14-MAR-2014 Frente al desborde de los precios, los consumidores parecen haberse puesto a la defensiva. Y ya toman medidas drásticas para limitar sus gastos al mínimo, incluso en las compras de primera necesidad. Comerciantes de distintos barrios consultados por Clarín señalan que la gente está comprando “lo menos posible”. Pero también que ahora se vuelcan a las opciones más baratas, aunque eso implique resignar marca y calidad o desempolvar viejas costumbres típicas de momentos de crisis.
Hacer asado de paleta. Cambiar canelones por fideos. Pedir tres tomates, en vez de un kilo. Lavar la casa con cloro. Son algunos de los “rebusques” que empezó a explorar la clase media para hacer frente a una inflación que, según la Dirección de Estadísticas porteña y la mayoría de las consultoras, fue de entre 9,2 y 10% sólo en enero y febrero, y de hasta 13% en los alimentos.
En paralelo, las ventas en comercios tuvieron caídas del 3,8% anual en enero y del 6,5% en febrero, incluyendo el mes pasado un 3,8% de retracción en compras de alimentos y bebidas, informó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Eso, en cada negocio, se manifiesta de formas distintas.
En carnicerías, donde todo subió hasta 20% en enero, notan que cortes clásicos como asado, tapa de nalga, colita de cuadril y matambre pierden terreno frente a opciones como paleta, palomita y osobuco. “El que hacía un peceto en estofado ahora quizás usa paleta o roast beef. Y sale más carne picada, carnaza y cortes con hueso”, contó Alberto Williams, de la Asociación de Carnicerías de la Capital Federal.
En carnicerías de Caballito y de Liniers, además, destacaron que muchos hasta cambiaron la carne por proteína vegetal. “Viene gente y te pide soja, que está más barata. Antes eso no pasaba”, comentaron en locales sobre Ramón Falcón al 7200. “Me encanta hacer asado en casa, pero la carne está muy cara”, dijo Susana, clienta de una carnicería de Barracas. Por eso, reveló que con su marido empezaron a hacer asado con paleta, envuelta en aluminio: “Se condimenta bien y queda perfecto”.
Mientras, en frutas y verduras, la costumbre de pedir por unidad en vez de por peso, que Clarín había detectado hace seis meses, se profundizó. Ya lo hacen, por caso, casi todos los clientes del Mercado de San Telmo y del Mercado del Progreso, en Caballito. “Piden dos bananas, tres peras, cuatro ciruelas”, ejemplifican los vendedores. Lo justo y necesario.
Es un hábito que ahora también se expandió a panaderías, donde se hizo común escuchar frases como “dame dos flautitas y tres mignones” o “quiero $ 8 de pan”. “ Este año las ventas bajaron 15% en pan común y un 40% en facturas. También se venden menos panes especiales y masas secas”, lamentó Emilio Majori, de la Federación de la Industria Panaderil bonaerense.
En la misma línea, Gustavo Fernández Fugazot, titular del Centro de Fabricantes de Pastas Frescas de Capital Federal, comentó que en las últimas semanas aumentó la venta de fideos y cayó la de pastas rellenas, en especial canelones y lasagnas, más caras. “Antes no pasaba tanto, pero ahora muchos se paran a mirar la lista de precios. También preguntan más si pueden pagar en cuotas, incluso en compras de $ 200”. Y en el queso rallado, comerciantes notan que opciones costosas como el provolone o el parmesano perdieron terreno frente otras más baratas.
Los supermercados, desde luego, no están ajenos a la tendencia. Tras más de dos meses de estar “congelados”, los 194 productos del acuerdo de precios son casi lo único del súper que no aumentó. Y su demanda ya creció hasta diez veces, reconoció el Gobierno. Mientras, otro rebusque detectado por Clarín fue que, en lácteos, si muchos compraban leche en cartón o yogures en potes individuales, ahora prefieren el menos cómodo (pero más barato) sachet.
“Se nota que la gente está cuidando más el mango. La lata de tomates del acuerdo, como quedó tres o cuatro pesos más barata que el resto, ahora se vende mucho más”, dijeron a Clarín en un súper de Palermo.
El ajuste llega a todos los rubros. Incluso el de la limpieza, donde muchas familias escapan de productos clásicos como limpiadores y desengrasantes. En la Química Rame, de San Justo, cuentan que un litro de cloro cuesta $ 24 y forma 15 litros de lavandina, al rebajarse con agua. “Muchísima gente está aprovechando esto y termina limpiando toda la casa con lavandina, desde los vidrios hasta el baño y los pisos del comedor”, explicó la vendedora.
Y mientras la gente se ajustó en los gastos del día a día, se hace evidente que también optó por postergar las compras más grandes. La venta de electrodomésticos se derrumbó 11,7% en febrero, y 7,1% la de ropa, según CAME. Los patentamiento de vehículos, en tanto, retrocedieron 8,5%.
/fuente: clarín.com.ar