¿Deben abrir los domingos los supermercados?
¿Deben los supermercados abrir los domingos? Una de las cámaras que los agrupan dice que
sí, otra que no. Pero ambas son opiniones interesadas, tan válidas como la de mi peluquero,
cuando le pregunto si necesito un corte de cabello.
Por eso entrevisté al griego Arghiri Emmanuel (1911-2001), quien -dentro de la teoría del
comercio internacional- planteó la teoría del intercambio desigual. Teoría que Oscar Braun
analizó sobre la base del esquema planteado por Piero Sraffa.
Eli Filip Heckscher y Bertil Gotthard Ohlin analizaron el efecto que el comercio internacional de
bienes, en un mundo donde ni el capital ni el trabajo se mueven internacionalmente, tendría
sobre la remuneración de los factores productivos.
Análisis que Paul Anthony Samuelson transformó en un teorema, mostrando las condiciones
bajo las cuales el libre comercio iguala los salarios entre todos los países que comercian. Tales
condiciones tienen tan poco que ver con la realidad que en realidad Samuelson explicó por
qué, en la práctica, hay tanta discrepancia entre los salarios pagados en los diferentes países.
-¿Qué agrega la teoría del intercambio desigual?
-La causalidad. En un mundo donde el capital se mueve internacionalmente, pero el trabajo
no, la abismal diferencia salarial observada entre los países más y menos desarrollados no
surge del diferente cambio tecnológico, como sostienen Raúl Prebisch y Hans Singer, sino del
poder relativo de las diferentes naciones. El comercio desigual es el mecanismo a través del
cual se redistribuye el ingreso mundial. En las modernísimas plantas industriales ubicadas
en Egipto o en la India no se pagan salarios del Primer Mundo, y aunque 100% de la fuerza
laboral griega trabajara en hoteles 5 estrellas ubicados en Atenas, Grecia no se volvería un
país desarrollado. Lamento decirlo, pero según esta explicación los asalariados de los países
desarrollados participan de la explotación de los trabajadores que viven en las denominadas
economías emergentes.
– En la Argentina los supermercados abren los domingos. Una cámara que los agrupa quiere
que la legislación obligue a cerrar, otra se opone. ¿Qué debería ocurrir?
-No entiendo por qué me lo pregunta a mí.
-Porque sospecho que hay una respuesta neoclásica y otra “clasista”, aunque no
necesariamente marxista.
-Efectivamente. Según la perspectiva neoclásica, en el plano de las transacciones los mismos
seres humanos a veces participamos como oferentes y a veces como demandantes. Según
esta perspectiva, ampliar los horarios de venta mejora el bienestar general, porque permite
comprar en el momento más conveniente, y también les permite comprar los fines de semana
a quienes no pueden hacerlo durante los días hábiles. Cuando se intentó que las mueblerías
cerraran los fines de semana, la reacción de los empleados fue fortísima porque el grueso de
las operaciones se realiza los sábados y domingos.
-¿Cuál es el análisis del fenómeno, desde la perspectiva clasista?
-Esta perspectiva enfatiza el hecho de que si bien todos los seres humanos actuamos a veces
como oferentes, y a veces como demandantes, la extensión del horario de ventas significa
cosas muy diferentes para las distintas “clases” de seres humanos. Concretamente, algunos
ahora pueden decidir comprar el domingo, en vez del martes, mientras que para otros
esto significa que los domingos, en vez de estar con su familia, tienen que estar detrás del
mostrador. En otros términos, según la perspectiva clasista la apertura de los supermercados
los domingos aumenta la explotación de los asalariados, por parte de los clientes y los
propietarios de los locales.
-¿Cuál de las dos perspectivas es la correcta?
-Se complementan, porque ambas sirven para entender la realidad. Sobre la base de
lo que estoy diciendo la clave está en verificar que quienes trabajan los domingos sean
apropiadamente remunerados. Si la ampliación de los horarios deriva en mayor número de
empleados, y mayores sueldos, está bien; si implica estiramiento de la jornada laboral sin
compensación, está mal.
-Don Arghiri, muchas gracias..
(Fuente: La Nación)