Nota escrita por Arquímedes Carrizo para Diario Clarín
Azúcar, alcohol, limón, cereales, legumbres y oleaginosas, entre otras. Las producciones agropecuarias y agroindustriales tucumanas, comercializables internacionalmente, tuvieron durante 2022 un comportamiento declinante, continuando con la tendencia negativa de los últimos 10 años.
Cluster sucroalcoholero
la producción de azúcar cayó un 3,70 % respecto a la zafra 2021 y la de bioetanol se redujo un 1,40% en el año 2022 respecto al anterior. La cantidad de caña bruta molida, en la zafra 2022, fue 14,52% menor a la de la zafra 2014, la mayor de la última década.
Las exportaciones de azúcar, de todo el país, se redujeron en el 2022 versus 2021 un 29,75% pasando de 337.447 a 237.066 toneladas. Las ventas externas de alcoholes y azúcares orgánicos mermaron un 33,35% y un 40% en el mismo período.
El azúcar de caña perdió, en los últimos 10 años, alrededor del 25% de su participación en el mercado interno de edulcorantes domésticos.
Este pobre comportamiento en lo productivo contrasta con otros indicadores operativos y de mercado positivos que tiene el clúster:
1. En la primera década de este siglo este clúster (con un tipo de cambio de mercado y menor presión impositiva) era ubicado por el (departamento de Agricultura de Estados Unidos, USDA por su sigla en inglés) junto al grupo de países más eficiente a nivel mundial, posición que perdió en la segunda década por el impacto negativo de los cambios en la política fiscal y cambiaria.
2. Desde el año 2000, el precio mundial del azúcar dejó de lado sus dos características más negativas del siglo XX: los precios de dumping y la altísima volatilidad de precios.
3. La puesta en marcha de los programas de energías renovables, en todo el mundo, absorbió los excedentes del edulcorante, y habilitaron una herramienta más para optimizar sus precios en el mercado doméstico e internacional.
4. En los últimos tres años el precio internacional saltó un 71%, luego de un interesante ciclo de recuperación previa entre el 2000 al 2019.
5. La demanda mundial de azúcar creció, producto del mayor consumo en China, la India, países africanos, Oriente Medio, y otros países del Lejano Oriente, los cuales incorporaron cientos de millones de consumidores a este producto.
6. El azúcar argentino tiene a su alcance, en los países limítrofes, una potencial demanda de 800 mil toneladas, como así también de 300 millones de litros de alcohol si consideramos a los países sudamericanos del Pacífico.
7. Con los azúcares orgánicos, nuestro país pudo alcanzar niveles similares al de los otros mayores exportadores a nivel mundial, posición que se está perdiendo en los dos últimos años.
8. La Argentina es un eficiente productor de bioetanol, y tiene un mercado internacional con precios muy interesantes. Con adecuadas regulaciones podría cuadruplicar la producción actual y cubrir la potencial demanda interna en la mezcla con nafta, comenzar el expendio como alcohol hidratado combustible, y ventas al mercado mundial. Esta mayor producción agregaría importantes aportes al cumplimiento de las metas de reducción de carbono asumidos por Argentina.
El precio del bioetanol, fijado por Secretaria de Energía, valuado a dólar libre, alcanza los US$0,34 por litro, mientras el precio internacional oscila entre los US$0,60 a US$0,70. El Gobierno, desde hace varios años fija un precio cercano a la mitad del de mercado y sustancialmente menor al que correspondería según la Ley de Biocombustibles. Esta política llevó a una reducción en la producción y que algunas, empresas evalúen abandonar el programa. En 2022 las importaciones de nafta (que podrían ser sustituidas por bioetanol) costaron, en promedio, US$1,44 el litro CIF.
Argentina podría emular al programa Proalcol de Brasil, el cual abastece alrededor del 17% de la matriz energética de ese país, sin recibir subsidios del Estado.
9. La producción de energía eléctrica renovable, en los ingenios azucareros, está estancada por problemas del sistema regulatorio, fiscal y cambiario vigente, no obstante tener un potencial productivo muy importante. Con un contexto económico racional, los ingenios azucareros tucumanos podrían realizar las inversiones en equipamiento necesario, y aportar al sistema eléctrico argentino más de un tercio del consumo actual total de la provincia.
Clúster de cereales, legumbres y oleaginosas
Estos productos triplicaron su producción, en la primera década del siglo XXI, respecto a la década anterior, alcanzando las 1.425.000 toneladas en 2011. Los productores solo se montaron en el contexto favorable de precios externos, cambiario y fiscal existente en esos años.
Posteriormente, este pico productivo declinó, afectado por los cambios en la política cambiaria y fiscal, para lograr solamente 588.616 toneladas en 2013. En 2018 y 2019 la cosecha se recupera hasta las 1.325.999 toneladas, producto de una mejora en el tipo de cambio real y menores retenciones, pero en 2020 vuelve caer hasta 915.780 toneladas por contextos económicos domésticos inadecuados.
