14 NOV 2014 Si las negociaciones con los llamados fondos buitre prosperan el año próximo, los analistas coinciden en que de todos modos habrá escasa expansión de la actividad y una inflación no menor a 30%. Si fracasan, el escenario se ensombrece: freno a las importaciones, destrucción de puestos de trabajo y mayor pérdida del poder adquisitivo del salario, entre sus efectos.
La marcha de las negociaciones con los llamados fondos buitre puede sonar alejada de la vida cotidiana de la mayor parte de los argentinos. Sin embargo, tendrá consecuencias bien concretas en los bolsillos de la ciudadanía en 2015. Las principales consultoras anticipan que, aún en caso de concretarse un giro pragmático por parte del Gobierno, que se traduzca en un arreglo con los holdouts y un regreso a los mercados internacionales de crédito, 2015 será otro mal año para la economía real: de escasa expansión de la actividad, en el mejor de los casos, y de una inflación no inferior al 30%. Pero si las negociaciones fracasan, la falta de dólares frenará aún más las importaciones, imprescindibles para que el tejido industrial nacional produzca, y se profundizará la crisis que ya atraviesa la economía local. Destrucción de puestos de trabajo y creciente pérdida del poder de compra del salario serán los efectos más palpables para la mayoría.
Incluso, algunos analistas consideran que, de no acceder al financiamiento externo, el Gobierno podría instrumentar algún esquema de desdoblamiento cambiario, formal o de facto, más significativo que el actual del dólar blue/turista/tarjeta.
La cláusula RUFO (Rights Upon Future Offers), que se incluyó en los canjes de deuda de 2005 y 2010 y que prohíbe pagarles más a los holdouts, vence el 31 de diciembre. Hasta entonces no se les puede ofrecer a los holdouts un monto mayor que a los bonistas reestructurados, ya que estos últimos podrían exigir un pago igualitario. Sin embargo, a partir del 1° de enero desaparece esta restricción. En la entrevista del periodista argentino radicado en México, José Steinsleger, al ministro Axel Kicillof publicada en el periódico mexicano La Jornada la semana pasada, al ser consultado respecto de si los fondos buitre serán “derrotados”, el funcionario respondió de forma sorprendentemente conciliadora. Kicillof contestó que “a finales de año, cuando desaparezcan los instrumentos que los fondos buitres han utilizado para la extorsión, habrá mejores posibilidades para dialogar con los acreedores que optaron por quedar fuera de la restructuración de la deuda”.
El Cronista 3Días relevó las proyecciones de siete think tanks económicos de primera línea para saber qué puede esperarse para 2015, tanto si el Gobierno alcanza un arreglo con los holdouts como si fracasan las negociaciones.
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Malas perspectivas
El punto de partida, coinciden los analistas, de por sí no es bueno. Este año cerrará con una caída interanual del PBI que, según las últimas proyecciones de los consultados, se ubicará entre 1,5% y 2,6%. En tanto, y a pesar de la caída del consumo asociada a la recesión, la inflación real (entendiendo como tal el promedio de las mediciones privadas que difunde el Congreso) se ubicará entre 33 y 42%. Las reservas internacionales del Banco Central se situarán entre u$s 24 mil y 28 mil millones hacia el 31 de diciembre y la fuente genuina de divisas, el saldo de la balanza comercial, acumulado en el año, se ubicará entre u$s 5.300 millones y 9.000 millones.
