24-ENE-2014 Los que pretendan ganar plata a costa de una devaluación que tenga que pagar el pueblo van a tener que esperar a otro gobierno”, decía en un acto público hace menos de un año la presidenta Cristina Kirchner. La realidad es que ayer el Gobierno se apartó de esa premisa. En apenas horas, el Banco Central (BCRA) dejó que el dólar oficial trepara casi 24 centavos, a $ 7,14, y dio lugar a la depreciación diaria del peso más alta desde 2002 .
En la City, el fuerte salto del oficial provocó desconcierto. A diferencia de lo que venía sucediendo desde hacía tiempo, el Central no vendió dólares para contener la demanda. Hacia el cierre, cuando empresas y bancos notaron la falta de dólares, en la plaza formal la divisa trepó casi 12 centavos. Los analistas temen que se traslade a los precios.
En el circuito paralelo, entretanto, avanzó a $ 12,07 (1,7% más que el día anterior). De todos modos, según los cambistas era difícil encontrar un precio de referencia.
“El Central cambió lo que venía haciendo -opinó Francisco Gismondi, ex economista jefe del BCRA-. Como no pueden bajar el blue, quieren correr más rápido con el oficial, para que la brecha no crezca, y además evitan perder tantas reservas.”
Hasta ahora, el BCRA convalidaba devaluaciones graduales, que no superaban los cinco centavos diarios. Muchos economistas criticaban esa estrategia, al considerar que sólo contribuía a exacerbar el déficit cambiario: los importadores tenían más alicientes para anticipar sus compras de divisas, porque preveían que más tarde les sería más caro, mientras que los exportadores retenían sus ventas a la espera de mejores precios. El resultado fue que este mes el BCRA tuvo que ceder US$ 1156 millones de reservas (ayer cerraron en US$ 29.443 millones), y el cambio oficial perdió 10%, lo que arroja un ritmo anualizado de devaluación de 375%.
El problema, advierten ahora, es que una devaluación más abrupta podría tener fuerte incidencia sobre el resto de los precios de la economía, si no va acompañada por un plan económico integral que incluya una corrección del déficit público y, por ende, una menor emisión de pesos por parte del BCRA.
“La corrección cambiaria llega tarde, pero es natural, y, a estas alturas, casi inevitable”, dijo a LA NACION Eduardo Levy-Yeyati, director de la consultora Elypsis. “Su efecto, en cambio, dependerá del contexto”, aclaró.
Para Levy-Yeyati, con políticas transparentes que anclen las expectativas de precios y salarios, al eliminarse la sobreapreciación del peso, mejorarían la balanza de pagos y la actividad, y se recortaría la especulación financiera. Sin embargo, aseveró, “sin un programa monetario explícito y con un Ministerio de Economía desorientado y asustado, se corre el riesgo de que alimente la inflación y el atesoramiento de divisas, reduciendo su impacto sobre la competitividad y frenando la demanda doméstica”.
Hasta ayer, no obstante, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, deslizó que el Gobierno estaba pensando en medidas para contener la avanzada del dólar paralelo -el único al que accede libremente cualquier inversor-, pero no dio detalles al respecto. Simplemente volvió a cargar contra los medios por publicar el valor del billete blue, y aseguró que “estas transacciones ilegales se hacen con un objetivo determinado, que es generar un mecanismo de depreciación de la moneda para comprar bienes muebles e inmuebles a precio de remate, que es afectar la riqueza de todos los argentinos”.
Un economista ligado al Gobierno, en tanto, confió a LA NACION que la idea del Central sería seguir devaluando hasta que empiece la temporada de liquidación de divisas de la cosecha. “Me imagino un tipo de cambio más arriba. Una vez que lleguen los dólares de la cosecha, ahí levantar la tasa de interés y planchar el dólar unos meses”, señaló. “Un cambio más alto y mejores tasas en pesos van a incentivar a que los exportadores liquiden. Al mismo tiempo, no se puede seguir perdiendo reservas. Y el Central, devaluando progresivamente, se había vuelto muy previsible. Está bien que se haya corrido”, opinó.
El Banco Central ya empezó en enero a subir la tasa de interés en pesos del sistema. Sin embargo, plazos fijos que pagan cerca del 25% anual, frente a una tasa de devaluación que supera el 300% anual, el costo de oportunidad de estar invertido en pesos es todavía importante.
Mientras deja correr el dólar en el circuito oficial, desde el Central también especulan con mantener a raya la cotización del paralelo, entre las intervenciones en el mercado bursátil (aunque ayer también las evitaron) y reduciendo, en lo posible, la cantidad de pesos en circulación, para restarle combustible al billete.
Fuente: lanacion.com.ar.