17 SEP 2014 Afectado por la caída en la demanda del crédito y la excesiva liquidez, las tasas que paga el sistema financiero han descendido 7 puntos porcentuales en meses.
La tasa que pagan los plazos fijos mayoristas tocó ayer un mínimo para el año del 20,12%. Muy atrás parece haber quedado la sorpresiva medida del titular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, quien, horas después del fuerte devaluazo ejecutado en enero del corriente año, pasó a ofrecerles a los bancos una tasa que se ubicó cerca del 30% anual cuando la inmediata anterior era de 10 puntos porcentuales más baja.
En un escenario con una inflación estimada para 2014 que roza ya el 40% anual, los bancos maniobraron en aquél momento como mejor supieron: primero, acompañando el alza que proponía la entidad rectora para sus Lebac con tasas de plazos fijos que prácticamente tocaron el 27% anual a mediados de abril y que, si bien se ubicaban por debajo de las expectativas devaluatorias (para el blue) y de inflación, de todas formas parecían querer acercarse a esos niveles.
Sin embargo, con una economía que no escatima magras expectativas, las familias y empresas comenzaron a demandar menos crédito de parte de las entidades financieras. Esto hizo que las tasas que pagan los bancos por sus plazos fijos mayoristas (y minoristas) iniciaran un camino descendente del 27% al 20% reciente aunque la tasa ofrecida del Banco Central para las entidades siempre se sostuvo por encima del 26%.
Con costos crecientes fogoneados por la inflación, cada vez más regulados, con tope en las tasas de interés de sus préstamos y la imposibilidad de ajustar los balances, las entidades se las arreglaron para sostener, en parte, su rentabilidad.
El dato bien podría quedar en el archivo estadístico pero lo que manda es el contexto. Para buena parte del mercado, la tendencia invita a la reflexión urgente: que se paguen tasas cada vez más negativas al inversor, bien puede dejar al sistema financiero con bajo poder de fuego.
“Las entidades financieras tienen aún mucha liquidez en proporción con la demanda de dinero que existe en la economía”, sostiene Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica. La caída en el crédito le quitó fortaleza a las tasas que pagaban los bancos. La suba de la expectativa inflacionaria también desalentó a los ahorristas. El contexto recesivo le restó decisión a las familias que pensaban en tomar un préstamo para consumir. Y si bien el costo de fondeo para los bancos se mantuvo en 10% anual, y la decisión del Banco Central de tomar pesos (esterilizar) para quitar presión inflacionaria también ayudó a sostener el negocio financiero, de todas formas esto terminó impactando en las tasas que los bancos estaban dispuestos a pagar.
“Si los bancos no pueden colocar sus pesos en el Banco Central, entonces como existe freno en el crédito terminan sobrando pesos”, dijo Castiñeira.
/fuente: cronista.com