No obstante los altos precios de 2021 y 2022, los productores no lograron recuperar los niveles productivos potenciales, ubicándose en un nivel de un tercio debajo del mismo. La cosecha 2022 fue de 914.555 toneladas y se ubica un 4,78% abajo de la anterior.
Producción de limón
No existen estadísticas oficiales confirmando la producción en el año 2022. Hay estimaciones de que entre 150 a 300 mil toneladas no se cosecharon de un total esperado de 1.800.000. También hay informes del descepado de 6.500 hectáreas de plantaciones, superficie superior al 10 % del área plantada en la provincia, síntoma visible de la desesperanza de los productores.
En el año 2022 las exportaciones totales del complejo limonero tucumano aumentaron, respecto al año anterior, un 7,05% en divisas y un 4,40% en volumen, no obstante los bajos precios.
La superlativa competitividad de este clúster permitió que entre el quinquenio 2016 a 2020 y el de 2001 a 2005, la producción de limón creciera un 33,09 % y el área plantada un 23,40 %.
Las exportaciones totales del clúster fueron en 2013, 2018 y 2022 de 492,9, 698,9 y 497,4 millones de dólares, respectivamente.
Desde hace cinco años los principales competidores de Argentina (Turquía, Sudáfrica y España) han aumentado su producción, lo que provocó un alza en la oferta y una reducción persistente en los precios internacionales. Entre 2022 y 2016 los precios de tres de sus productos más importantes cayeron: a) los limones frescos un -46,79 %, b) los jugos concentrados un -42,73 % y c) los aceites esenciales un -12,19 %.
Otras producciones
El tabaco, el arándano, la frutilla, la palta, la papa, etc., han padecido el estancamiento o la caída en sus niveles de producción, en el curso de la última década. No hay nuevas inversiones, al contrario, muchos productores están abandonando en forma lenta y progresiva su actividad. Entre 2010 a 2022 el stock de empresas en marcha, en Tucumán, se redujo en 1.149 unidades.
Indicadores globales de Tucumán
Los resultados de esta década decepcionante se pueden observar también en otros indicadores de la economía provincial:
a) El Producto Bruto estimado para el año 2022 sería similar al del año 2016.
b) El producto per cápita tiene un nivel similar al de 2006 y se ubica entre los dos más bajos del país.
c) El empleo privado ha caído en la pandemia y no ha recuperado aún el nivel pico alcanzado en 2018.
d) El empleo público aumentó en más de 20.000 agentes desde 2018.
e) Los sueldos estatales son mayores que los privados en monto y beneficios sociales.
f) El empleo estatal fue en 2022 el 44,74% del empleo total registrado, superior al de otras provincias y país.
g) El empleo informal se sitúa en el 55%.
g) La recaudación impositiva provincial y el gasto público aumentaron en moneda constante en 2001 y 2021, un 238,10 % y 226,50 % respectivamente, mientras el PBI solo aumentó un 67,46 % en el mismo periodo.
Hipótesis sobre la causa de los problemas
Las organizaciones empresarias, el gobierno provincial y la clase política local, aparentemente no tienen un diagnóstico claro (o no quieren explicitarlo públicamente) acerca de las causas de este más que preocupante cuadro. Ya que observaron impávidos, durante una década, el declive inexorable de las producciones locales, competitivas a nivel global, creyendo que lo que estaba ocurriendo obedecía a un proceso “exógeno inexorable” sobre el cual no teníamos ningún control.
La confusión es mayor aún, pues en la primera década del siglo XXI estos sectores tuvieron un comportamiento productivo muy exitoso, con positivos resultados económicos y una competitividad elogiada a nivel internacional en algunas producciones.
2008, el año en el que cambió la tendencia
Si me pregunto acerca de las causas que provocaron la decadencia que sufren las producciones tucumanas, las otras economías regionales y las agropecuarias del resto del país, recreando la frase usada por al presidente Bill Clinton, me respondería: ¡Estúpido! “Esta crisis es el resultado casi exclusivo de las políticas cambiaria, fiscal, de control de precios, y de transferencias de ingresos entre los diferentes sectores de la sociedad, instauradas por el Estado argentino desde 2008.
Los productores no han dejado de ser competitivos, al contrario, siguieron mejorando y apostando a su actividad. Y los mercados externos siguen siendo más que atractivos, pero esto no alcanzó para compensar el impacto negativo de la intervención del Estado”.
Tucumán no solo sufre la caída en las producciones actuales sino que está perdiendo el tren de su futuro desarrollo económico al no poder aprovechar las excelentes condiciones de los mercados internacionales del presente siglo.
