10-SEP-2013 Las complicaciones de la economía brasileña impactan en la Argentina por dos vías: el tipo de cambio y el intercambio comercial.
Todavía faltan 288 días para que la pelota comience a rodar en el Mundial, pero los argentinos ya miran a Brasil con preocupación. Y no precisamente por motivos futbolísticos: la lenta recuperación económica está lejos de devolverle la alegría a los brasileños y las renovadas dificultades que enfrenta el principal socio comercial de la Argentina amenazan con impactar en la economía local.
Sinónimo de crecimiento en la región en la última década, la hoy séptima economía del mundo viene mostrando señales de deterioro desde 2012.
A la creciente inflación y a las luces amarillas en las cuentas públicas, se suma la lucha del gobierno de Dilma Rousseff por detener la precipitada caída del real ante la masiva huida de los inversores de los mercados emergentes hacia destinos más seguros.
Así las cosas, la falta de dinamismo del gigante verdeamarelo podría afectar la recuperación de las exportaciones argentinas -encabezada por una industria automotriz que ya se ajusta el cinturón- , mientras que la depreciación de la moneda brasileña surge como un real dolor de cabeza para la ya alicaída competitividad de la economía doméstica.
Al menos así lo entienden los expertos consultados por El Cronista WE que analizan el complejo período que atraviesa la economía brasileña.
Desde la consultora Ecolatina, señalan que pese a los diversos paquetes de estímulos oficiales, “la tendencia de bajo crecimiento no sólo se ratifica sino que las expectativas de mercado volvieron a recortar las tasas de desarrollo previstas para este año y, más importante aún, para 2014”.
Al respecto, la tasa de crecimiento de Brasil prevista para 2013 comenzó el año en 4% y actualmente se ubica en 2,5%, según las expectativas que reveló la semana pasada el ministro de Hacienda, Guido Mantega. En tanto, según estimaciones privadas, las proyecciones de expansión para el 2014 cayeron de 3,8% a 2,5% en lo que va del año.
Para Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI y ex titular de la Fundación ExportAr, “Brasil arrastra problemas de crecimiento desde el año pasado y si bien los principales economistas brasileños creen que la recuperación está en marcha, su previsión de crecimiento en torno al 3% para 2013 es menor a lo que dio en sondeos anteriores”.
La inflación es otro de los problemas que estuvo en el centro de la escena durante el primer semestre del año.
“La suba de precios volvió a preocupar después de sobrepasar en marzo pasado el techo de la meta de inflación, que es de 6,59%. Por tal motivo, el Banco Central brasileño tuvo que elevar las tasas de interés de referencia, luego de haber permanecido siete meses en mínimos histórico”, sostiene Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de Ecolatina, sobre las medidas aplicadas desde el Palacio del Planalto ante una inflación que se acerca peligrosamente al límite establecido, lo cual también recorta las posibilidades de crecimiento.
En cambio, para Dante Sica, titular de la consultora Abeceb.com, el panorama del principal socio comercial de la Argentina no luce tan oscuro. “Si bien es cierto que se trata de una economía que está traccionando poco, lo cierto es que todavía cuenta con niveles de consumo y de empleo alto”, señala el economista. Recién llegado de disertar en Brasil, comparte su diagnóstico con WE: “Lo primero que encontré entre los empresarios es una expectativa negativa mucho más fuerte de la que quizás los números reflejan”, comenta Sica respecto a la dura posición que viene sosteniendo el sector empresarial, en especial el influyente bloque paulista, frente a la presidenta Rousseff.
El clima de incertidumbre en el gigante sudamericano se potencia por los desacoples entre los principales conductores de la política económica. “Hay mucha desconfianza con respecto a la política económica. En especial, no lo veo como un ministro fuerte a Mantega”, opina Sica, especialista en el mercado brasileño, sobre los últimos desencuentros entre el ministro de Hacienda con su par en la cartera de Industria, Fernando Pimentel, y con el presidente del Banco Central, Alexandre Tombini.
“El panorama es agridulce”, sintetiza Elizondo. Y agrega: “El impacto de la crisis internacional y el proceso de ajuste de stocks en la industria fueron determinantes para el resultado de la economía el año pasado. A pesar de eso, el país generó 1,3 millones de puestos de trabajo formales y el desempleo alcanzó el nivel más bajo de la serie”.
Preocupación real
Sin embargo, a la creciente presión inflacionaria y al deterioro de las cuentas corrientes, en los últimos meses se agregó una preocupación adicional que traspasa las fronteras y tiene alcance regional: la abrupta depreciación del real.
En agosto la moneda brasileña traspasó el umbral de los 2,40 reales por dólar, y acumula en lo que va del año una depreciación del 19% que lo llevó a niveles similares a los de la crisis financiera internacional, allá por fines de 2008.
