21 ABR 2015 Para el economista Eduardo Levy Yeyati, el próximo gobierno tendrá que elegir bien la secuencia de medidas para solucionar cada uno de los problemas sin provocar el desmadre de los otros.
Inflación, tipo de cambio atrasado y reservas del Banco Central limitadas. Para el economista Eduardo Levy Yeyati, los tres problemas forman el “trilema” económico que enfrentará el próximo equipo de gobierno en Argentina. “Resolver el ‘trilema’ será elegir bien la secuencia de las medidas para que el ataque a uno de los problemas no signifique el desmadre de los otros”, dijo a Clarín el viernes tras hablar sobre la economía nacional frente a un panel de inversores extranjeros y argentinos convocados por la Fundación Endeavor.
– ¿Cuál de los tres problemas cree que el próximo Gobierno querrá solucionar primero?
– Mi opinión personal es que para preservar capital político con el que luego hacer otras reformas, la prioridad será la inflación. Es un problema social. Aparece en las encuestas. Yo preferiría bajar la inflación tratando de ajustar de manera muy gradual el tipo de cambio real y, obviamente, preservando las reservas para no generar incertidumbre. El siguiente año, cuando la inflación esté más o menos controlada a través de un programa monetario creíble, ajustaría de manera más pronunciada el tipo de cambio, si es que todavía es necesario.
– ¿Un ajuste gradual del tipo de cambio es algo parecido a las microdevaluaciones que viene haciendo el Central?
– No. Hasta ahora lo que se ha hecho con el tipo de cambio es dejarlo caer menos que la inflación. Yo hablo de devaluar en términos reales, es decir, un poco por arriba de la inflación. Una devaluación de 8% o 10% en términos reales. No más para que no se dispare la inflación.
– ¿Y cómo se controla la inflación? ¿Bajando la emisión?
– No tanto. La inflación en Argentina es altamente inercial. La gente ajusta a la mañana mirando la inflación de ayer porque no hay política monetaria y porque nadie le dice cuánto va a ser la inflación de mañana. El Banco Central (BCRA) está básicamente ausente. Pero si vos tenés un programa monetario aprobado en marzo donde específicamente el BCRA te dice que va a hacer un programa monetario consistente y creíble para que la inflación sea de 24%, 22% o el número que elija el Gobierno, y tenés también un índice de inflación que mide de manera creíble la inflación y va convergiendo hacia ese número, la gente va a empezar a creer que la suba de precios es la que dice el BCRA y no la que dice el dólar.
– ¿Ganar esa credibilidad no lleva mucho tiempo?
– Por supuesto. Si fuera tan fácil, lo haría cualquiera. Es difícil. Pero si es difícil implica que lo tenés que hacer con una ingeniería y un nivel de idoneidad técnica. No implica que sea imposible. Son cosas distintas. Vos no podés generar expectativas si te quedás mudo. El BCRA tiene que generar esas expectativas. Y después tiene que cumplir. En principio, o no te van a creer o te van a dar muy poco de credibilidad. A medida que pasa el tiempo, si cumplís, te van a empezar a creer.
– Digamos que el BCRA programa esa política monetaria consistente y hace un cálculo honesto de inflación, pero no genera la credibilidad necesaria y las expectativas que no logró torcer llevan la inflación por encima de sus pronósticos, ¿no se pierde de nuevo esa confianza?
– Ese es el desafío. No es sencillo lograr que te crean pero no es imposible y se ha hecho en otros lados. Y voy a decir más. Es el único camino. Hay dos formas de bajar la inflación en Argentina. Una es subir la tasa de interés mucho y reducir la emisión monetaria. Generás una recesión y ya se sabe que cuando sube el desempleo, baja la inflación. Esa es la que no queremos. La que queremos es la alternativa: armás un programa; le decís a la gente a dónde vas a apuntar y tratás de convencer a la gente de que tenés la capacidad de hacerlo de manera tal que no tengas que generar una recesión. Esta segunda metodología te genera una expansión, porque reducís la inflación sin generar desempleo. La primera es la que tenemos evitar.
– ¿Alguien logró bajar la inflación de esa segunda manera?
– Ha habido planes de estabilización… Israel es un caso, creo que en los años 80 o 90. Se hace de forma gradual. No vas a bajar la inflación a 5% de repente. Pero sí podés bajar la inflación latente de 30% o 35% que tenemos hoy a 24%, 25% o 23%… Lo vas a tener que hacer gradual para que la gente te crea. Si sos muy ambicioso y ponés una meta poco realista, no sólo no te van a creer sino que no vas a alcanzar la meta. Cuando fallás, la gente te retira la confianza. Tenés que ser muy realista en la forma en que te planteás las metas.
– ¿Quién tiene mejores chances de lograrlo?
– Me parece que es más fácil conseguir apoyos, no sólo en el Congreso, sino a nivel sindical y en la Justicia, para un gobierno peronista. Pero por otro lado, a un gobierno peronista que suba defendiendo el modelo hacer un cambio le implicará un desplazamiento mayor. Si sube un gobierno no peronista, no tiene ningún compromsio retórico o ideológico con la política económica de los últimos años. Un gobierno de oposición, entre comillas, tendría más libertad para hacer cambios pero más dificultad para generar el capital político que lo sorporte. El peronista que asuma, retóricamente oficialista en principio, tendrá más capital político y menos espacio retórico para el cambio. No sé que tan importante es la distinción pero claramente hay una distinción.
– ¿No demostró la historia reciente de Argentina que el capital político es clave?
– Sí, algún capital político vas a tener. El Estado argentino, como otros Estados sudamericanos, ha incrementado mucho sus recursos. El gasto ha subido en todos los países porque ha subido la recaudación. En América del Sur, el Estado tiene hoy mayores recursos y eso implica mayor capital político porque los recursos generan voluntades políticas. No es que un gobierno no peronista no tenga posibilidades de generar el cambio, pero va a tener que armar coaliciones y afinidades que no están ya armadas. Las va a tener que armar de cero, mientras que el peronismo ya tiene estos canales establecidos. Pero creo que es un error pensar que a un gobierno no peronista le va a pasar lo mismo que a los anteriores gobiernos no peronistas. Por un lado, porque el Estado es mayor, como decía, y por otro, proque la herencia es mucho menos nociva. De hecho me sorprende que la oposición hable de herencia. La herencia no es ni de lejos comparable con la que recibió Alfonsín o De la Rúa.
Fuente: clarin