04 Jun 2015.- Para algunos industriales es resolver la cuadratura del círculo: cómo revertir la crisis del sector fabril, que acumula 21 meses consecutivos de caída y un retraso cambiario que les resulta escandaloso, sin devaluar. Pero ése fue el equilibrio que, realista o no, intentaron hacer ayer cuatro economistas de los candidatos presidenciales en la Unión Industrial Argentina (UIA).
La puesta en escena fue sugestiva. Porque la invitación a Miguel Bein (asesor de Daniel Scioli), Rogelio Frigerio (Mauricio Macri), Marco Lavagna (Sergio Massa) y Javier González Fraga (UCR/UNEN) no suscitó la abrumadora afluencia de directivos que habría significado, por ejemplo, una conferencia de Axel Kicillof. Cuestiones de tacto político en la UIA: al parecer, el Gobierno está lejos de ser considerado allí un pato rengo que obliga a situarse más allá de octubre.
Al igual que lo que pasa últimamente con el sector de la energía, los economistas mostraron coincidencias en el diagnóstico: es vital recuperar la inversión y el financiamiento, bajar la inflación, sincerar tarifas y corregir el atraso cambiario. Todo, sin que se corroan los salarios.
Bein, por ejemplo, arrancó con un análisis sobre una reversión de dogmas que, hasta hace unos años, eran intocables. “No existe más la agenda de darle crédito a la gente en lugar de salario. Eso empezó con Reagan y fracasó, porque generó una crisis con sobregiro de financiamiento. La agenda es ahora de inversión en calidad para generar salario y bajar la restricción externa”, dijo.
A ese trastocamiento contribuyó aquí, dijo, la situación internacional. “Antes, esos ciclos iniciados por consumo duraban tres años; esta vez fueron diez años porque tuvimos no sólo duplicación de los precios internacionales, sino duplicación de cantidades en sectores como el agro y la minería. Esto hizo que los salarios se apreciaran en dólares 45 por ciento.”
Entonces se adentró en el deterioro de estos años. “Se pasó de tener superávit de la balanza de pagos a un déficit de 12.000 millones de dólares. La balanza de combustibles es entre 4000 y 5000 millones de dólares negativa. La Argentina se expandió mucho por consumo y la inversión no acompañó. Lo que no se puede decir es que el desendeudamiento fue mentira porque quebraron al Banco Central: si lo quebraron, es porque fue verdad. Y tampoco lo quebraron, en realidad: el Central hizo un esfuerzo enorme para pagar los vencimientos de capital. Si queremos pasar de nuestros 12.000 dólares per cápita a los 24.000 de Corea tenemos que subir la tasa de inversión de 7 a 15 puntos del PBI. Y no hace falta empezar por el lado del consumo: para crecer hace falta producir y para producir faltan divisas.”
SHOCK O GRADUALISMO
González Fraga intentó, en cambio, saltar el dilema del aterrizaje suave. “No es ajuste o gradualismo, es ajuste o shock de confianza. Los que creen que no es importante la confianza, que sigan probando con desconfianza como en estos años. Yo estoy a favor de volver a la inversión. Estar a favor de la inversión y en contra de la confianza es una contradicción: confianza no es que salgamos en The Wall Street Journal, sino que ustedes quieran volver a invertir. Estos 18 puntos del PBI de inversión no alcanzan para todo lo que los políticos prometen. Tenemos que estar más cerca de 30”, dijo, y soltó una ironía hacia Cristina Kirchner: “El ajuste puede ser gradual o de shock. Gradual es lo que está haciendo el Gobierno ahora: caen las jubilaciones y los salarios. Cualquier continuidad de la política económica actual es ajuste gradual. Y, con el tiempo, va a significar falta de inversión y más ajuste”.
El ex jefe del Banco Central propuso subir tarifas para el sector más rico de la población, eliminar la ley de abastecimiento y casi todas las retenciones, desdoblar el tipo de cambio y volver a los mercados externos.
También se opuso a una “megadevaluación”. Porque, explicó, “una caída violenta de los salarios es éticamente reprochable y políticamente ingenuo. Y no genera inversión: los mismos que te piden devaluar no van a invertir porque, con una crisis, van a decir que no están dadas las condiciones”.
Una gran devaluación, agregó, terminaría mal. “Después del shock, vamos a dar lugar a otro ciclo político de populismo basado en atraso cambiario, como pasó desde 2003. Las devaluaciones suelen ser una gran tentación, porque el atraso cambiario permite ganar elecciones: la gente puede viajar, comprar tecnología. El desafío es recuperar los equilibrios macroeconómicos sin afectar el salario real.”
Frigerio también cuestionó la política aplicada por Kicillof. “El Gobierno tiene un único objetivo: llegar a octubre sin devaluar; fomentar el consumo con retraso cambiario, y éste, con endeudamiento”, dijo.
Y se adentró en un tópico que suele esgrimir el kirchnerismo sobre pronósticos “agoreros” incumplidos. “Algunos, no yo, hablaban de que no se iba a concluir el mandato. Pero eso, con una bonanza nunca antes vista en la historia del capitalismo, habría sido chocar la calesita.”
PROBLEMAS VIEJOS
Según el presidente del Banco Ciudad, en el lapso 1943-2003 entró la misma cantidad de dólares que en el período 2003-2013. “Hubo 450.000 millones de dólares adicionales por presión impositiva adicional. Casi un PBI en efectivo. Con estas condiciones, no concluir era chocar la calesita”, insistió, y agregó que, aunque el país tenía ahora “los mismos problemas que en el último medio siglo, ésta es la primera vez que es el único del vecindario en tenerlos”.
Recordó el 10% que pagó Scioli para endeudarse contra el 4% de Paraguay, agregó que “Estados Unidos empapeló de dólares el mundo, pero sólo faltan acá”, y advirtió: “La Argentina nunca va a ser competitiva sobre la base de salarios bajos. No está en nuestra cultura”.
Después objetó la gestión del Gobierno. “El Metrobus les hizo ganar a los trabajadores más de media hora para estar con sus familias, eso también es política, y costó un mes de subsidios a Aerolíneas Argentinas, cuyo 86% va al 20% más rico de la población. Fútbol para Todos son 660.000 viviendas y 1000 escuelas. Acá no se recuperó el Estado, se recuperó con creces el gasto público.”
Marco Lavagna le auguró al kirchnerismo un final no traumático: “Probablemente el Gobierno pueda mostrar, con parches, una recuperación: la gente va a ir a votar con plata en el bolsillo. Pero como no se solucionan los problemas de fondo, todo se va ir deteriorando”.
Después insistió en la necesidad de inversiones. “El consumo interno tiene que ser una locomotora, y la inversión, su lubricante”, afirmó, y propuso levantar las restricciones cambiarias. “El cepo se levanta si entran dólares. Van venir con la nueva inversión y para eso es importante un shock institucional: independencia del Indec y del Banco Central”.
Sobre la inflación, se mostró partidario de soluciones en el tiempo. “En el primer año, hay que bajarla a la mitad; en el segundo, a un tercio, y después, a 4 o 5%, que es lo que debería tener la Argentina”, concluyó./ lanacion.com.ar