03 SEP 2014 La recesión no logró frenar la inflación. A pesar de la baja en la actividad que se siente en la mayoría de los sectores de la economía, el costo de vida en agosto volvió a ubicarse por encima del 2%, y la mayoría de los analistas advierten que no se repetirá el escenario de 2009, cuando la fuerte caída de la demanda que se desató a partir de la crisis internacional de las hipotecassubprime terminó provocando una desaceleración en el ritmo de los aumentos de precios.
De acuerdo con las diferentes estimaciones privadas, la inflación de agosto se ubicó entre 2,1% -el pronóstico más optimista- y 3%, lo que da cuenta de un proceso sostenido y generalizado de aumentos que es independiente de la evolución de la actividad económica.
El mes pasado los aumentos estuvieron liderados por el rubro de alimentos y bebidas, que a lo largo del año se consolidó como el principal motor de la inflación, a lo que se sumaron otros sectores con precios oficialmente regulados. “Lo que se ve es que el Gobierno va autorizando aumentos por turnos para evitar que se acumulen todos en un mismo mes. En agosto, le tocó al último tramo de las subas en las tarifas de gas y agua, a los cigarrillos y a los pasajes de avión de cabotaje”, explicó Camilo Tiscornia, que proyectó para el mes que acaba de terminar un incremento del 2,6% en el costo de vida.
La idea de que los alimentos están a la cabeza de los aumentos es compartida por el economista Luciano Cohan, de la consultora Elypsis. “Todos los meses los alimentos vienen sistemáticamente superando la suba del nivel general, pero la recesión hace el trabajo sucio para que no suban más. No vemos que empeore mucho, salvo que haya alguna sorpresa con el tipo de cambio”, señaló Cohan.
De acuerdo con su medición, agosto cerró con un 2,2% de inflación, en lo que constituye la tasa más alta desde abril pasado. En Elypsis, además alertan sobre que agosto deja para el mes que acaba de comenzar un arrastre estadístico del 1,4%, el mayor desde febrero y casi el doble que el recibido de julio.
El impacto de la inflación en los precios de los alimentos también se vio reflejado en el relevamiento de la canasta básica que realiza la asociación Consumidores Libres, que informó que en agosto su índice registró un alza del 2,85 por ciento y desde el 1° de enero acumula una suba del 24,8 por ciento.
DIFERENCIAS CON 2009
Los economistas consultados por LA NACION destacan que, por una combinación de factores, este año el freno en la actividad no se tradujo en un freno de la inflación. “La crisis actual es muy diferente a la de 2009. La principal diferencia es que hoy todos los fundamentos de la economía, desde la recaudación hasta el déficit fiscal, pasando por la emisión monetaria y la disponibilidad de dólares, están mucho peor que en 2009”, sostuvo Diego Giacomini, director de la consultora Economía & Regiones, que estima para agosto una inflación en torno al 3 por ciento.
Para Jorge Todesca, socio de la consultora Finsoport, los mayores cambios entre la situación actual y la que se vivía en plena crisis de las subprime también pasan por los datos de la macroeconomía local. “En 2009, las políticas monetaria y fiscal estaban mucho más controladas y contábamos con un formidable superávit comercial, de 16.900 millones de dólares”, precisó el economista, para quien agosto cerró con una inflación del 2,1 por ciento.
Por su parte, en el estudio Orlando J. Ferreres ponen el acento en la incidencia negativa que tuvo la implementación del cepo cambiario, que tuvo su partida de nacimiento unos días después de las elecciones de octubre de 2011.
“En 2009 la inflación bajó gracias a que la menor actividad se tradujo en una menor demanda. Hoy el panorama es distinto, porque si bien cae la demanda, también se verifica una menor oferta de productos por las trabas para importar, lo que termina generando más presión sobre los precios”, señaló Fausto Spotorno, economista jefe del estudio, que proyecta para agosto una inflación de entre 2,5 y 3 por ciento.
La recesión no logró frenar la inflación. A pesar de la baja en la actividad que se siente en la mayoría de los sectores de la economía, el costo de vida en agosto volvió a ubicarse por encima del 2%, y la mayoría de los analistas advierten que no se repetirá el escenario de 2009, cuando la fuerte caída de la demanda que se desató a partir de la crisis internacional de las hipotecassubprime terminó provocando una desaceleración en el ritmo de los aumentos de precios.
De acuerdo con las diferentes estimaciones privadas, la inflación de agosto se ubicó entre 2,1% -el pronóstico más optimista- y 3%, lo que da cuenta de un proceso sostenido y generalizado de aumentos que es independiente de la evolución de la actividad económica.
El mes pasado los aumentos estuvieron liderados por el rubro de alimentos y bebidas, que a lo largo del año se consolidó como el principal motor de la inflación, a lo que se sumaron otros sectores con precios oficialmente regulados. “Lo que se ve es que el Gobierno va autorizando aumentos por turnos para evitar que se acumulen todos en un mismo mes. En agosto, le tocó al último tramo de las subas en las tarifas de gas y agua, a los cigarrillos y a los pasajes de avión de cabotaje”, explicó Camilo Tiscornia, que proyectó para el mes que acaba de terminar un incremento del 2,6% en el costo de vida.
