01 jun 2015.- Hijo de un barbero y una costurera, Alphonse se hizo famoso en el barrio por amenazar de muerte a su maestra. Quizá por eso abandonó los estudios en quinto grado y se dedicó a atender un quiosco en un conocido comercio. Fue allí donde conoció a Johnny, el compinche con el que conformaría varias bandas de ladrones. Luego fue guardaespaldas, mozo y hasta patovica en un boliche, donde lo apodaron “Scarface”.
Esos navajazos lo alejaron de las “malas compañías”. Entonces Al -como ya se lo conocía- consiguió un trabajo de empleado contable en una empresa constructora. Pero nunca abandonó la idea de crear su propio imperio. A ese sueño contribuyó un reencuentro con Johnny y una rauda mudanza a Chicago. Una ley de enero de 1920 le abrió la puerta al negocio que lo haría acreedor de US$ 100 millones: destilerías clandestinas.
El asesinato fue su sello, pero Al Capone no terminó preso por ese delito. La policía infiltró dentro de su organización a un asesor fiscal. Gracias a las flamantes leyes de 1927 finalmente al gobierno federal juzgó al gángster por evasión de impuestos. Fue el único crimen que fundamentó su llegada a Alcatraz.
En la Argentina de la presión fiscal récord todos pueden terminar como Al Capone. Pero a diferencia de lo que ocurrió con el sanguinario líder del “Sindicato del crimen”, los contadores, abogados tributarios y asesores fiscales se convirtieron en determinantes estrellas para descifrar la nueva constelación de aplicativos, regímenes de retención e información a todos los niveles y en todos los distritos. Así se transformaron en los iluminados de las charlas de café en las que el impuesto a las Ganancias pasó a ser una cuestión central, casi tan importante como el fútbol.
Cuanto más asfixian los impuestos -la presión llega a un 40,1%, según la Cepal- más crece el trabajo de los contadores. Pero esas nuevas tareas no incrementan proporcionalmente sus márgenes: si bien los honorarios se actualizan siguiendo a la inflación, los flamantes variables son en general un plus que recompone un trabajo de 24 horas. Sin embargo, y sólo en casos puntuales, algunos supieron aprovechar el contexto para ganar más.
“Nada hay de seguro en la vida, excepto la muerte y los impuestos”, reza el dicho popular. Un traductor de esas jeroglíficas escalas, retenciones y mínimos no imponibles ofrece una versión criolla. “Para ser empresario en la Argentina hay que tener un buen cardiólogo y un buen asesor tributario”, bromea el contador.
Los impuestos marean a cualquiera. Por ejemplo, la resolución 3770 de la AFIP de mayo pasado creó una “tablita” con seis mínimos no imponibles para calcular Ganancias (a esto se suma el confuso parche de 2013 sobre el gravamen). En las últimas semanas, KPMG -una de las famosas big four– probó con un seminario sobre el tema y agotó localidades pero no las dudas. Además, por falta de actualización por inflación real, cada vez son más los argentinos obligados a rellenar declaraciones juradas informativas o los que, por ejemplo, pagan Bienes Personales. En otro punto cardinal, las empresas se convierten en agentes de retención a nivel nacional, provincial y municipal, lo que genera un enorme rango de obligaciones nuevas. No por nada, el acceso frecuente más visitado en la página de la AFIP es “Preguntas y Respuestas frecuentes”.
En ese contexto, diez especialistas consultados por LA NACION, entre ellos contadores, abogados y asesores, confirman que la demanda de trabajo creció en los últimos años, pero alertan que -en muchos casos- esas nuevas tareas no aportan un valor monetario a las firmas o individuos. Y, aunque muchos rescatan el mejoramiento de controles tecnológicos de la AFIP y los acuerdos con otros países en materia de compliance e intercambio de información, la mayoría cree necesaria una simplificación de la implementación de procesos y una reforma tributaria, que en lo más básico sume el ajuste por inflación.