“El no arreglo con los holdouts este año generó una profundización de la recesión, al agudizar la restricción externa”, sostiene Rodrigo Álvarez de Analytica. “El Gobierno eligió cuidar las reservas en detrimento de la actividad económica”, agrega. “En 2015 las exportaciones serán menores y los vencimientos de deuda se duplican con respecto a 2014 por lo que, si no se logra un acuerdo con los holdouts, la necesidad de ajuste será mayor”, prevé. A un año de dejar el poder, los analistas coinciden en que el Gobierno no va a corregir los problemas estructurales como la inflación elevada, el desequilibrio fiscal o el atraso cambiario. “Con o sin arreglo, si el Gobierno no avanza en las cuestiones de fondo, la tensión sobre la macro seguirá en pie, limitando cualquier posibilidad de crecimiento”, opina Álvarez, para quien, si se alcanza un acuerdo, el sector público podrá refinanciar vencimientos y el sector privado podrá captar nuevo crédito, oxigenando la oferta de dólares. “La apuesta al financiamiento -como en los 90- permitiría posponer el ajuste y trasladar la responsabilidad de ordenar la economía a un próximo gobierno”, considera.
La salida del laberinto
El año próximo los desequilibrios en el frente fiscal y en el externo se traducirían en un mayor ajuste de las cantidades (más recesión) que de los precios (ya que se evitaría una devaluación brusca como la de enero de 2014). De este laberinto, según los consultores privados, considerando que 2015 será un año electoral, el Gobierno intentará escapar por arriba, regresando a los mercados de crédito internacionales. Pero, para ello, como es sabido, se hace imprescindible alcanzar un acuerdo previo con los llamados fondos buitre.
Descartada la posibilidad de una devaluación brusca por su alto costo político y la casi certeza de que se traduciría inmediatamente en reclamos salariales, el Gobierno parece estar decidido a tragar sus palabras, acordar con los “buitres” y endeudarse para hacerse de dólares financieros. “La apertura de la cuenta financiera resulta hoy la única alternativa para que la economía logre revertir la recesión en 2015 en un contexto de moderación en la inflación y la presión cambiaria”, sostiene la consultora Bein & Asociados, que asesora al presidenciable Daniel Scioli. “Por este motivo, sostenemos que la política encarará el camino de la negociación una vez expirada la cláusula RUFO, en 2015, y el escenario macroeconómico para el año que viene quedará definido por el resultado final en términos de éxito o fracaso de la negociación y, fundamentalmente, de los tiempos de implementación”, agregan en su último informe. “El solo giro en el discurso debería, como ya ocurrió en el pasado, bajar la tasa de interés de la economía y amortiguar las presiones cambiarias, aunque va a ser la colocación de deuda lo que en definitiva va a liberar la restricción externa e impulsar más fuertemente el crecimiento”, añaden.
Dos escenarios posibles
Considerando el éxito o fracaso de las negociaciones, para 2015, se avizoran dos escenarios extremos. Por un lado, uno optimista (o menos pesimista) si se alcanzara un acuerdo con los holdouts rápido y extendido a la totalidad de los acreedores, incluyendo a los que se encuentran bajo legislación de Nueva York, europea y local, es decir, por unos u$s 22.000 millones, lo que permitiría el acceso al endeudamiento externo. En este caso, las proyecciones privadas en materia de nivel de actividad oscilan entre una contracción leve del PBI (-1,2% fue el pronóstico más negativo) y una expansión acotada (+3% es la proyección de Bein & Asociados en caso de que en enero mismo se arregle con los holdouts). En este marco, la inflación se situaría entre 27,4% y 41% y el dólar oficial cotizaría a entre $ 10,5 y 13,4 hacia fin de 2015.
Si, en cambio, el Gobierno no alcanza un acuerdo con sus acreedores, el panorama para 2015 lucirá aún más sombrío: será un año de mayor recesión e inflación. En términos de actividad, el PBI se contraería entre 2,2 y 3,5%; mientras que la inflación real se situaría entre 34 y 60%, aunque la mayor parte de los consultores la prevén entre 40 y 45%. En este contexto, el dólar oficial costaría entre $ 11,8 y $ 16,6 hacia fin de 2015.
“Dada la escasez de divisas, la Argentina se enfrenta a un escenario dicotómico para 2015”, sostiene Gastón Rossi, de LCG, “que dependerá de lo que suceda con los holdouts”. En caso de llegar a un acuerdo, “se podría relajar parcialmente el cepo y la economía dejaría de caer”. En el escenario opuesto, “se profundizará la incertidumbre cambiaria y la economía seguirá en recesión”, dice.
