La pelea entre la Nación y las provincias por la rebaja o eliminación de los impuestos provinciales en las facturas de electricidad y gas natural derivó en un entramado del que finalmente nada salió, solo acusaciones cruzadas acerca de que no cobran impuestos locales en estos servicios o que se trata de un acto que busca trasladar el enojo de la sociedad por las subas en las tarifas hacia otro sector. En el medio la gente opina, se enoja y defiende a quien considera lo perjudica menos.
Lo cierto es que el debate por la carga tributaria en nuestro país sigue en deuda. Mientras solo se realizan declaraciones periodísticas y no hechos para lograr un esquema que permita a los emprendedores no fracasar y a los contribuyentes pagar tarifas más justas y tener mejores servicios.
Los comentarios en las redes sociales reflejan el pulso de la población acerca de lo que piensan cada vez que se toma una medida.
Todos los días asistimos a un debate en las principales redes sociales, aquellos que antes solo se daban entre amigos o en reuniones familiares, en los que el malestar por lo que “está mal” parece no acabar. El mismo que se generó días atrás entre Gobernadores y funcionarios nacionales, donde nadie escuchó a nadie, sino que cada uno defendió que lo creía correcto sin posibilidad de un debate serio.
Llevamos tan solo cinco meses de este año, previo a uno electoral, y ya hemos asistido a la puja por las tarifas, los impuestos provinciales, los gastos de los funcionarios, la reducción de la planta de personal en el Estado, los sueldos de los religiosos y de los jueces. Ninguno ha tenido un impacto positivo en la sociedad, porque los proyectos pasaron a ser parte de un partido y será apoyado o defenestrado de acuerdo a la vereda en la que se esté.
Así, un Concejo puede hacerle la vida imposible a un Intendente, una Cámara a un Gobernador, un Gobernador a un presidente y viceversa. En el medio la gente opina, se enoja y defiende; pero también se olvida, porque los temas de debate van tapando unos a otros y van quedando en la nada, sin conclusiones, sin la posibilidad de hacernos crecer y encontrar una respuesta a nuestros problemas.