17 OCT 2014 Ayer a la tarde, los televisores argentinos transmitieron el lanzamiento del primer satélite argentino, el ArSat 1. Detrás de la estela que dejó el vuelo espacial empezó a zanjarse una vieja deuda que tenía la Argentina con el mundo espacial.
El satélite, que fue concebido y diseñado por la estatal Invap, tiene varios usos en el mundo de las telecomunicaciones. Pero además servirá para disimular la falta de rumbo que caracterizó a la también estatal Argentina Satelital (ArSat) en los últimos años.
La historia que se empezó a cerrar ayer se remonta a 2005 cuando el secretario de Comunicaciones, Guillermo Moreno, contrató en Canadá un satélite para que ocupe la órbita 81, que se sumaba a la existente 72. Aquella órbita, que será la que utilice el satélite lanzado ayer, estaba sin utilizar desde 1998, cuando la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) la otorgó.
Ese lugar tenía que ser ocupado por el satélite Nahuel II, que debió estar en posición antes de 2002. Pero la empresa Nahuelsat no logró ponerlo en el aire. La UIT concedió una prórroga hasta el 19 de octubre de 2005, caso contrario, se perderían los derechos sobre una privilegiada posición que permite dar comunicaciones y TV a toda América, incluido Estados Unidos.
Dos días antes de que venciese el plazo, el 17 de octubre de 2005, la Argentina puso en órbita un satélite que Moreno alquiló en Canadá. El aparato, llamado Anik E2, había sido lanzado en 1991 y estaba fuera de uso por haber sido alcanzado por una tormenta solar. El ahora funcionario en la embajada de Roma lo rebautizó e inspirado en la coincidencia de que fue lanzado un día caro a los sentimientos del justicialismo le dio un curioso nombre: Pueblo Peronista 1 (PP1).
Aquel aparato, que ya no emitía señal, aún giraba en una órbita venezolana, última usuaria del satélite. Fue por eso que el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, intercedió para liberarlo de su espectro y dejarlo en libertad para que Moreno lo alquile. Apenas 33 días después de aquel 17 de octubre, el PP1 dejó de funcionar para siempre y nunca más emitió una señal.
Pocos meses después, exactamente en abril de 2006, mediante la ley 26.092, se creó ArSat. Según establece el estatuto de constitución, que forma parte como anexo de la ley, la empresa tenía por objeto “realizar por sí, o por cuenta de terceros o asociada a terceros: a) el diseño, el desarrollo, la construcción en el país, el lanzamiento y/o la puesta en servicio de satélites geoestacionarios de telecomunicaciones […] y b) la correspondiente explotación, uso, provisión de facilidades satelitales o comercialización de servicios satelitales”.
Pero el tiempo y las necesidades llevaron a que aquel objeto se ampliara y se ingresara en una gran nebulosa.
Bajo la cercana mirada del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, la empresa se diversificó. Son unánimes los reconocimientos de especialistas del sector en cuanto a dos proyectos: el satélite de Invap y el enlace que la empresa financió para que una empresa holandesa uniera el continente con Tierra del Fuego mediante una conexión de fibra óptica.
Sin embargo, hay muchas otras áreas en las que la empresa reprueba. En diciembre de 2012, y luego de varias licitaciones postergadas, la empresa se quedó con el 25% del espectro para dar servicios de telefonía móvil, una porción similar a la que tienen Personal, Movistar y Claro. Incluso se creó la compañía de telefonía celular Libre.ar, cuyo eslogan era “Y los libres del mundo responden”. Pero la falta de estrategia y la necesidad de dinero para plantar una red nueva se impusieron. Actualmente aquel proyecto está desarmado y aquella frecuencia está siendo licitada entre operadoras privadas.
Otro proyecto fue la instalación de una red de fibra óptica que aún no está encendida. ArSat es, además, la responsable del proyecto Televisión Digital Argentina, un sistema de TV gratuita que aún no ha logrado imponerse por sobre sus competidores privados.
También instaló una millonaria “sala cofre” para que los diferentes organismos del Estado alojen sus bases de datos allí. Pero ninguna de las grandes bases accedió a entregar sus archivos.
Ayer con sólo bautizar al satélite bajo el nombre de ArSat 1 le ayudó a lavar sus deudas. Y así el país siguió con su historia espacial, que se inició en 1990 cuando se puso en órbita el primer satélite argentino destinado a los radioaficionados.
/fuente: lanación.com.ar