17-ENE-2014 El billete paralelo subió a $11,55. Así, la brecha con el tipo de cambio “turista” volvió a los mismos niveles que tenía cuando se aplicó el recargo del 35%. Así, pese a todos los esfuerzos oficiales, la política cambiaria del nuevo equipo económico vuelve a su punto de partida.
Uno a uno, los objetivos del Gobierno para “pasar el verano” empiezan a caerse.
Con el cambio de equipo económico, parecía que se iba a poder lograr que el dólar y la caída de reservas dejaran de ser uno de los temas principales de los medios de comunicación.
Fue así durante algunas semanas, a tal punto que la prensa más cercana al Gobierno celebraba cómo se había logrado disipar ese fantasma surgido de la conspiración de especuladores.
Pero duró poco: en estos días, oficialmente, ambos temas volvieron a ocupar el epicentro informativo.
Con reservas que perforaron el piso psicológico de los u$s30.000 millones, mientras el tipo de cambio paralelo superó los $11,50 y parece incontrolable, la sensación del mercado es que se cerró definitivamente la etapa de la “luna de miel” del nuevo equipo y se entra en un escenario más complicado.
Y mientras los funcionarios K intentan restarle importancia a estos reveses -con los consabidos argumentos de que la caída de reservas es transitoria y obedece al desendeudamiento y que el dólar blue no tiene entidad por ser marginal e ilegal-, lo que queda en un segundo plano es que se pone en riesgo la estrategia misma del nuevo equipo económico.
Ocurre que la estabilidad del dólar blue no sólo era un objetivo explícito fijado por Axel Kicillof al momento de su asunción sino que, además, era una parte fundamental de su plan.
Medidas importantes adoptadas por el Gobierno sólo tenían sentido si se partía de la premisa de que el blue podría mantenerse estable.
La primera fue el recargo al turismo, una iniciativa pensada con el explícito objetivo de desestimular los viajes y los gastos con tarjeta de crédito en el exterior.
El diagnóstico suponía que el récord de salida de turistas -que le costó al Banco Central la pérdida de unos u$s8.000 millones de reservas durante 2013- obedecía al agrandamiento de la brecha.
En otras palabras, cuanto mayor era la distancia entre el tipo de cambio oficial y el dólar paralelo, mayor era la sensación de que el Estado “subsidiaba” la compra de pasajes aéreos y el consumo fronteras afuera.
Foja cero
El día previo al recargo del 35% para el turismo, ese “subsidio” equivalía al 20%.
• Como en ese momento el dólar oficial valía $6,16 y el recargo era del 20%, entonces el tipo de cambio turista era de $7,39. Ese valor era un 20% menor que el blue de ese momento ($9,30).
• Con las medidas oficiales, ese subsidio al turismo se redujo de golpe a 10% (la nueva cotización pasaba a ser de $8,32).
Con una diferencia tan baja, se generaba una expectativa -que efectivamente se cumplió- de que disminuyera la compulsión de los argentinos a “reventar” la tarjeta durante sus vacaciones.
Era la primera semana de diciembre y, hasta ahí, había un moderado motivo para el optimismo.
Si bien los antecedentes marcaban que a cada medida para encarecer el turismo había sobrevenido una escapada del blue, esta vez parecía que las cosas podrían ser diferentes, ya que había una decidida política para contener al paralelo por debajo de los $10.
Un poco con moderación monetaria, otro poco con la venta de bonos dolarizados del fondo de Anses -el mecanismo conocido como “dólar bolsa”-, se hacía evidente que el Gobierno había decidido tomarse en serio al mercado paralelo, y con argumentos de más peso que los legendarios llamados telefónicos de Guillermo Moreno a los cambistas.
Pero hoy, a seis semanas de haber decidido encarecer el turismo, la sensación es que todo volvió a foja cero. Porque la premisa fundamental falló: con la escapada del blue, nuevamente se torna atractivo el gasto con tarjeta en el exterior.
La cuenta es simple: con un dólar oficial en $6,78, el nuevo tipo de cambio del turista es $9,15.
Si el equipo económico hubiese tenido éxito en mantener al billete paralelo en su nivel de comienzos de diciembre, entonces ya prácticamente no habría diferencias entre el blue y el turista (y aquella sensación de subsidio se habría esfumado por completo).
Pero, con la escapada de los últimos días, todo el efecto de la medida se neutralizó por completo: hoy el dólar turista es un 21% más barato que el blue, un nivel exactamente igual al que había cuando se decidió el nuevo recargo.
Fue contundente al respecto Javier González Fraga, ex titular del Banco Central: “Por más que se devalúe fuertemente el oficial, las importaciones serán atractivas y existirá una brecha cambiaria que alentará los viajes al exterior y cualquier otra forma de comprarle dólares al Banco Central”.
Más estímulo para el gasto
Algunos creen que el mismo efecto puede repetirse sobre la otra medida importante que tomó el nuevo equipo económico al asumir: el recargo a los autos caros, con la intención de que ese rubro de consumo suntuario pudiera implicar pérdida de reservas del Banco Central.
