Las listas de quehaceres son una de las pocas cosas de las que ninguna persona puede librarse de hacer al menos una vez en la vida. Ya sea pegada con un imán en la heladera o en un post-it al costado de nuestro monitor, siempre está ahí presente esperando que cumplamos cada uno de los puntos que nos habíamos propuesto al comienzo del día. Si las revisáramos al final del día, probablemente nos daríamos cuenta que solo resolvimos menos de la mitad de las cosas. Sin embargo, según publica Quartz, una ejecutiva estadounidense descubrió un método para volver más eficientes estas listas utilizando una teoría económica de David Ricardo.
El reconocido economista inglés publicó en 1817 el libro Principios de economía política y tributación en el que esbozaba su teoría de la ventaja comparativa. Este concepto señalaba las ventajas del libre comercio a la hora de volver más eficientes las producciones de cada uno de los países. Según Ricardo, los países debían concentrarse en producir aquellos bienes en los que presentaban una ventaja comparativa respecto a los demás, ósea, que fabricarlos les representara un costo más bajo. De esta manera, importarían los bienes cuya producción les demandara un mayor esfuerzo.
La autora del libro Drop the Ball: Achieving More by Doing Less, Tiffany Dufu, decidió aplicar la teoría ricardiana a su rutina luego de conocerla en una sesión de entrenamiento de management. En aquel training, la gerente de liderazgo de la startup Levo aprendió como los jefes pueden delegar utilizando este concepto para usar de manera más eficiente su tiempo y energía. “Por ejemplo – señala en su libro – como una experimentada recaudadora de fondos para ONGs, quizás sea la mejor de mi equipo a la hora de redactar cartas de recaudación, pero aportó mayor valor agregado en las reuniones pitcheando ante los principales donantes. Nadie más en mi equipo puede hacer esto”.
Las responsabilidades de la vida cotidiana también puede pasar por el filtro de la ventaja comparativa a la hora de armar la lista de quehaceres. Según Dufu, lo más importante es preguntarse cuáles son las tareas que nadie más puede realizar; de esta manera las personas podrán delegar aquellos asuntos que no necesariamente requieran de su atención. “Vivimos nuestras vidas por default, como el ringtone del celular que nunca cambia porque sigue funcionado bien”, explicó. Si bien aplicar la teoría ricardiana parece sencillo, la autora aseguró que requiere una profunda introspección.