03 Jun 2015.- Es realmente impresionante la cantidad de dinero que se le extrae a las empresas productivas y a las familias y se le transfiere al Estado Nacional, hecho que es fácil comprobar pues la recaudación fiscal de 2015 se estima en $ 1.174.418 millones. Sin embargo, dados los altísimos niveles de gastos corrientes ($ 1.324.454 millones) y de capital ($ 170.915 millones, más los intereses de la deuda pública ($ 86.877 millones), se produce un déficit de $ 320.951 millones, que tendrá que ser financiado con emisión del Banco Central y con algo de deuda al 9% anual en dólares. Se considera que este despilfarro no puede continuar mucho más, pues el déficit, eliminando de los ingresos algunos subterfugios como las ganancias contables del BCRA, llega este año al 5,7% del PIB. Recordemos que cuando se produjo el fin de la convertibilidad el déficit era de 3,5% del PIB.
El consenso entre los economistas profesionales señala que se deberían eliminar de una vez o gradualmente los subsidios exagerados a los servicios públicos cuyo monto llegaría este año a $ 205.000 millones, para bajar drásticamente los gastos. Esto es más fácil decirlo que hacerlo, pues es una medida muy impopular. De todas maneras, en la estimación de reducción sólo se eliminan los subsidios exagerados y se deja un nivel de subsidios de épocas normales.
También hay consenso en que es muy distorsivo el Impuesto a la Transferencias Financieras (impuesto al cheque) aplicado por Domingo Cavallo para sobrellevar la crisis durante 2001. Esto resta $ 103.000 millones a los ingresos del fisco en 2015. Se podría dejar este concepto como “a cuenta” de IVA, ganancias u otros impuestos, de manera que afectaría solo a los que evaden.
Además, ningún país exportador de alimentos aplica derechos de exportación a esos productos. En efecto no lo hacen ni Uruguay, ni Brasil, ni Estados Unidos, ni Australia, ni Canadá, todos exportadores de materias primas agrícolas, pues todos quieren exportar más y alentar a sus sectores competitivos a consolidar sus ventajas a nivel mundial. Por lo tanto también habría que eliminar las retenciones a la exportación.
Hay que arreglar las escalas del impuesto a las ganancias de 4ª categoría y también ajustar los balances de las empresas por inflación pues en la práctica se está gravando el capital de las empresas y no sus ganancias reales. Esto resta $ 118.000 millones a las arcas oficiales
¿Qué podemos hacer en la práctica? Encarar el problema. Tal como están las variables macroeconómicas, especialmente las fiscales, ya en los últimos 3 años el país dejo de crecer y solo tenemos inflación alta y, si no hacemos nada, la situación va a empeorar.
La forma de implementar estos cambios puede ser de shock (todo en una sola vez) o gradualmente. Esta segunda opción les va mejor a los tres políticos que tienen más posibilidades de llegar al poder el 10 de diciembre de este año. Por lo tanto, esta política es la más probable. Sin embargo hay que señalar que un gradualismo muy en cuenta gotas corre el riesgo de repetir la experiencia de la Alianza, lo que no es recomendable. Hay que insistir en que fiscalmente no es viable seguir como vamos, no es sustentable. Se deben corregir los errores y recordar que la “sintonía fina” (gradualismo en cuenta gotas) que en su momento anunciaron las actuales autoridades no alcanzó más que para llegar al fin de la presente gestión.
Ahora hay que mirar el largo plazo y actuar en función del bien común, no del interés de un partido para “ir tirando en el poder”. Las correcciones se harán, de una manera u otra, y es mejor pensar bien en ellas que improvisar a último momento, como aprendimos por el sabor amargo de las crisis de 1989 y de 2002. Las correcciones se pueden hacer bien, y se deben hacer bien, para evitar el sufrimiento de muchas personas/ lanacion.com.ar