17-FEB-2014 El camino a la profesionalización no es sencillo. Está lleno de marchas y contramarchas, frustración, pérdida de oportunidades. No todas las empresas pasan de la etapa fundacional a la etapa profesional. En algunos casos ocurre porque ciertas pymes no se lo plantean.
Por ejemplo, la panadería de mi barrio, seguramente como la del tuyo, está gestionada ya por la tercera generación familiar y permanece en la primera etapa, sin ninguna intención de profesionalizarse.
Sin embargo, muchos empresarios desean mejorar su firma por distintas razones: para sostener el crecimiento, para poder seguir compitiendo, para vender la empresa, para mejorar su propia calidad de vida, entre otras cuestiones.
Aunque profesionalizar no es tan sencillo, según los resultados de un estudio que realizamos en 314 pymes de la región, 64% de ellas está recorriendo el momento de transición en el que, a veces, permanecen años y años, independientemente de su tamaño, nivel de facturación y cantidad de empleados.
Pero, ¿cómo avanzar con paso seguro hacia la profesionalización? Para dar este salto el empresario tiene que avanzar en tres dimensiones: la estrategia; la gente; la información y los procesos. Las tres dimensiones deben estar alineadas para avanzar hacia una gestión profesional.
Este proceso debe desarrollarse de manera coherente, ya que una decisión en una de ellas afecta las restantes, lo que conlleva a la necesidad de una adecuación o cambio.
A menudo, los empresarios comienzan a avanzar en un campo y no en los demás. Ésta es una de las causas de los avances y retrocesos en las firmas.
En síntesis, en qué se debe avanzar en cada una de las tres dimensiones:
1. Estrategia
En la etapa fundacional la empresa carece de plan estratégico. La estrategia está en la cabeza del dueño. En la etapa profesional los planes estratégicos se resumen en objetivos que involucran tiempos y responsables. Esto permite al empresario delegar actividades sin perder el control de la empresa.
a. Planes estratégicos: una dirección clara y compartida. Aparecen metas y objetivos.
b. Nuevas formas de gobierno. Proceso de decisiones en grupo. Las reuniones.
c. Información compartida.
d. Aparece el rol de marketing.
e. Rol protagónico del área de administración y finanzas.
2. Gente
La gente que acompañó al dueño desde el comienzo y que colaboró con el éxito del emprendimiento, quizá ya no sea la adecuada para la nueva fase. La etapa profesional requiere la incorporación de profesionales a cargo de las distintas áreas funcionales, así como cambios en la estructura de la organización.
a. Nueva estructura con mayor especialización. Roles claros para todos.
b. Equipo gerencial.
c. Estandarización del proceso de selección.
d. Gestión del desempeño: meritocracia.
e. Premios y reconocimientos.
f. Desarrollo de líderes.
g. La función de recursos humanos.
3. Información,
procesos y tecnología
La descentralización de las decisiones y la delegación requieren de una nueva forma de gestionar la información. Antes todo estaba en la cabeza del dueño o en las planillas de Excel de los colaboradores. En la etapa profesional, sin embargo, se necesita información útil y pertinente para un proceso de toma de decisiones que abandona su carácter puramente intuitivo para centrarse en los datos.
a. El reino de los presupuestos.
b. Métricas e indicadores para monitorear avances.
c. Información clave compartida y disponible.
d. Sistemas de gestión que permitan tener mejor información.
El principal obstáculo en este proceso de transformación no es el dinero ni la falta de financiamiento; ni el contexto macroeconómico ni el clima de negocios.
La gran barrera en el camino a la profesionalización es, fundamentalmente, el mismo dueño. La construcción de una empresa profesional implica dejar de hacer muchas de las cosas que lo llevaron a ser exitoso y comenzar a ocupar un nuevo rol. El proceso de profesionalización del negocio es también una transformación de su dueño.
/ fuente: http://comercioyjusticia.info