11 NOV 2014 Las personas que atraviesan por este problema tienen dificultades para concentrarse, inconvenientes de memoria y también ven afectada su productividad. Sin embargo, en su trabajo evitan hacerlo público. En el país, más de 4 millones de argentinos la pueden padecer en algún momento de su vida
En el ámbito privado, la depresión no tiene buena prensa. Está, incluso, altamente estigmatizada. Quien la padece, trata de ocultarla. Nadie quiere ver “manchado” su legajo con semejante antecedente, ni ser “freezado” en su carrera ni, mucho menos, despedido. Por todo esto, es que se convirtió en la enfermedad silenciosa por excelencia.
Entre quienes la sufren, el impacto en el trabajo se traduce en dificultades para concentrarse, indecisión, problemas de memoria y también afecta la capacidad de resolución y la productividad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es un trastorno mental frecuente que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo, entre un 8 y 12% de la población mundial.
“Si traspolamos localmente esas cifras se podría decir que más de 4 millones de argentinos sufrirían depresión en algún momento de su vida“, advirtió Marcelo Cetkovich, jefe del Departamento de Psiquiatría de INECO y del Instituto de Neurociencias del Hospital Favaloro.
“Además, la OMS estima que para el 2030 la depresión será la segunda causa de morbilidad en los países de ingresos medios, y la tercera en los de ingresos bajos . Es un problema sanitario que interfiere en la calidad de vida de las personas y aumenta a su vez el riesgo de padecer otras enfermedades“, enfatizó el psiquiatra.
Y aseveró: “La depresión afecta a las personas independientemente de su edad, género u origen; pero algunos factores sociales, económicos y laborales pueden incrementar el riesgo de generarla. No reconoce barreras sociales, golpea a todas las clases aunque los más carentes económicamente están a su vez más desprovistos para lidiar con este enfermedad.”
El pico -según contó Cetkovich durante un encuentro con periodistas organizado por el Laboratorio Lundbeck para presentar Vortioexetina, una nueva droga antidepresiva que se comenzará a vender en el país a principios de 2015- se da entre los 30 y los 40 años. Por género, la prevalencia es dos a uno más frecuente en las mujeres.
Tal como advirtió, “es una enfermedad que está subvalorada, pero que, si no se detecta a tiempo, puede tener consecuencias muy graves como la pérdida del trabajo y la imposibilidad de encontrar un nuevo empleo, situaciones que llevan a que se perpetúe la baja autoestima que sufre la persona.”
El temor a hacer público esta enfermedad se manifiesta, sobre todo, en el ámbito laboral. De hecho, en una encuesta llamada IDEA (del inglés Impact of Depression in the Workplace in EuropeAudit -Auditoría del Impacto de la Depresión en el Trabajo en Europa) realizada por la Asociación Europea de Depresión a 7.000 personas, más del 60% de éstas dijeron que no informarían a su empleador en caso de ser diagnosticados por depresión.
En tanto, la mitad de quienes han padecido la enfermedad decidieron no informar por considerarla “algo privado que no contarían a nadie” y el 30% por “miedo a poner en riesgo su trabajo.”
Del relevamiento -llevado a cabo en Alemania, Dinamarca, Italia, Francia, España, Turquía e Inglaterra- también surge que el 20% de los encuestados había recibido en algún momento un diagnóstico de depresión, y uno de cada diez faltó al trabajo a causa de esta enfermedad, con un promedio de 36 días perdidos por episodio. Esto equivale a más de 21.000 días laborales perdidos en este grupo de personas.
“Estudios similares realizados en otros países arrojaron cifras también significativas: en Brasil fueron más de 60 días al año con incapacidad laboral por episodio depresivo, en Australia y China más de 15 días, y en México 7 días al año”, contó Cetkovich.
Sin embargo, a pesar de la magnitud del problema, casi uno de cada tres gerentes informó que no tenían apoyo formal o recursos para tratar con los empleados que tienen depresión, y el 43% solicitó mejores políticas y la legislación para proteger a los empleados.
Sobre los resultados de la encuesta, Cetkovich comentó que “muestran que aún queda mucho por hacer para aumentar la conciencia y el apoyo a los colaboradores y empleadores en el reconocimiento y manejo de la depresión en el lugar de trabajo. Es un desafío laboral y social que está causando graves daños y que requiere atención inmediata.”
Una enfermedad con alto costo
Los costos económicos de la depresión son muy altos debido a la pérdida de productividad a causa del ausentismo (baja laboral) y por los días no productivos (trabajar con rendimiento por debajo de lo normal), sin tener en cuenta el sufrimiento que causa en las personas.
Los mismos, según los datos presentados, representan más del 50% de todos los costos relacionados con depresión.
Un desorden multidimensional
Tal como explicó el director médico de Lundbeck, Eric Wainwright, la depresión es un desorden multidimensional: emocional, físico y cognitivo.
Entre los síntomas emocionales aparece el ánimo depresivo la mayor parte del día (es decir, la tristeza), la pérdida del interés, la incapacidad de disfrute, la baja autoestima, las ideas de culpabilidad, el pesimismo y la ansiedad
En tanto, como parte de los síntomas físicos se destacan la fatiga o pérdida de energía, la pérdida del interés sexual, la alteración del sueño, y el aumento o pérdida de peso.
Los síntomas cognitivos provocan un deterioro significativo en el funcionamiento laboral y están presentes en el 94% del tiempo en un episodio de depresión.
Los más habituales son:
- Lentitud en el pensamiento, lenguaje y en aspectos motores
- Disminución de la concentración
- Incapacidad de tomar decisiones en entornos cambiantes
- Disminución de la capacidad de aprendizaje y memoria
Sin embargo, la encuesta muestra que el conocimiento de estos síntomas es pobre: cuando se pidió identificar los signos de la depresión, el 57% identificó problemas de concentración, el 44% la indecisión y sólo 33% dijo el olvido. Por el contrario, el 88% identificó el bajo estado de ánimo o tristeza como un signo de depresión.
Tal como expresó Cetkovich, “algunos de estos síntomas cognitivos representan fallas en lo que llamamos ¨El procesador central¨ del cerebro, que es la función directiva, gerencial y rectora del sistema nervioso. Cuando falla, la persona no logra desempeñarse exitosamente en su día a día.”
“Y aunque los pacientes no los reconocen como parte de la depresión, es tan importante detectar los síntomas cognitivos como los otros”, enfatizó el jefe del Departamento de Psiquiatría de INECO.
Dado que los síntomas son de diversas dimensiones, el tratamiento debe ser combinado, ya que la persona afectada se debe recuperar tanto de las alteraciones emocionales y físicas como cognitivas, recomendó Cetkovich.
En la actualidad, el 72% de los pacientes en tratamiento se encuentra en riesgo de sufrir recaídas. “Esta alta tasa se debe a una problemática hoy desatendida por la que muchas personas al finalizar su tratamiento tienen síntomas residuales que impiden que recuperen al 100% la calidad de vida que tenían antes de esta patología”, concluyó el psiquiatra.
/fuente: iprofesional.com