21 abril 2016.- El elefante es un animal pesado, muy difícil de mover, que puede volverse peligroso por sus dimensiones. La imagen se asocia con frecuencia al tamaño que adquirió el gasto público argentino, un animal al que todos coinciden que hay que domar cuanto antes aunque no siempre queda claro cómo hacerlo.
En su nuevo número que ya está en los kioscos, la revista Apertura, líder en economía y negocios, se metió de lleno en ese desafío: desentrañar qué se puede -y qué no se puede- recortar para que el gasto público alcance un nivel sostenible. Porque los expertos consultados comparten que el desequilibrio llegó a un límite que obliga a actuar con urgencia, sin postergar las soluciones.
En 2016, el Sector Público Nacional (SPN) cerró el año con un déficit financiero de $ 474.786 millones.Esto es equivalente al 6,9% del Producto Bruto Interno (PBI) según los economistas privados. En tanto, durante 2015 el desequilibrio había sido de $ 225.636,8 millones, de acuerdo con las estadísticas de la Oficina Nacional de Presupuesto dependiente de la Secretaría de Hacienda de la Nación. Esto puede reflejar que el déficit siempre estuvo presente a lo largo de la historia reciente pero los especialistas marcan una diferencia y es que hasta 2008, el gasto público consolidado (Nación, provincias y municipios) se movió en una banda en torno al 30% del PBI. Y desde entonces, la curva empezó a trepar hasta tocar un pico de 47% en 2014 y ubicarse hoy en 45,6%, de acuerdo con datos de la consultora Econométrica.
La contrapartida de ese tamaño fue el aumento de la presión tributaria consolidada en los tres niveles de gobierno, que saltó del 20% en 2003 al 33% en 2016, con un récord del 34,6% en 2015, de acuerdo a los datos publicados en un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
“Desde 2009, la Argentina tuvo una de las políticas fiscales más expansivas del mundo, detrás de China. Se pasó del superávit primario al déficit. Y nunca más se recompuso la situación”, resume para Apertura Ramiro Castiñeira, economista Jefe de Econométrica, uno de los especialistas en cuentas públicas consultado por la revista.
“La foto del gasto muestra un alto grado de rigidez”, observa en la misma nota Walter Agosto, investigador principal de Política Fiscal de Cippec, como puntapié a la complejidad que presenta el problema.
Entre seguridad social, intereses de la deuda y remuneraciones del Estado, dice, -todos, ítems inflexibles- se llevan el 55% de los desembolsos. La porción de la torta sobre la que se podría operar, agrega, son los subsidios a energía y transporte y las transferencias discrecionales a provincias, que representaron un 5% del gasto en 2016. Es decir, solo un 28% de la masa de recursos.
“Eficientizar el gasto en algunas áreas puede ayudar a reducirlo pero no resuelve el tema fiscal. Habría que hacer una tarea fenomenal para que tenga impacto sobre el déficit. Sería ir a fondo sobre cuentas muy chicas”, coincide por su parte Fernando Marengo, economista Jefe y socio de Estudio Arriazu.
Cómo se distribuye el gasto hoy y cuál fue la evolución de cada rubro en el último año. Por qué los especialistas afirman que para resolver el desequilibrio hacen faltan reformas profundas y acuerdos políticos. Cuál es el rol de las provincias y qué ocurre con los sistemas previsional e impositivo en ese debate son algunos de los puntos que aborda la nota de tapa de Apertura. La estrategia del Gobierno y hasta cuándo es sostenible el endeudamiento externo para cubrir el bache fiscal.
Fuente: / cronista.com.ar