25 NOV 2014 Todos hablan del Impuesto a las Ganancias. A tal punto que parecería que es el factor que puede inclinar la balanza para determinar si el fin de año se vivirá con paz social o con turbulencias.
En las negociaciones sindicales que se desarrollan en estos días, el reclamo de un alivio en este impuesto -por la vía de elevar el “piso” a partir del cual los asalariados empiezan a tributar- se transformó en gran protagonista.
Se lo menciona incluso con más insistencia que a la reapertura de paritarias, que a un bono de fin de año o que a las “sumas puente”.
El tema tiene tal fuerza que ha unido lo que el kirchnerismo desunió: las facciones rivales de la CGT, que unificaron su discurso.
Antonio Caló espera el regreso de Cristina Kirchner a sus funciones para recordarle su promesa de “derogar la cuarta categoría del impuesto”, mientras trata de calmar a su base del sindicato metalúrgico, que está al borde del conflicto.
Al mismo tiempo, Hugo Moyano salió de su silencio (había manifestado su temor a ser acusado de “desestabilizador”) para retomar su discurso favorito: el anuncio de protestas si no hay un alivio en este tema.
“¿Qué tienen que ver las paritarias si gran parte del porcentaje que se logra en estos acuerdos se lo lleva el Gobierno a través de este impuesto al trabajo?”, disparó el sindicalista.
La situación es de por sí reveladora de cómo este gravamen ha dejado de ser una preocupación exclusiva de una minoría de empleados -que conforman la parte superior de la pirámide de ingresos- y ya afecta a una vasta porción de asalariados de nivel medio.
Fuentes del gremio ferroviario que están en estos momentos negociando su situación salarial, indican que este año el efecto de Ganancias implicó que, por este concepto, la AFIP se quedara con un sueldo y medio del ingreso promedio de cada empleado.
Lo cierto es que, a esta altura, el reclamo es tan fuerte que hasta da la sensación de que seríarelativamente fácil para el Ejecutivo aliviar las tensiones sociales.
Bastaría con un pequeño gesto -por ejemplo, eximir del impuesto al cobro del medio aguinaldo de diciembre- para que se generase un cambio de clima. Más aun, el Gobierno no sólo lograríadesactivar las protestas gremiales sino que hasta tendría una mejora en su imagen ante la opinión pública.
Sin embargo, en pocos temas se ha mostrado tan rígido e inflexible como en este. Hasta ha habido señales, en los últimos días, de que toleraría otras medidas que antes resistía -como la reapertura anticipada de las paritarias- con tal de que Ganancias quede tal como está.
Y es ahí donde surge la gran pregunta: ¿por qué hay tanta resistencia a dar, aunque más no sea, un pequeño alivio si una medida en ese sentido le traería beneficios al oficialismo?
En definitiva, ¿no toca Ganancias porque no quiere o porque no puede?
Cada vez más Ganancias-dependiente
La explicación, en realidad, viene por este lado: en un momento de gran debilidad fiscal, el Impuesto a las Ganancias -por el tipo de tributo- es un ingreso del cual Cristina Kirchner no puede darse el lujo de prescindir.
Es que no solamente representa una parte importante de la recaudación, sino que su relevancia es creciente respecto de los demás impuestos.
Los números son elocuentes:
-En 2009, representaba un 19% del total de la recaudación.
-En 2010, significaba el 20%.
-En 2013, el 21%.
-En lo que va de este año ya es 23%
Y su tendencia es creciente. En sentido inverso, otros tributos -como el IVA o el impuesto al cheque- han tenido una importancia relativa descendente
Si se miran apenas las variaciones porcentuales podría acaso parecer que las mismas son menores, pero lo cierto es que cada punto en el ingreso total representa $12.000 millones en el año.
Ahí empieza a quedar más claro el empecinamiento oficial por sostener el impopular impuesto.
Pero eso no es todo, porque cuando se analiza la evolución de la composición interna del gravamen, se llega a otra conclusión más inquietante: la proporción que corresponde a losasalariados está creciendo en importancia respecto de la porción que pagan las empresas.
En 2007, cuando Cristina Kirchner asumió la presidencia, el rubro de la cuarta categoría -es decir, la parte de Ganancias pagada por personas físicas- representaba un 30% del total del impuesto. En la actualidad, esa cifra subió hasta significar un 45 por ciento.
El impuesto más perverso
¿Cómo se llegó a la realidad de hoy día, en la que se observa una dependencia tal que el Gobierno no puede renunciar ni un centavo de esta recaudación?
Por un lado, claro, está la situación general de la economía. El deterioro fiscal ya es inocultable, con los ingresos creciendo a una tasa del 34% mientras los gastos lo hacen al 44%.
“El déficit fiscal de este año superará los $170.000 millones, equivalente a 4% del PBI”, pronostica Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica, al tiempo que advierte que casi la mitad de ese “agujero” se produce, justamente, en estos dos últimos meses del año.
En otras palabras, hay una cuestión de “timing” incómoda: justo cuando Cristina más necesita disponer de “caja”, los sindicatos intensifican su reclamo para el alivio impositivo.
Un informe de la Fundación Mediterránea da cuenta de que, mientras hace un año el ingreso de AFIP le permitía al Gobierno financiar el 89% del gasto, ahora apenas alcanza para pagar el 82% de las obligaciones.
El resto, ya se sabe, se financia con emisión monetaria o con endeudamiento.
Estos números explican la preocupación gubernamental por no prescindir del dinero que le dejan los impuestos, pero no alcanzan por sí mismos a explicar por qué Ganancias, en particular, se ha vuelto más vital que nunca.
Y aquí es donde entra el componente “perverso”: a diferencia de los demás, que crecen cuando la economía va bien y se achican cuando la actividad se enfría, Ganancias tiende a mantenersesiempre al alza.
¿Por qué ocurre esto? Porque su recaudación depende, básicamente, de la inflación. A mayor nivel, más se recauda, independientemente de si el salario real crece o disminuye.
“Esto sucede porque, al dejar inamovible el piso del impuesto y no ajustarlo por el índice inflacionario, entonces la base imponible aumenta”, afirma Diego Giacomini, economista jefe de la consultora Economía & Regiones.
“No solamente hay gente que antes no tributaba y ahora empieza a hacerlo, sino que ademáslos que ya estaban alcanzados suben de categoría; entonces el que antes pagaba 20% pasa a pagar 35%”, completa.
En la misma línea, Ariel Barraud, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, apunta a la gran diferenciaentre Ganancias y el resto de los tributos.
“En los últimos años, el crecimiento de los diferentes impuestos internos es muy pro-cíclico”, afirma, en relación a que todos los rubros tienden a variar en el mismo sentido que el PBI.
Es decir, en un momento como el actual, todos tienden a disminuir en términos reales. Pero admite que, en el caso de Ganancias, el componente inflacionario se muestra más relevanteque el de la actividad productiva.
La Fundación Mediterránea difundió un trabajo de Marcelo Capello y Néstor Grión, en el cual se demuestra cómo es el único tributo que está evolucionando por encima de la variación del PBI.
/ iprofesional.com