Como el consultor Salvador Di Stefano, quien pronostica que este año el mercado de 0km puede estar en 850.000 unidades luego del récord de 950.000 de 2013.
“A pesar del impuesto al turismo y los impuestos internos, se seguirán vendiendo autos y pasajes. Hay un vacío imposible de llenar los primeros días, mientras la gente digiere los nuevos precios, luego comenzará el movimiento y finalmente la actividad”, señala el analista.
Su argumento es que “dada la alta inflación que tendremos por delante” el estímulo para el gasto de viajes y 0km continuará aunque en menor medida.
En definitiva, lo que los expertos están viendo es que la escapada del blue no sólo no neutraliza el consumo de bienes suntuarios sino que, además, hace que pierda buena parte de su efecto la fuerte suba del dólar oficial.
A pesar de ser una medida discutida, varios economistas admiten que una aceleración en la tasa devaluatoria -lleva un 10% de suba en la “era Kicillof”- responde a una necesidad de recuperar competitividad de la economía.
Pero, una vez más, el blue mete la cola. Porque para que esta recuperación de competitividad sea efectiva, el resto de los precios deben mantenerse más o menos estables. Y la escapada del billete informal mete presión para una mayor inflación.
Como afirmó Dante Sica, director de la consultora Abeceb, en una entrevista con The Wall Street Journal: “El problema no es sólo que haya dos tasas de cambio, sino que la brecha entre las dos haya sido tan amplia durante tanto tiempo. Los agentes económicos empiezan a fijar los precios, especialmente los de los servicios, en base al tipo de cambio paralelo”.
¿Cómo sigue?
“Lo peor del blue es que funciona como un termómetro. Es cierto que no es un mercado grande, pero la gente lo mira. Y el día en que hay una crisis y el Gobierno está sin respuesta, el que se asusta compra”, afirma el ex ministro Martín Lousteau.
Muy crítico de la gestión de Kicillof, opina que la estrategia oficial ya ha sido derrotada por el mercado: “Arrancaron queriendo bajar la brecha, se gastaron un montón de cartuchos y hoy está al mismo nivel que cuando asumió el nuevo equipo económico”.
Ante esta situación, en la que las tapas de los diarios muestran la palabra “blue” siempre acompañada por “récord” en la misma frase, la pregunta obligada es cómo sigue el panorama, y si todavía hay margen como para revertir una espiralización de dólar y precios.
A juzgar por las opiniones que vierten los economistas más experimentados, sí hay posibilidades de corregir los errores, pero la incógnita pasa por si los funcionarios estarán dispuestos a tomar las medidas que se requieren.
Miguel Kiguel, titular de la consultora Econviews, recuerda que ante este tipo de corridas cambiarias la reacción típica del Gobierno suele ser restarle importancia al tema y señalar que es un fenómeno transitorio causado por la demanda turística.
“El año pasado la suba del tipo de cambio era estacional y así terminamos”, observa.
En la misma línea apunta Aldo Pignanelli, ex titular del Banco Central: “Algunos creen que esto se frena cuando, al final del verano, empiecen a llegar los dólares de la soja. Y la verdad es que podemos tener un respiro un par de meses, pero la tendencia será la misma: las reservas van a seguir cayendo y la gente va a seguir yendo al dólar blue”.
Su visión es que el récord de cotización del informal es el reflejo del temor del público ante la incertidumbre. “En algunas ciudades del interior ya se transa a 12 pesos. La gente no tiene una referencia”.
“El Gobierno empeoró la situación porque ha venido haciendo mini devaluaciones del tipo de cambio oficial. Así se agravan las expectativas, porque el exportador no tiene incentivos para liquidar sus dólares mientras que el importador trata de comprar todo lo que pueda”, afirma Pignanelli.
Su pronóstico es que, lejos de estabilizarse, el blue seguirá un camino ascendente que copiará la evolución de la inflación.
También Lorenzo Sigaut, analista de Ecolatina, coincide en que los factores estacionales no alcanzan para explicar lo que está ocurriendo en el mercado, y que el Gobierno debe apuntar a corregir los problemas estructurales, como el hecho de apelar a la emisión para cubrir el déficit fiscal.
“Hay más pesos en la economía por cada dólar en las arcas del Central”, agrega.
Para quienes creen que el precio del blue debe ser fijado, en última instancia, por la relación entre base monetaria y reservas, está claro que hay que esperar todavía un fuerte empuje: esa referencia, al día de hoy, se sitúa por encima de $12,33.
Desde la lógica de esa regla, todavía hay que esperar un 7% de corrección alcista del blue.
Pero, a esta altura, ya es claro que hay otros componentes que entran en juego, y que responden a temores y nerviosismo del público.
Es ahí donde los economistas expresan sus mayores temores. Como advierte González Fraga: “Si no se hace algo para corregir esta situación, se pueden disparar expectativas negativas y generar una corrida donde el precio ya no va a ser razonable”.
Al igual que este economista, son varios los que creen que si el Gobierno no aplica un plan integral que corrija los desequilibrios, el valor del blue será comandado por el nerviosismo y la histeria.