La Argentina tiene en la actualidad la presión tributaria más alta de su historia, la segunda de la región y en un nivel muy cercano al de los países desarrollados sin una contraprestación de servicios públicos de calidad. Un informe de la Cepal revela que el país alcanzó en 2013 un nivel de presión tributaria de 31,2%. Sólo Brasil aparece por encima en América latina. Pero ese porcentaje era bastante superior con la anterior base de cálculo del PBI -se cambió en 2013-, ya que con el PBI base 1993 el nivel de presión tributaria en 2013 hubiera alcanzado el 40,1%. En cambio, los países desarrollados, reunidos en la OCDE, tienen un promedio de 34,1%, aunque con importantes diferencias entre ellos (van del 19,7% de México al 48,6% de Dinamarca).
“Más personas demandan un asesor fiscal porque ésta dejó de ser una necesidad exclusiva de quienes desarrollan una actividad comercial o de quienes poseen altas rentas o patrimonios”, analiza Diego Fraga socio del estudio RCTZZ Abogados. “La exorbitancia del gasto público en todos los niveles de gobierno produce que la voracidad fiscal y la presión tributaria crezca hacia límites insospechados para el pobre nivel de servicios públicos existente. Esto implica que cada vez más ciudadanos se vean alcanzados por tributos respecto de los que antes ni se planteaban su existencia”, agrega.
“Cada vez se hace más difícil vivir sin asesoramiento”, confirma el contador Abel Stang. “Algunos trámites pueden parecer sencillos y muchos los hacen solos para ahorrarse honorarios. Pero sucede que se cometen errores que generan que el pago de un impuesto sea mayor a los honorarios que se le hubieran pagado a un especialista”, explica. Entre esos errores cita uno “muy común”, como el de gravar los plazos fijos sobre bienes personales, los cuales están exentos por ley.
“Los motivos por los que se necesita un contador en la Argentina son varios pero el más importante es que los entes reguladores, con cada vez mayor frecuencia y mediante resoluciones generales, ponen en cabeza del contribuyente la obligación de responder a regímenes de información para evitar la omisión o evasión fiscal”, estima la contadora Natalia Acceti y agrega: “Además hay temor de que, ante cualquier incumplimiento, la AFIP lo bloquee. Esto produce que hasta que no solucione su condición no pueda facturar”.
¿Cuánto ganan los contadores? Es muy difícil de estimar. “No hay un promedio porque el servicio no es un commoditie”, dice un abogado tributarista. “Algunos tienen abono, otros trabajan a monto fijo y por resultado, y algunos te cobran por hora”, agrega otro. En promedio estos especialistas pueden estar en $ 1000 o $ 1500 la hora. “Lo máximo que vi en mi vida fue US$ 300 la hora a una empresa internacional”, cuenta el experto.
Entre los más chicos, las declaraciones anuales de Ganancias y Bienes Personales se cobran, en promedio, unos $ 1000 cada una. Una declaración cuatrimestral de monotributo ($500), liquidación mensual de IVA ($800) y de IVA más ingresos brutos (1500 pesos), se estima. Quizá por su actualidad los contadores son una clara mayoría entre los que toman el camino de las vocaciones económicas. Según el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad, entre julio de 2013 y junio de 2014, hubo 2310 nuevas matrículas (un número similar al de entre 2012 y 2013). El 82,9% fueron contadores. “Suelen ser jóvenes recién graduados, pero también podría ser alguien que se recibió, nunca necesitó matricularse y ahora sí”, precisaron desde esa institución. Además contaron que existen muchos contadores que trabajan en estudios “sin firma”, por lo que se “ahorra” el pago del derecho de ejercicio profesional.
Un informe de Poliarquía de marzo de 2014 en la ciudad de Buenos Aires estimó que el 28% de los consultados había estudiado para abogado o escribano, un 21% ciencias económicas (donde la mayoría son contadores) y 14%, ingeniería, entre otras. El 70% de los estudiantes de económicas está matriculado. Un 27% de estos profesionales trabaja entre 31 y 40 horas por semana, y un 38% va en auto al trabajo. Entre todas las profesiones, los de económicas son los más optimistas cuando se los consulta por las oportunidades. Sin embargo, un 49% espera ganar más dinero en el futuro cercano.
