17 NOV 2014 La pérdida de poder de compra de los salarios es cada vez más evidente. Este deterioro se puede medir de varias formas. Y hay una que es contundente: con un sueldo promedio de la actualidad se compran menores cantidades de alimentos que los que se podían comprar en 2001. Esto ocurre porque los precios de los alimentos, de acuerdo con los registros oficiales y no sólo los privados, aumentaron más que el salario promedio de los trabajadores en blanco que informa el Ministerio de Trabajo.
Así, por ejemplo, en octubre de 2001 el sueldo promedio de la economía formal era de $ 880. Con esos ingresos se podían comprar 533 kilos de pan, que -según datos que el INDEC publicaba en esa época y ahora no lo hace- valía entonces 1,65 pesos.
Comparado con lo que ocurrió en octubre de 2014 se advierte el mencionado deterioro: el sueldo promedio ascendió a $ 10.900, pero el kilo de pan francés pasó a costar $ 23,51 el kilogramo, según datos de la Dirección de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires. Así, el mes pasado el trabajador promedio podía comprar 463 kilos de pan. Conclusión, en 2001 un trabajador promedio podía comprar 69 kilos más de pan francés de lo puede comprar ahora.Lo mismo pasa para la casi totalidad de los 65 alimentos que el INDEC informaba en 2001. Una excepción es la leche ya que ahora se pueden adquirir 91 litros más (ver infografía).
El cambio de fuente de información es obligado, dado que el INDEC dejó de difundir en 2008 la lista con los principales precios alimenticios. La medida fue adoptada en la época en que la medición de inflación quedó “intervenida” políticamente por funcionarios ligados al entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Lo que sucedió es que entre 2001 y 2014 el salario promedio aumentó 1.139% y el precio de la casi totalidad de los alimentos de ese listado mucho más. Por ejemplo, el kilogramo de pan francés se encareció un 1.325%, una diferencia de 186 puntos porcentuales que equivale a una caída de 14,1% en el poder de compra del salario medido en relación a ese producto.
La lista no termina allí, ya que está integrada por otros alimentos que también le ganaron con comodidad la carrera a la evolución del salario promedio. Por caso, el kilo de papas aumentó 52% más que el sueldo.
Este informe fue presentado anoche en el programa Periodismo para Todos, que conduce el periodista Jorge Lanata por Canal 13.
De acuerdo con un cálculo realizado por Nicolás Yasi, de Fundecos (Fundación Economia y Sociedad), ahora el trabajador promedio puede adquirir un 38% menos de cantidades de ese listado de productos que a fines de 2001, en medio de un momento más que crítico de la economía argentina.
Así las cosas, con la debacle de la convertibilidad, la devaluación, la pérdida de ahorros y el mayor desempleo, el poder de compra de los salarios cayó abruptamente con su secuela: mayor indigencia y pobreza. Fue un momento dramático en el cual los indicadores económicos y sociales marcaron sus peores registros.
Sobre esa base y ayudado por la mejora de los precios internacionales de exportación, a fines de 2002 se inició un proceso de recuperación económica pero que durante estos 13 años nunca superó la marca de 2001.
En especial, en el último año y medio la aceleración inflacionaria provocó un deterioro del salario real de más de 7 puntos y un freno a la creación de empleo. Y entre los sueldos más altos, impactaron en forma muy adversa las mayores deducciones del impuesto a las Ganancias.
Esta pérdida de capacidad de compra de los alimentos estuvo en parte compensada por el congelamiento de las tarifas de servicios públicos lo que permitió que las familias derivaran parte del dinero, que antes se destinaba a pagar las facturas de transporte, gas, luz o agua, a las compras alimenticias. Esta “ventaja” está reduciéndose por los fuertes aumentos aplicados a las tarifas de colectivos y a los servicios de agua y gas.
Los planes sociales, la Asignación Universal por Hijo, la jubilación por moratoria y el mayor empleo también ayudaron a que muchas familias pasaran a contar con un ingreso que antes no tenían. Y pudieran así financiar las compras alimenticias que son el principal rubro del gasto de los hogares. En promedio, los alimentos absorben el 33% de los ingresos de las familias, pero entre los que menos ganan trepa al 40% o más.
/fuente: clarín.com.ar