Para apaciguar a los inversores, el Banco Central de Brasil debió intervenir con fuerza en el mercado de divisas y frenar la caída. La semana pasada anunció un ambicioso programa de intervención diaria hasta fin de año para moderar la volatilidad cambiaria. El inédito plan, que asciende a 60.000 millones de dólares, ya surtió efecto: la moneda brasileña se recuperó de su piso más bajo en cuatro años hace dos semanas (2,45 reales) a los 2,32 que registró el cierre de ayer.
El derrumbe de la moneda brasileña, sostienen los expertos consultados, obedece tanto a factores internos como externos. “Por un lado, por lo que ocurre en el mundo en general, el dólar se aprecia y los países emergentes ven reflejado eso en depreciaciones”, señala Elizondo. “Pero por otro lado, en Brasil la inflación y el crecimiento desacelerado actúan como desincentivo para las inversiones extranjeras”.
En la misma línea, Sigaut Gravina sostiene que “la pérdida de valor del real está relacionada con elementos exógenos tales como el posible retiro de estímulos en los EE.UU., lo cual sin duda generó cierto temor en los mercados financieros internacionales. Eso, sumado a factores endógenos, como el mayor deterioro de la cuenta corriente, explican la fuerte depreciación de la moneda brasileña que llegó a acumular casi 20%”.
En la visión de Dante Sica, está claro que el país vecino no está devaluando, sino que está depreciando el real. Así lo explica: “Brasil no está devaluando. La moneda no se deprecia por una decisión de política económica sino porque hay movimientos de capitales que responden al cada vez más cercano fin de la súper liquidez”.
Impacto criollo
Como sucede históricamente, cualquier signo de agotamiento del gigante sudamericano proyecta una sombra sobre la Argentina, su principal socio en América latina y que destina el 20% de sus exportaciones a Brasil.
Aunque en distintos grados, los economistas consultados coinciden en que la depreciación del real reduce la competitividad de las exportaciones argentinas y mejora la posición de los productos brasileños para ingresar al mercado doméstico. Y todos apuntan al sector industrial, con las automotrices al tope del ránking, como el más perjudicado.
Para Sica, a diferencia de otros tiempos, “actualmente el impacto de la depreciación del real en la Argentina está más controlado para el mercado interno pero luce complicado para los exportadores, sobre todo los industriales”. Y agrega: “Lo que sucede es que hoy por hoy el efecto del real está más limitado porque aquí el comercio exterior está intervenido”.
En otras palabras, por más competitivos que se vuelvan los productos verdeamarelos, la barricada aduanera de la Secretaria de Comercio que encabeza Guillermo Moreno pone cierto resguardo a los productores locales.
Por su parte, desde Ecolatina alertan que en lo que va del año el tipo de cambio real bilateral entre Brasil y Argentina cayó 10% (-24,3% por debajo de principios de 2012). Y si el real se estabiliza en torno de 2,4 por dólar, el deterioro de la competitividad con nuestro principal socio comercial cerraría 2013 con una caída del 12%. “Brasil era una isla de competitividad cambiaria, ya que el súper real moderaba la pérdida cambiaria”, ilustra Sigaut Gravina.
Uno de los sectores que más sufre la brasildependencia es el industrial. Con más del 85% de su exportaciones con destino brasileño, las automotrices ya se ajustan los cinturones de seguridad. Además, maquinas y aparatos, plásticos, químicos, partes y repuestos son otros ejemplos de exportaciones que pueden tener problemas por la depreciación del real, según la consultora DNI.
Si bien en los últimos años la Argentina había perdido competitividad con respecto al resto de América latina, contaba con la ventaja de que el real se apreciaba. Ahora, en cambio, la economía local enfrenta el posible fin del súper real. “Lo que los empresarios en la Argentina perdían por la competitividad del tipo de cambio lo compensaban por la apreciación del real. Ahora con un nuevo escenario en el que las monedas de nuestros socios comerciales se empiezan a depreciar, nuestras exportaciones sufrirán más la falta de competitividad”, resume Sica.
¿Juntos a la par?
Consultado por la conveniencia de que el gobierno de Cristina Kirchner decida acompañar con una devaluación del peso la caída del real, Sica opina que si se quiere mantener la paridad cambiaria, el efecto podría trasladarse a los precios. “En la medida que la Argentina quiera acompañar con una devaluación del peso la depreciación del real, seguramente vamos a tener lo que se llama inflación importada”, sostiene el titular de Abeceb.com
Por último, Elizondo advierte que la economía argentina tiene una alta inflación de costos y eso impide acompañar la evolución de la moneda brasileña. “Si la Argentina tuviese menor inflación podría acompañar a Brasil, pero tiene dificultades para reaccionar”, concluye. Fuente: El Cronista.