21 NOV 2014 “Destrato“. Es el vocablo más sobrio que encontraron los gremios del transporte para describir la reunión que mantuvieron el lunes con el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. La respuesta, casi automática, se tradujo en el lanzamiento de una protesta que el próximo jueves afectará los servicios del transporte terrestre, aéreo y marítimo.
Si la expresión de repudio no sensibiliza la piel del Gobierno, promete entrar en acción Hugo Moyano, jefe de la central opositora. Después de un prolongado silencio, el camionero ha salido a decir que no descarta la realización de un paro u otra medida de fuerza si la Presidenta no exceptúa al menos de Ganancias el pago del medio aguinaldo de diciembre.
Como sea, primero habrá que ver cómo funcionan las asambleas simultáneas que se harán el jueves que viene entre las 4 y las 7 de la mañana en estaciones ferroviarias, empresas de colectivos y en las terminales aeroportuarias, en rechazo a la intransigencia oficial a convalidar los bonos navideños y a actualizar el mínimo no imponible de Ganancias.
Por más que esta disposición gremial cause distintos trastornos entre los usuarios, parece difícil que la administración kirchnerista vaya a ceder terreno ahora, cuando ni siquiera se mosqueó frente a los dos paros generales y el masivo acto en Plaza de Mayo que llevara adelante el tándem Moyano-Barrionuevo, meses atrás.
Desde esta columna se había anticipado que se perfilaba para un rotundo fracaso el encuentro del Gobierno con esta especie de confederación de organizaciones del transporte. Sólo había que sumar uno más uno: a la total falta de disposición del Gobierno para cambiar iniciativas de su cosecha, bastaba agregar que era virtualmente imposible que le concediera nada a un grupo de gremios opositores (más precisamente moyanistas) cuando ni siquiera repara en los pedidos de la contemplativa CGT oficialista.
“Nos tomaron el pelo“, admitieron a Infobae los voceros del bloque transportista. La semana pasada la reunión se había caído por los supuestos “problemas de agenda” de Capitanich. Se ve que el jefe de Gabinete no pudo ajustar su programa de actividades porque casi sobre la hora del encuentro, que originalmente se iba a realizar en la Casa Rosada, pasó al edificio de Trabajo, y sin la prometida presencia de Capitanich, que ayer salió a pedir “comprensión“.
Los más informados dicen tener probado que, en verdad, el funcionario chaqueño habría sido levantado en peso por la propia Presidenta nomás enterarse que iba a entrevistarse con gremios que lejos están de comulgar con ella.
Experto en tratar con sindicalistas, Tomada se bancó el chubasco como pudo. Los dirigentes gremiales se desahogaron preguntándole al ministro, por ejemplo, por qué el Gobierno no salía a cobrar tributos a la “minería o al capital financiero“ del mismo modo que lo hace con los salarios que superan los 15 mil pesos mensuales.
Con su mejor cara de póker, el ministro escuchó cosas que ya sabía. Entre otras, la renuencia de muchísimos trabajadores de los más diversos sectores a hacer horas extras por temor a ser alcanzados por el llamado impuesto al trabajo. “Esto no es peronismo“, se quejaron.
Después de un rato de catarsis, la delegación encabezada por el portuario Juan Carlos Schmid, el ferroviario Omar Maturano y el colectivero Roberto Fernández, entre otros, se fue de Trabajo de la misma manera en la que había llegado: con las manos vacías.
¿Suenan a poco tres horas de paro disfrazadas de asambleas? Probablemente sí, pero estos gremios comparten la misma tesitura que llevó a Moyano a replegarse en Independiente: el temor a quedar como agentes de la disolución.
Los gremios que sostienen a Caló en la central K también se juntaron para encontrarle una vuelta a la presión que sufren de sus bases para conseguir algún paliativo salarial. Una nueva reunión en la sede del gremio de Obras Sanitarias dejó como resultado que pedirán una entrevista con la doctora Kirchner, que el martes volverá a reintegrase a su rutina después de unos cuantos días de convalecencia.
A esta altura, se ha vuelto un clásico del metalúrgico pedir un mano a mano con Cristina cada vez que las papas queman. En cualquier caso, Caló sigue en sus trece porque aún cree que la Presidenta exceptuará de Ganancias al próximo aguinaldo. No es imposible, pero sí improbable. Una favor: estaría más cerca de conseguir un bono de fin de año de 3 mil pesos para los trabajadores de la UOM (las empresas más chicas de la actividad darían un paliativo menor).
Una aclaración necesaria: el Gobierno resiste los bonos pura y exclusivamente para no tener que dar compensación alguna a los empleados estatales. Porque si un gremio del sector privado, cualquiera sea, acuerda con su patronal una suma equis para fin de año, el Gobierno no lo puede impedir aunque esté fuera de convenio.
Las dos CTA también vehiculizan el mismo reclamo sobres bonos e impuesto a las Ganancias. La oficialista, la del docente Huho Yasky, que esta semana revalidó títulos en esa central al aplastar a dos listas de izquierda, hace el pedido, pero sin levantar la voz. En cambio, la CTA combativa, la del estatal Pablo Micheli, desfiló ayer a Plaza de Mayo levantando esas banderas. Distintas formaciones políticas y sindicales de izquierda se plegaron a la marcha.
Como también adelantara Infobae, Micheli ganó la calle después de entrevistarse el martes con el Papa Francisco en Roma. El sindicalista llegó a la entrevista papal acompañado de Víctor De Gennaro (fundador de la CTA) y de Carlos Custer, un sindicalista de excelente llegada a círculos de la Iglesia: sin ir más lejos fue presidente de la que fuera la central mundial de trabajadores de orientación socialcristiana y también supo ocupar la embajada argentina en el Vaticano.
“Al recibirnos, Francisco hizo lo no hace la presidenta Cristina“, diferenció Micheli, quien dice que el Pontífice celebró que la lucha de esa central se sintetizara en tres T: techo, tierra y trabajo. “Hay que dale con todo al trabajo esclavo“, fue el pedido del ex cardenal Bergoglio.
/fuente: infobae.com.ar