22 jun. 2015.- Las oficinas rígidas, estrictas, con ojos que vigilan todo ya no van. Lejos de los escritorios adornados con caras de estrés, ahora en el trabajo también hay que jugar. Divertirse. ¿Por qué no tocar la guitarra en un rato libre? ¿Por qué no desafiar al compañero más cercano a un partido de metegol antes de tomar una decisión difícil? El modelo Google se expande. Y cada vez son más las empresas líderes que apuestan a liberar el uso de juegos en el horario laboral como herramienta de seducción para sus empleados. Distracción en lugar de control.
Las pioneras son Google y la multinacional argentina de software Globant. El banco HSBC, por su parte, ya incursiona en la modalidad. Otras compañías importantes ensayan experiencias nuevas, como llevar a una banda de rock reconocida a hacer un show entre los escritorios, a media tarde.
“Si vos estás cómodo y mentalmente bien balanceado en las horas de trabajo, tu calidad profesional va a ser mucho mejor”, explica Nicolás Grotocor, director de Recursos Humanos del banco HSBC. “Es una nueva corriente dentro de las empresas que busca generar un ‘contrato emocional’ con sus trabajadores y que no solamente vengan por un salario”, amplía.
En el nuevo edificio del banco en Barracas, se ven desde salas con mesa de ping pong hasta sillones para remolonear un rato, un gimnasio aterrazado al aire libre y se dictan clases de yoga. “También hay seis parrillas, que se pueden reservar y usar en el horario laboral, si hay que festejar un logro”, señala Grotocor.
La experiencia es más extrema en Globant. “Para nosotros trabajar y pasarla bien no tienen que ser conceptos disociados y la oficina se transforma en un gran escenario de socialización”, plantea Guillermo Willi, con el cargo canchero de “chief people officer” o jefe de personal. Allí, manejando sus propios tiempos, los empleados pueden elegir mirar un partido de la Champions League en la tele, tocar la guitarra eléctrica o la batería, ensayar un tema musical con sus compañeros de oficina, jugar a la PlayStation o al metegol. “En la oficina se puede reservar una sesión de masajes o cortarse el pelo con un peluquero”, sorprende Willi. También organizan torneos de FIFA (uno de los videojuegos más populares de fútbol) y competencias internas para elegir la mejor canción que inventan equipos de distintas sucursales y graban con instrumentos en la compañía.
¿Todo esto en horario laboral? Sí. En las empresas creen que mientras se cumplan los objetivos de cada equipo y los trabajos se entreguen a tiempo, la interacción y el juego favorecen la creatividad, acortan el tiempo en la resolución de conflictos y son el nuevo antídoto para que en una época de descreimiento general, el trabajador se ponga la camiseta. Con la buena onda, de paso, se desdibuja uno de los pensamientos menos estimulantes: “Trabajo en una multinacional deshumanizada y dispuesta a todo”.
“La idea es que la cultura sea flexible y autónoma, que los que forman parte de la empresa pueden tomar sus propias decisiones –analiza Willi–. Hace poco fue el día mundial de los superhéroes y convocamos a la gente a venir disfrazada. Se creo un clima muy ameno y divertido.”
El fenómeno, que crece, tiene bases estudiadas por la sociología. Se trata de las denominadas Generación Y (nacidos desde 1982) y Generación Z (nacidos desde 1995), que se desarrollaron en climas democráticos, buscan un balance entre la profesión y la vida personal y ven el trabajo como un medio y no como un fin en sí mismo./clarín.com.ar