30 ENE 2015.- “Se hacen tickets chicos porque sabés que con más de un palo (u$s 1 millón) te caen”.
Así describe un banquero el nuevo escenario del contado con liqui, que es la forma que tienen las empresas de girar dólares a sus casas matrices a través de operaciones bursátiles.
Por las inspecciones y allanamientos, las sociedades de bolsa “parten” las transacciones de sus clientes a lo largo de varios días, para no llamar la atención de la Comisión Nacional de Valores.
Grandes empresas transfieren por liqui entre u$s 500.000 y u$s 1 millón por mes como máximo, mientras las multinacionales tienen un tope de u$s 2 millones, porque saben que sino tendrán “visitas” del gobierno.
Pero, por otra parte, compran los bonos y los dejan en posición acá en Argentina, hasta que puedan mandarlos sin temor a estar en el ojo de la tormenta. Esperan que este cuasi cepo se termine, al menos como ocurría antes de la asunción de Alejandro Vanoli en el BCRA, cuando enviaban sin problemas “fichas” de entre u$s 10 y u$s 15 millones todos los meses.
“A partir de los controles, sólo operamos bonos y pocas cantidades por vez, ya que si hacés tickets grandes te mandan inspecciones”, advierte el director de un banco. Insiste en hacer entender que el CCL es un arbitraje, que se hace en activos con liquidez y muestra diferencia de precios, con lo cual el Banco Central no pierde ni un centavo de reservas.
Pero ocurre que el blue chip es el hermano mayor del dólar paralelo; por lo tanto, la suba de uno provoca el alza del otro.
Los principales players del sector cuentan que operando acciones en lugar de bonos se disimula un poco, ya que es más difícil su control, porque la negociación es contra New York Stock Exchange, aunque los contratos de conversión son más caros y demoran en hacerse el triple de tiempo. El tema es que con los bonos en dólares es más visible el precio y el costo de salida. Por eso, el gobierno sigue más a los bonos. “Igual si lo dejás unos dias en cualquier especie queda más disimulado. Algunos, entonces, prefieren hacerlo en acciones, con Tenaris, Galicia,Petrobras y con Cedear”, revela un agente bursátil.
A las escondidas
De todas formas, el consenso de las sociedades de bolsa está operando el título que mejor les cierra en la cotización. En realidad, es prácticamente imposible esconderse del Gobierno, dado que no importa con qué instrumento se opere. El hecho que después se los transfiera al exterior por Euroclear hace que tenga implícito que esta última operación es con el fin de liquidarla en el extranjero.
En efecto, últimamente el volumen de acciones es de $ 100 millones diarios y sólo el 25% se usa para el conti con liqui, o sea u$s 2 millones, mientras otros u$s 6 millones son por bonos. Sucede que, a las restricciones existentes, hay que agregagarle los topes de monto asignados por el mercado a cada agente (para operar con todos sus clientes), que son significativamente menores que antes.
Ese tope hace que si un agente tiene un cliente que opera montos importantes (como un fondo común de inversión), le deja mejor margen para operar con los demás. El cupo total está relacionado directamente con la responsabilidad patrimonial computable de cada firma bursátil, y va de un mínimo de $ 25 millones a un máximo de $ 400 millones. El volumen es todavía bajísimo, pero está comenzando a mutar la forma de operar.
“Hoy hay muy pocos agentes que se animen a girarte un palo (u$s 1 millón) de golpe: no llegan a la decena. Te piden una semana. De todas formas, la demanda no es grande por cuestiones estacionales”, comenta un avezado operador.
Ocurre que la mayoría de las empresas estadounidenses e inglesas cierran el año contable en octubre o abril. Por lo que de noviembre a fin de febrero tienen muy pocos incentivos para girar plata al exterior. De todos modos, se liquida escalonadamente para no llamar la atención del regulador. Un dato que llama la atención es que el volumen que se está negociando en Cedear como porcentaje del total de los últimos cinco días es el mayor desde fines de diciembre.
Otra novedad en el mercado es que las escribanías amigas de los agentes vuelven a armar los pooles de prestanombres para girar la caja negra de las empresas: juntan clientes en blanco que puedan girar u$s 50.000 y les ofrecen el negocio, donde se gana entre 5% y 10% por pase. “Es más riesgo, pero más rápido y mejor negocio que las hipotecas, que están muertas de hambre”, indican en la City porteña.
Fuente: cronista.com.ar