No convenció a casi nadie: para los tributaristas, economistas y hasta algunos funcionarios, el cambio anunciado ayer en Ganancias tendrá un efecto efímero e insuficiente.
Así lo expresaron a la nacion anoche un grupo de analistas que no podían entender por qué el Gobierno no optó por modificar el mínimo no imponible o las escalas del impuesto, tal como lo reclaman desde hace varios años sindicalistas, políticos, la AFIP y entidades especializadas.
En Economía la respuesta fue contundente: “Fue el camino más progresivo y equitativo posible según la decisión tomada por la Presidenta con el ministro. El mínimo está en un nivel razonable y el cambio de escalas hubiera tardado demasiado a través del Congreso”, explicó una fuente de la cartera a la nacion. De inmediato, les restaron trascendencia a los enfrentamientos con otros ministros (como Carlos Tomada, de Trabajo) por el tema salarial.
Por otro lado, juraron que hubo “total coordinación” con el jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, para instrumentar la medida. Sin embargo, en el organismo fiscal hubo total sorpresa por el camino elegido -Echegaray fue informado del tema recién ayer por la mañana por Kicillof-, ya que tenían en mente otras soluciones más integrales y admitían que la vía elegida apenas emparchará este problema impositivo. Entre los tributaristas, el presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires, Humberto Bertazza, expresó: “Hay que retocar todo el impuesto; esto que se adoptó es una solución de coyuntura por las urgencias políticas. Además, técnicamente no es lo recomendable que no sea un cambio anual, pero tampoco es un criterio novedoso, lamentablemente”.
En tanto, el presidente del Instituto Tributario, César Litvin, dijo que “hay que ver si esto es un analgésico o un antibiótico; para curar esta enfermedad se requieren tres cosas: una recomposición de los mínimos, un sistema de actualización automática de los mínimos vinculado a los salarios y una actualización de las escalas progresivas, que debería estar multiplicado por 12, ya que el límite del 35%, que ahora está en $ 120.000, debería estar en $ 1,5 millones”. Litvin, socio del estudio Lisicki, Litvin & Asociados, afirmó que “si se mantienen las mismas escalas, este cambio se diluirá en poco tiempo, se evaporará la medida, y la mejora en el consumo será mínima”.
En el mismo sentido opinó el director de la consultora ACM, Maximiliano Castillo. “Esto ayudará a un segmento, pero no va a volcar todos estos recursos al consumo; no lo veo con un efecto dinamizador importante. Esta medida trata de atender el reclamo gremial mostrando una actitud de que el Gobierno está haciendo algo. Responde más a una decisión de economía política”.
Por otro lado, Castillo sostuvo que “como hacen los cambios por resolución y no se corrige el impuesto en forma global, todo el impuesto se hace más complejo y distorsivo. Las deficiencias del cambio rozan lo impresentable”.
La directora del estudio Bein, Marina Dal Poggetto, indicó que “esto no cambiará la situación del consumo; lo que la cambiará es el cierre de la paritaria y, después de ésta, mucha gente volverá a quedar dentro del pago del impuesto; lo ideal hubiera sido manejarse racionalmente”.
La economista jefe de la Fundación Capital, Gabriela Nudel, opinó que el anuncio “no soluciona problemas de base en el diseño y la aplicación del impuesto y no es más que otro parche para este momento”.
En cuanto al impacto en el consumo, Nudel dijo que “el segmento elegido puede tener algo de consumo retrasado y puede que este alivio en la carga tributaria no se vaya todo al mercado del dólar blue“.
En cambio, el economista de la corriente oficialista La Gran Makro Agustín D’Attellis afirmó que “este cambio puede provocar un efecto positivo sobre el consumo, al generar un aumento de 5 o 6% en el salario de los trabajadores; es una señal importante de parte del Estado en medio de las paritarias y profundiza la progresividad del impuesto, al menos en el corto plazo”.
/fuente: lanacion.com.ar