van a entrar muchos menos divisas por la balanza comercial”, advirtió el analista.
Así las cosas, para Leonardo Chialva, economista de Delphos Investments, el plan oficial de seguir insistiendo con el atraso del tipo de cambio, agravará el panorama especialmente para las empresas exportadoras, con fuerte incidencia de mano de obra”.
Brasil le marca la cancha al BCRA
En un contexto de fortalecimiento de la moneda estadounidense en el mundo, el Banco Central no sólo tiene la lupa puesta en la evolución del billete verde a nivel global. El principal foco de preocupación ahora está en lo que viene sucediendo con la moneda de Brasil, país que explica casi el 25% del comercio total de la Argentina.
Durante los últimos años, la llegada masiva de capitales a la nación vecina había provocado una fuerte apreciación del real, lo que le dio cierto oxígeno al BCRA porque le permitía “disimular” los crecientes problemas de competitividad de la economía doméstica.
Sin embargo, en los últimos meses, la moneda brasileña inició un inesperado rally descendente, lo que está dotando de mayores ventajas a los exportadores de manufacturas de ese territorio, a la vez que desalienta las importaciones desde la Argentina.
Este panorama se agravó en las últimas semanas: en lo que va de 2015 el real se depreció cerca de un 8%, alcanzando el valor más bajo en la última década, lo que le mete más presión al BCRA por el efecto que esto tendrá en las exportaciones nacionales.
Para Vanoli no es un dato menor que el tipo de cambio entre el peso y el real, considerando la inflación en ambos países, arroje la peor relación desde la salida de la convertibilidad (ver gráfico).
Para Boggiano, el nuevo salto del dólar en Brasil, “está forzando a la Argentina a una devaluación”.
“Entre 2010 y 2013, Brasil recibió en promedio el 21% del total de nuestras exportaciones. Con un peso prácticamente inamovible, los envíos hacia nuestro principal socio comercial se verán seriamente afectados”, advirtió el economista.
“Esto implica que, sumado a la pérdida de competitividad que está sufriendo Argentina, un quinto del ingreso de dólares al país por comercio exterior está teniendo una nueva presión a la baja por la devaluación de nuestro vecino”, recalcó.
Boggiano agregó otro dato clave y que no pasa desapercibido para las empresas locales: Brasil finalizó 2014 con un déficit de la balanza comercial luego de 14 años consecutivos de superávits. Esto está obligando a la administración de Dilma Rousseff a tomar medidas.
“¿Qué significa esto? Que el país que más nos compra, ahora tiene sus propios problemas y nos comprará menos“, apuntó el economista.
Una muestra del complejo panorama que atraviesa y el impacto que puede tener en la economía argentina se pudo ver en enero pasado: las exportaciones de la industria automotriz hacia ese destino se desplomaron un 71% respecto al mismo mes de 2014, luego de haberse enviado apenas 5.100 vehículos nacionales frente a los 17.600 del año anterior.
Para los analistas, este nuevo escenario marcado a fuego por un real muy debilitado significará un fuerte condicionante para la estrategia de Vanoli, que está apostando por mover el tipo de cambio muy de a poco para no fogonear la inflación, aun a costa de resentir la actividad industrial.
Bajo la visión de Chialva, la administración kirchnerista “no tiene ningún incentivo para devaluar. Si pretendiera recuperar competitividad en serio, entonces el salto del dólar que debería convalidar sería muy elevado y esto tendría un costo político enorme para un Gobierno que estará entregando el poder en pocos meses”.
El economista de Delphos Investment agregó que “la razón por la cual el Ejecutivo ve más riesgos que ventajas es porque cada vez que se toca el tipo de cambio, se resiente el poder adquisitivo de la gente y la confianza de los consumidores se derrumba, como sucedió en enero del año pasado, una medida que generó mucho ruido entre los particulares y que no sirvió para mejorarle la ecuación a las empresas exportadoras”.
/fuente: iprofesional.com