“El arreglo con los holdouts permitiría acceder a financiamiento externo y al ingreso de divisas, que son muy necesarias para financiar importaciones y evitar una mayor recesión”, explica Fausto Spotorno de OJF & Asociados. “Más del 90% de las importaciones que realiza la Argentina son de insumos, bienes de capital o piezas de bienes de capital”, ahonda. “Por ello, cuando es necesario restringir importaciones por falta de divisas, hay un correlato en menor actividad económica”, explica. “En estas condiciones, en 2015, sería deseable una inyección de divisas que permitiera evitar un ajuste adicional de las importaciones, pero para ello es necesario acordar con los holdouts”, sostiene.
“La principal vía de transmisión de un arreglo/no arreglo se vincula con el acceso al financiamiento externo”, explica Eric Ritondale de Econviews. Un potencial arreglo incentivaría el ingreso de capitales, permitiría la refinanciación total del Boden 2015 y de la deuda provincial en dólares que vence en 2015 y facilitaría el acceso al financiamiento externo para el sector privado. Esto permitiría quitar presión sobre el mercado cambiario y las reservas. “En caso de un no acuerdo, esperamos que el tipo de cambio oficial se atrase aún más y que se avance hacia algún tipo de desdoblamiento de facto”, agrega Ritondale.
Letra chica
Sin embargo, la mayoría de las consultoras están trabajando con más de dos escenarios para 2015. Es que no alcanza con considerar que exista o no arreglo con los buitres. También será crucial si el alcance del arreglo, es decir, si incluirá a todos los holdouts o solo a los favorecidos por el fallo del juez Griesa. “En caso de que el arreglo se extienda a todos, el impacto será muy positivo en términos de la capacidad para acceder sostenidamente al financiamiento externo y suavizar la restricción externa”, considera Ritondale, en sintonía con el resto de sus colegas consultados. En cambio, si el acuerdo solo alcanza a los favorecidos por el fallo de Griesa, sería “un paso más que contribuirá en esta dirección, pero quedaría a mitad de camino para resolver el asunto de forma definitiva, con lo cual el impacto sería positivo pero más moderado en términos de la baja de los diferenciales de tasa (que pagaría el país) y el acceso al financiamiento”.
Otra variable relevante es el plazo temporal de negociación entre el Gobierno y sus acreedores. “El peor escenario es que no haya negociación con los holdouts hasta 2016 ni nuevo financiamiento o que haya una negociación larga y financiamiento externo no asegurado”, evalúa Enrique Dentice de la UNSaM, que considera que “una cosa es un arreglo en enero-febrero y otra a partir de junio”. En cuanto a la letra chica del acuerdo, los analistas coinciden en que no será crucial en el corto plazo, ya que el peso del arreglo recaerá en próximas administraciones. “Dado el perfil de los vencimientos a negociarse y el que ya está vigente, en el cual desciende el pago anual a partir de 2016, los efectos serán un tema del próximo gobierno”, dice Dentice.
No solo el tema holdouts afectará a la economía local de forma decisiva. “Debido a su importancia sobre las reservas, también es relevante lo que suceda en materia climática, ya que determina la cantidad de la cosecha y los precios internacionales de los commodities, que cayeron fuerte desde abril y se recuperaron parcialmente en las últimas semanas”, enfatiza Rossi. “De cara a 2015, la clave ya no pasa solo por resolver la falta de dólares sino también el exceso de pesos”, destaca Juan Pablo Ronderos de Abeceb. “La dominancia fiscal es tan importante como la restricción externa y el problema es que se potencian entre sí”, por lo cual “hay que conseguir acceder a los mercados financieros, pero también es urgente cortar con el circuito que concluye en una emisión cada vez más acelerada”, cierra.
/fuente: cronista.com.ar