Nuestro país tiene términos de intercambio externos de bienes muy favorables. los índices que calcula el INDEC y la CEPAL lo muestran claramente. Estos subieron un 67,68 %, entre los años 2000 y 2022, mientras que los Índices de Precios de Exportación lo hicieron un 151,31%. Y son comparables a los que tenía el expresidente Perón en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Con este contexto externo positivo, el sector sucroalcoholero de Tucumán y el NOA podría repetir y aun superar la expansión económica que tuvo en las primeras décadas del siglo XX, no solo con la producción de azúcar y alcohol, sino con múltiples productos derivados de la sucroquímica, la alcoquímica y biobasados.
Lamentablemente, a partir de 2008 se instauró un modelo de desarrollo por el cual el Estado se apropiaba de los ingresos de los sectores agropecuarios y agroindustriales más competitivos de Argentina. Recursos que se transferían al Gobierno Nacional, a los importadores, otras industrias y los consumidores.
Para lograr estos objetivos el Gobierno tuvo como herramientas favoritas el “atraso cambiario”, las “retenciones a la exportación” y la política fiscal. El atraso en la actualización del dólar oficial en relación a la inflación interna es en realidad un impuesto no aprobado por el Congreso de la Nación, que avanza en la propiedad privada de los afectados. También impacta seriamente en el funcionamiento de la economía ya que provoca un cambio en los precios relativos de la economía que generan importantes transferencias de ingresos entre distintos sectores de la sociedad.
En realidad, el nivel de atraso cambiario es administrado por el ministro de Economía y el presidente del Banco Central, quienes actúan como “emperadores romanos”, y tienen el poder de arruinar o hacer rentable un sector de la economía, mejorar o empeorar el nivel de vida de una provincia o sector de la población.
Frenos e incentivos
Este contexto político-económico frena las inversiones locales y extranjeras, y simultáneamente incentiva:
a) inversiones en actividades en las que Argentina no es competitiva (como las industrias de maquila) y que dependen de subsidios,
b) la importación de bienes que son producidos eficientemente en el país,
c) una mayor evasión fiscal y
d) las oportunidades de corrupción en el Estado.
De hecho, los productores de bienes exportables, en estos últimos dos años, han estado cobrando la mitad o menos del ingreso a que tienen derecho tanto en sus negocios de exportación como en sus ventas en el mercado interno, mientras sus costos aumentan en dólares oficiales afectando sus competitividad externa y doméstica. Después de todas estas exacciones, el productor de ingresos debe asumir los costos del oneroso sistema fiscal argentino.
Recursos desviados por la política cambiaria y fiscal
Este “modelo de desarrollo heterodoxo populista”, vigente desde 2008, podría ser descripto mejor usando parte de la teoría de “Deterioro en los Términos de Intercambio Externo”. Esta fue un aporte del economista tucumano Raul Presbich, desde la CEPAL, buscando describir en forma cuantitativa el impacto de los subsidios a la producción y restricciones a la importación de materias primas impuestas por USA, la EU y la URSS, después de la Segunda Guerra Mundial. Políticas que distorsionaron el mercado mundial de commodities y bajaron sus precios, hasta fines del siglo XX.
En nuestro país las zonas urbanas constituidas por CABA, la provincia de Buenos Aires y las provincias patagónicas, integran lo que describiremos como el centro de Argentina, con 23,30 millones de habitantes. Llamaremos periferia al resto de provincias con 22,74 millones de personas. Ambas regiones pagan por los productos agropecuarios y agroindustriales exportables precios inferiores a los de mercado, ya sean consumidores o empresas.
Ahora bien, con este modelo, el centro, que concentra la producción de servicios e industrial destinados al mercado interno, pudo vender la mayoría de los bienes y servicios que produce en ambas regiones, a valores iguales o superiores a los de mercado, y dispuso de servicios públicos, a valores substancialmente inferiores al de mercado y al que pagan los habitantes de la periferia, con subsidios del Gobierno Nacional. Es importante destacar que las regiones que integran el centro tiene un ingreso per cápita superior al de la periferia en un 145,61 %, pero entre las provincias más ricas del centro y las más pobres de la periferia la desigualdad es superior, un 235,20%, de acuerdo a estimaciones de PBI per cápita de provincias de 2022.
De los últimos 30 años, en pocos de ellos las divisas extranjeras tuvieron un mercado libre y un valor de mercado. En la mayoría del tiempo imperó el “atraso cambiario”, las “retenciones a la exportación”, el aumento en la presión fiscal hasta duplicarse, y otras regulaciones para los productores, las cuales provocaban: distorsiones que afectaban en especial a las producciones exportables.
Sería importante cuantificar los términos de intercambio entre las provincias, en los últimos 30 años, para conocer en forma más exacta en qué medida cada una de ellas ha sido castigada o beneficiada por este paradigma.
Para 2023 es difícil esperar cambios en el funcionamiento de la economía, más bien visualizamos la profundización del paradigma heterodoxo populista y un empeoramiento en los indicadores económicos y sociales, en especial para las provincias que integran la periferia.
https://www.clarin.com/rural/centro-periferia-terminos-intercambio_0_CCk5sJ9fie.html