03 NOV 2014 El análisis del consultor Guilltermo Oliveto (*) es claro. Estamos concluyendo el peor año en la evolución del consumo masivo desde la salida de la crisis de 2001. Sin embargo, la dinámica de los mercados continúa siendo “razonable” en la mayoría de los sectores económicos. Lo que en principio puede leerse como una contradicción expresa en realidad la dualidad del momento. El consumo cae; en algunos casos de manera notoria. Pero es cierto que, aun tolerando caídas importantes, todavía los volúmenes de venta muestran valores relevantes. Quizás el mejor ejemplo para abordar esta lógica de análisis que requiere leer el contexto con creciente precisión sea la industria automotriz. Se prevé que la venta en unidades al mercado interno se reduzca este año un 25%. Contracción remarcable y que genera dificultades en la cadena de valor: fábricas, concesionarios, etc. Suspensiones y pérdidas de empleo, así como muchas dudas con
respecto al futuro, emergen al analizar lo que allí sucede. El consumo cae y fuerte, pero desde una base muy alta. Salvo en 2009, creció todos los años desde la salida de la crisis. La caída tiene múltiples efectos. Impacta en el empleo, en los hábitos de compra, en el humor social y en la política.
Según un estudio nacional de Consultora W y Trial Panel, el 86% de la gente dice estar recortando sus gastos, el 70% plantea que este año disminuyó su poder adquisitivo y el 50% se manifiesta preocupado por su situación laboral. Esto conduce a que el 76% diga estar preocupado, el 57% triste y el 56% cansado. El clima social no es el mejor. La frase que mejor lo expresa es “la plata no alcanza”. Tras años de expansión, ahora la sociedad reconoce que “hay que ajustar lo ajustable” y que “vive el día a día”. A nadie le gusta retroceder. Se respira cierta frustración y decepción.
Éste será el primer año de la gestión kirchnerista en el que haya pérdida del poder adquisitivo real: al menos de 5 puntos, quizás 8. Y también será el primero en que caiga la venta de alimentos: entre el 1,5% y el 2%. Los bienes durables de alto valor -autos, inmuebles- caen entre el 25% y el 30%. Los de valor intermedio -electrodomésticos y tecnología- y ciertos consumos emblemáticos de la clase media -entretenimiento, psicólogo, peluquería-, el 15%. Esta vez los salarios no le ganaron a la inflación. Y el desempleo creció más de 1 punto entre el 4° trimestre de 2013 y el 2° de este año. En la calle no se habla de una gran crisis, pero sí de una profunda incertidumbre.
La incógnita es qué sucederá en 2015. La situación con los holdouts definirá buena parte de ese interrogante. Y un hecho nada menor: el año próximo se disputa en la Argentina el poder real. Es de esperar que en ese contexto el Gobierno procure recuperar el vínculo con una parte de la ciudadanía a través de su capacidad de consumo. No sabemos todavía con qué recursos contará, si lo logrará y mucho menos que rédito electoral tendría. Lo que no puede descartarse es que lo vaya a intentar.
(*) Director de Consultora