04 MAY 2015 El CEO de la citrícola San Miguel adelantó que este mes llegará una misión del Aphis y del Senasa para acordar un protocolo de cultivo. Corneille reconoció que la política fiscal perjudica y que, ante un tipo de cambio atrasado, no hay que quedarse en la queja.
Romain Corneille se definió como un hombre optimista en el mundo de los negocios. El CEO de la citrícola San Miguel había arribado a Famaillá desde Buenos Aires para encabezar la inauguración de la nueva planta de extracción de aceite de limón, un acontecimiento que reunió también al Directorio de una de las compañías líderes en esa agroindustria argentina. La puesta en marcha de la renovada fábrica ha sido el marco para volcar su impronta frente a los periodistas invitados a una jornada empresarial y, fundamentalmente, ante un escenario económico-político interno, con presión fiscal, tipo de cambio atrasado, entre otras variables, y presiones del comercio internacional, que “pegan duro” a las conocidas economías regionales.
La citricultura se enfrenta a tres obstáculos, que engloban al resto de los problemas: sanitario (a causa del HLB), pérdida de competitividad (condiciones de la política económica) y las limitaciones para la apertura de nuevos mercados. Y Corneille utilizó ese optimismo que dice caracterizarlo para describir y marcar un rumbo. “Por los tratados de libre comercio, Chile tiene acuerdos con 60 y pico de países; mientras que Argentina… ¿cuántos? Cómo hacemos para cambiar eso. Aunque es una gestión que corresponde a las autoridades nacionales. Nosotros vamos a colaborar en todo lo que podamos, pero es un tema que depende de los gobiernos”, marcó.
-El tipo de cambio actual, como otros agregados económicos, ¿es un problema para las actividades en el interior del país…?
-Claramente, el tipo de cambio no nos beneficia, tampoco a ninguna economía regional. Lo que pasa es que tenemos que decidir, y es un dato de la realidad, si me quedo protestando por el tipo de cambio y no hacer nada, o lo contrario. Mi función como manager es gestionar, ser creativo para contrarrestar esos efectos o tener el menor impacto dentro de la organización.
-¿ Y la política fiscal?
-La política fiscal perjudica actualmente. No hay dudas de eso. Este es un sector al que le perjudica pagar un derecho de un 5% y tener un reembolso de un 4%. Ahora, el derecho lo pagamos en el momento que sale (por la exportación) y el reembolso, cuando la caja funciona. Eso es absurdo. No nos genera ninguna valor ni contribución adicional. Y lo doy como ejemplo, ya que hay muchos más para dar.
-El Gobierno nacional estatizó el ferrocarril, pero en el NOA sigue siendo un servicio insuficiente, en especial, el de transporte de cargas…
-Desde hace años movemos un importante volumen por ferrocarril. La tarifa sube en el orden del 200% y 300% por año. Eso nos saca del mercado. Teniendo en cuenta la capacidad de la empresa queremos manejar el nivel de rutas que hay, el tema de la seguridad y de cumplimiento y eso hace imposible que consideremos al camión como opción. Por ello, la manera natural para mover los productos (larga distancia) es el tren, ya que es el más eficiente de todos los medios desde el punto de vista económico, medioambiental, seguridad y servicio. Lamentablemente, son anuncios que no terminan de plasmarse en gestión. Desde el sector privado reclamamos menos anuncios y más acciones.
-Exportan limones desde Uruguay a Estados Unidos, y no desde Argentina al mercado norteamericano. ¿Cómo observa esto?
-Tenemos que trabajar como el mercado nos permite. Tratamos de aprovechar las ventajas y las oportunidades que nos da el mercado. Claramente, Uruguay nos abrió una puerta, y no una ventana, a la citricultura, totalmente diferente. Uruguay tiene un desafío fenomenal por delante. Cuando comenzamos el cambio, hace seis, siete años, replantamos y pusimos todas las variedades patentadas (en ese país), sin esperar que la apertura del mercado americano sea próxima. El año pasado, cuando se abrió esa plaza, fue una sorpresa sumamente agradable.
-¿Qué pasará con el limón argentino?
-Me dicen que soy súper optimista por naturaleza. Diría aquí que soy optimista y que la apertura del mercado de Estados Unidos se concretará el año que viene. Entiendo que en la segunda semana de mayo (de este año) estarían llegando equipos del Aphis (Servicio de Inspección de Sanidad Animal y Vegetal del Departamento de Agricultura estadounidense) y Senasa a Tucumán para terminar de acordar el protocolo de manejo (de cultivo).
-¿Cómo impactará el ingreso a Estados Unidos?
-El mercado americano es altamente exigente. A través de la organización All Lemon (firma de certificación para exportación) hemos levantado muchísimo la vara de calidad de la fruta. Nosotros mismos cambiamos la manera de manejar el empaque para realmente exportar calidad. Estados Unidos es un poco más exigente, a pesar de que mejoramos. Pero no se producirá un ingreso masivo e indiscriminado. El problema aquí es que el tamaño de la torta crezca y no quién se come la crema, el dulce de leche. Si crece esa plaza, nos beneficia a todos.
-¿Cómo deberían actuar las empresas de las provincias?
-Como sector, hemos entendido que hay problemas comunes. Especialmente, de puerta hacia adentro: dentro del país. También dificultades de la puerta hacia afuera, como la apertura del mercado americano. Ante los problemas comunes, la gran ventaja de este sector fue que estuvimos muy alineados. Todos trabajamos en una misma dirección. Cuando llegamos al mercado, competimos, nos ‘sacamos los ojos’, nos criticamos, y está bien que suceda eso. Ahora, frente a las dificultades comunes, tenemos que estar siempre unidos. Mientras más fuerte seamos como sector, mejor proyección tendremos hacia afuera.