21 ABR 2015 Las negociaciones entre sindicatos y empleadores para definir los aumentos salariales de este año apenas avanzan en cámara lenta. Despacito y suavemente, como en el recordado tema musical de Valeria Lynch, aunque no tan dulcemente.
El motivo por el cual resulta tan complicada la discusión salarial reconoce dos factores: la altainflación, que puede tornarse inalcanzable si se toman las mediciones de consultoras privadas, que promediaron el 38% de incremento en 2014, y el fuerte y creciente impacto del impuesto a las ganancias sobre cada vez más trabajadores asalariados.
El grado de complicación se eleva porque algunos sindicatos pretenden que los aumentos salariales compensen algo del efecto negativo que el impuesto a las ganancias tiene sobre los trabajadores con sueldos más altos.
Es así como, recientemente, el gremio de la alimentación, conducido por Rodolfo Daer, anunció que iría a las negociaciones paritarias con un pedido de aumento del 43%, algo que el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez, consideró “un disparate”, al tiempo que subrayó que “estamos con valores salariales altos y de ninguna manera podemos convalidar aumentos salariales por encima del 25%”.
Los dirigentes sindicales esgrimen que cualquier aumento salarial que reciban los trabajadores alcanzados por el impuesto a las ganancias quedaría licuado por esa retención para el Estado. Un informe del Instituto de Estudios y Formación de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) estimó, en su momento, que por cada 100 pesos de incremento salarial que se acuerden en estas negociaciones paritarias, calculando un aumento promedio del 30%, 22 pesos terminarán yendo al Estado en concepto de Ganancias.
Según se desprende de ese trabajo, en promedio, para que los trabajadores logren un aumento efectivo del 35%, que se acerque a la suba del costo de vida en el último año, las negociaciones deberían llevar el incremento salarial a nada menos que al 45%.
Sindicalistas y representantes de los empleadores esperaban que el gobierno de Cristina Kirchner les diera una mano subiendo el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, pero hasta ahora no hay ninguna noticia al respecto que les permita alentar esperanzas. Después del paro del 31 de marzo, las autoridades nacionales parecen menos dispuestas a dar el brazo a torcer y reducir la presión tributaria.
Para descomprimir la tensión y evitar focos de conflicto, mientras se demora la negociación salarial por actividad, algunas empresas del sector industrial están empezando a pagar sumas fijas a sus trabajadores, en ciertos casos a cuenta del pago del aguinaldo de 2015.
Algunos gremios están recurriendo a “acuerdos puente”, como se denomina a negociaciones en las que se aceptan sumas fijas hasta mediados de año. Los petroleros, por ejemplo, acordaron un adicional de 21.000 pesos para el período comprendido entre abril y junio, mes en el que volverían a sentarse a negociar con los empresarios del sector. También los bancarios lograron a comienzos de este año una suma no remunerativa de 7500 pesos, que en su momento fue presentada como una compensación por el pago del impuesto a las ganancias; pero ahora reclaman una suba del orden del 34% y al menos cuatro puntos más de aumento para cubrir el peso de ese gravamen.
Así las cosas, mientras gremialistas y empresarios relojean la marcha de la economía y de la inflación, al tiempo que aguardan algún retoque en el impuesto a las ganancias, la tendencia de las próximas semanas pasaría por las negociaciones puente hasta el inicio del segundo semestre./ lanacion.com.ar