03 JUL 2015 – La temporada invernal 2015 debutó con ola polar y cortes de gas para más de 300 industrias. En algunos barrios porteños y del conurbano se sucedieron las protestas de vecinos por cortes de luz, que muchos ya habían sufrido durante el verano. Trenes, colectivos y subtes que se retrasan y donde se viaja hacinado completan un panorama que vuelve irascibles a los usuarios. Con una economía que intenta sostenerse en base al consumo, el escenario no es el más feliz para plantear un “sinceramiento tarifario”, sobre todo a pocos meses de las elecciones.
Entretanto, el Estado invierte cada vez en más en subsidios, hasta alcanzar más de 4 puntos del PBI (según FIEL y la Consultora Bein), unos $ 178.000 millones anuales, que no se han reflejado en inversiones ni mejora de los servicios.
“Hay una correlación positiva entre el crecimiento económico y la demanda de energía”, apunta Fernando Navajas, economista jefe de FIEL. “Si la producción y el consumo crecen, la demanda energética también. Y si no se asegura su abstecimiento, esto se transforma en un lastre para la economía”, advierte en su informe titulado “Energía en Argentina: desafíos políticos, técnicos y económicos 2016-2019”.
Sin embargo, como destaca un informe de la Auditoría General de la Nación (AGN), “desde la salida de la convertibilidad, en 2002, el Estado no ha tenido un plan para abordar una demanda de energía creciente, y se limitó a distribuir subsidios, en un intento por compensar los retrasos tarifarios, la inflación y la falta de inversión”.
“Esto fomentó un uso poco racional de los recursos energéticos y la absorción de recursos fiscales crecientes. Mientras que en 2002 los subsidios representaban menos del 1% del gasto público total, para 2013 ya habían superado el 13%”, destaca Leandro Despouy, Auditor General de la Nación.
Diferentes estudios económicos señalan que, en promedio, las tarifas tienen un atraso del 600 % en el caso de la energía, y un 200% en el transporte. Sin embargo, antes de revistarlas “hay que tener en cuenta que su virtual congelamiento tuvo una razón de ser, en 2003, cuando se decidió no dolarizarlas porque su impacto en el bolsillo de la gente hubiese sido terrible”, advierte Agustín D’Attellis, economista de La Gran Makro, cercano al candidato a gobernador bonaerense Julián Dominguez.
“Salvo algunos ajustes en agua y gas, las tarifas se mantuvieron fijas y el Estado comenzó a subsidiarlas, pero con el tiempo este esquema se volvió regresivo porque la estructura social cambió, y hoy un sector de clase media recibe subsidios que ya no necesita”, opina D’Attellis.
“Previo a revisar tarifas y subsidios habría que investigar cómo Argentina pasó de ser exportadora de energía a importadora neta”, dice Aldo Pignanelli. “Hasta el 2010 teníamos entre u$s 4.000 y 5.000 millones de superávit energético, y hoy tenemos u$s 6.000 millones de déficit. Si la Argentina recuperara su soberanía energética, se podría resolver la mitad del cepo”, afirma el economista que asesora al Frente Renovador.-
/fuente: cronista.com.ar