14 ENE 2015 Las dificultades para poder usar la tarjeta de crédito o débito en los comercios chicos de los centros turísticos no son más que otro reflejo de la amplia porción de la actividad económica que se mueve en la informalidad. Es, también, una reacción lógica ante la creciente presión fiscal.
Aceptar que un cliente pague con tarjeta es abrirle las puertas a la AFIP. El que puede evitarlo, lo hace. Es el caso de los comercios que prefieren moverse en efectivo para estar fuera del radar de la AFIP o de las agencias de recaudación de las provincias.
Algunos números ayudarán a entenderlo. Fueron acercados a este diario por autoridades de la Cámara de Tarjetas de Crédito (ATACYC):
Instalar un lector de tarjeta de crédito (Posnet) le cuesta al comercio unos $ 200 por mes.Por cada operación que procese, la administradora de la tarjeta (Visa, MasterCard, Naranja, Cabal, etc.) le cobrará un arancel del 3% si es una tarjeta de crédito y del 1,5% si es una de débito.
Hasta ahí, todo más o menos razonable. El verdadero problema para el comercio chico es lo que las tarjetas retienen por cuenta y orden de la AFIP (IVA y Ganancias) o las provincias (Ingresos Brutos y Sellos). De este esquema están exceptuados las grandes empresas (petroleras e hipermercados, por ejemplo).
Lo concreto es que, al final del día, el comercio se queda con sólo el 90% de la facturación. Los 10 puntos que faltan se fueron en aranceles y, sobre todo, en impuestos. Para el caso de los comercios monotributistas, las retenciones se limitan al 2%, a cuenta de Ingresos Brutos.El comerciante que opera en blanco no se puede escapar. La información que le pasaron las tarjetas de crédito a la AFIP sobre cada operación que cobró con tarjeta “Almacén Don Quique”, debe coincidir con la declaración jurada mensual de IVA que ese comercio realice. Cualquier inconsistencia pone a este comercio a tiro de una inspección integral de la AFIP.De hecho, las administradoras de tarjetas son aliadas a la fuerza de los recaudadores. Se calcula que, cada mes, las ventas con crédito o débito suman 70.000 millones de pesos. De ese total, la AFIP se queda con cerca de 3.000 millones.
En resumen, el que opera con tarjeta no puede evadir. Por el contrario, el que opera en efectivo decide cuándo y cuánto paga de impuestos. Esa es la clave del problema.Lo cierto es que muchos comercios, sobre todo los más chicos y los que funcionan sólo en las vacaciones, si no evaden, no son viables.
/ clarín.com.ar