La idea de que los alimentos están a la cabeza de los aumentos es compartida por el economista Luciano Cohan, de la consultora Elypsis. “Todos los meses los alimentos vienen sistemáticamente superando la suba del nivel general, pero la recesión hace el trabajo sucio para que no suban más. No vemos que empeore mucho, salvo que haya alguna sorpresa con el tipo de cambio”, señaló Cohan.
De acuerdo con su medición, agosto cerró con un 2,2% de inflación, en lo que constituye la tasa más alta desde abril pasado. En Elypsis, además alertan sobre que agosto deja para el mes que acaba de comenzar un arrastre estadístico del 1,4%, el mayor desde febrero y casi el doble que el recibido de julio.
El impacto de la inflación en los precios de los alimentos también se vio reflejado en el relevamiento de la canasta básica que realiza la asociación Consumidores Libres, que informó que en agosto su índice registró un alza del 2,85 por ciento y desde el 1° de enero acumula una suba del 24,8 por ciento.
DIFERENCIAS CON 2009
Los economistas consultados por LA NACION destacan que, por una combinación de factores, este año el freno en la actividad no se tradujo en un freno de la inflación. “La crisis actual es muy diferente a la de 2009. La principal diferencia es que hoy todos los fundamentos de la economía, desde la recaudación hasta el déficit fiscal, pasando por la emisión monetaria y la disponibilidad de dólares, están mucho peor que en 2009”, sostuvo Diego Giacomini, director de la consultora Economía & Regiones, que estima para agosto una inflación en torno al 3 por ciento.
Para Jorge Todesca, socio de la consultora Finsoport, los mayores cambios entre la situación actual y la que se vivía en plena crisis de las subprime también pasan por los datos de la macroeconomía local. “En 2009, las políticas monetaria y fiscal estaban mucho más controladas y contábamos con un formidable superávit comercial, de 16.900 millones de dólares”, precisó el economista, para quien agosto cerró con una inflación del 2,1 por ciento.
Por su parte, en el estudio Orlando J. Ferreres ponen el acento en la incidencia negativa que tuvo la implementación del cepo cambiario, que tuvo su partida de nacimiento unos días después de las elecciones de octubre de 2011.
“En 2009 la inflación bajó gracias a que la menor actividad se tradujo en una menor demanda. Hoy el panorama es distinto, porque si bien cae la demanda, también se verifica una menor oferta de productos por las trabas para importar, lo que termina generando más presión sobre los precios”, señaló Fausto Spotorno, economista jefe del estudio, que proyecta para agosto una inflación de entre 2,5 y 3 por ciento./lanacion.com.ar
Desde que se puso en marcha el programa de Precios Cuidados, el Gobierno les hace llenar a las empresas que forman parte del acuerdo una planilla especificando cuáles son sus costos. En el formulario, además les pide a las compañías de consumo masivo que informen cuáles son los proveedores que les quieren trasladar algún aumento de precios considerado “excesivo”. Mitad en serio y mitad en broma, ya hay más de una empresa que les preguntó a los funcionarios de la Secretaría de Comercio si en la planilla de costos podían denunciar a YPF por las subas constantes en el precio del gasoil.
En el nuevo índice de precios del Indec que fue presentado en febrero pasado, el transporte representa el 13,6% del indicador, mientras que la incidencia puntual de los combustibles no llega al 4 por ciento. Sin embargo, los empresarios de consumo masivo aseguran que sus costos son mucho más sensibles a cualquier aumento en el gasoil.
“Los más afectados por los aumentos en los costos logísticos vía combustibles son los consumidores del Interior, porque todas las subas en los combustibles, por pequeñas que sean, se terminan trasladando a los precios de los productos que llegan a las góndolas”, explican en la Cámara Argentina de Supermercados (CAS), la entidad que reúne a las principales cadenas del Interior.
La logística representa entre 4 y 6 puntos de los costos de los supermercados, dependiendo básicamente del grado de expansión geográfica de cada cadena. Los porcentajes no son números chicos para los parámetros de negocios de los supermercados. El margen bruto de una cadena de supermercados en Buenos Aires hoy ronda el 35%; cuando se descuentan todos los gastos, el resultado neto no supera el 1,5 por ciento.
De acuerdo con la estructura de costos que manejan las cadenas, hoy los sueldos y jornales representan un poco más de la mitad de su margen operativo, mientras que el otro 50% se lo llevan los impuestos, las comisiones de las tarjetas, los alquileres y las nuevas tasas de seguridad e higiene que hoy se aplican en la mayoría de los municipios.
“Los aumentos en los combustibles, y en particular en el caso del gasoil, tienen un efecto cascada en toda la economía. Para el consumidor, se siente no sólo cuando va a la estación a cargar nafta, también impactan en todos los procesos productivos y en la distribución de todos los artículos hasta que llegan a la góndola del supermercado”, explicó el economista Camilo Tiscornia.
El panorama es particularmente preocupante para las empresas de logística. “En el último año, el combustible se convirtió en el insumo que más impacta en los costos logísticos, desplazando a los salarios. Y en un sector con reducidos márgenes como el logístico, no nos queda otra alternativa que entrar en una negociación permanente con nuestros clientes, porque estamos obligados a trasladar todas las subas a los costos”, señaló Carlos Musante, director de Cedol, la cámara empresaria especializada en distribución y transporte.
/fuente: lanacion.com.ar