“Es verdad que creció el asesoramiento tributario, pero en cierto sentido. En muchos casos lo que resolvemos son temas operativos”, cuenta Carlos Baldomá, socio del departamento de Impuestos de Deloitte, que agrega que en el pasado había quizás varias due diligence por año y en la actualidad no. “La complejidad que estamos sufriendo hoy es el mundo de los aplicativos y el cálculo de las retenciones a los empleados en relación de dependencia, sobre todo en las compañías más grandes”, dice.
“La empresas están muy focalizadas en evaluar si el nuevo Código Civil tiene un impacto desde el lado de los impuestos”, agrega Lucio Giaimo, socio a cargo de Impuestos y Legales de KPMG. “En la actualidad las firmas necesitan conocimiento en base a diferentes problemáticas, precios de transferencia, legislación de la Aduana o el Banco Central (…). Requieren soluciones más integrales”, completa Jorge San Martin, socio líder de Tax & Legal en PwC Argentina.
Además del compliance y los intercambios globales de datos, Carlos Casanovas, socio responsable del área de Impuestos de Ernst & Young afirma que la novedad está en la presión recaudatoria por parte de la Nación, provincias y municipios hacia las empresas que actúan como agentes de retención. “Hay una sofisticación del fisco y se multiplican las tareas por los muchos regímenes de información.”
“Sin lugar a dudas la cuestión impositiva se complejizó”, asegura César Litvin, socio CEO de Lisicki, Litvin & Asociados. “No existe un sistema tributario armónico, sólo un conjunto de normas que en ocasiones se contraponen y que provocan un aumento importante de la litigiosidad”, agrega.
“La interrelación de las normas impositivas con la vida diaria es creciente”, afirma José Luis Eguía, socio del Estudio Eguía & Asocidados. “Algo tan habitual como la compraventa de un auto usado o de un inmueble requiere de un trámite. Los numerosos regímenes vigentes llegan a cuestiones tan personales como las cuotas de colegios o expensas. Cualquier persona que use la tarjeta en el exterior es susceptible de recibir una fiscalización electrónica”, agrega. “Es necesaria una reforma tributaria”, complementa la contadora Flavia Melzi. Con ella coinciden todos los consultados. Pero la académica va al punto: hay que ajustar por inflación y retomar la letra de la ley.
LA HOT LINE DE LOS CONTRIBUYENTES A SUS ASESORES
Dudas en el cálculo del impuesto a las ganancias
Gracias al decreto 1242/2013 de la AFIP (el piso de los $ 15.000 brutos) hay mucha confusión con la retención del gravamen. En la actualidad hay seis mínimos no imponibles.
Percepciones por la compra de dólares ahorro, tarjeta y turismo
Si se está en relación de dependencia, la persona física tiene que pasarse a la W eb (queda atado a este modo). Allí las deducciones son más minuciosas. Si no se paga Ganancias ni llega al límite de Bienes Personales pide la devolución.
Declaración de bienes
Toda persona que al 31 de diciembre de cada año posea bienes que supere los $ 305,000 debe presentar y pagar impuesto. Por la no actualización, cada vez hay más incluidos. Los que tengan ingresos brutos anuales superen los $96.000 presentarán sólo la declaración jurada informativa.
Fiscalización electrónica
Es cada vez más frecuente caer en una fiscalización electrónica de AFIP. La respuesta es sencilla. Se ingresa a la página con clave fiscal y se contesta online.
Monotributo
Todas las categorías requieren pedir autorización para impresión de facturas, por lo que se necesita un trámite previo y posterior a la imprenta. Las facturas tienen vencimiento.
Facturación
En julio, por la resolución 3749, todos los responsables inscriptos usarán la factura electrónica, excepto los que estén bajo régimen de controlador fiscal./ lanacion.com.ar