14 ENE 2015.- Simples, rápidas y seguras. Así son las compras que permiten realizar las más de 30 millones de tarjetas de débito que se utilizan en el país. Pero en la Costa, los turistas casi no están pudiendo disfrutar de ese avance tecnológico, ni beneficiarse con el 4,13% de reintegro con el que se premian esas operaciones. Porque este verano, en las ciudades balnearias, casi todos los comercios sólo admiten pagos en billetes. Y conseguir ese efectivo se convirtió en un trámite muy engorroso, cuando no imposible.
El dato es contundente: más del 80% de los balnearios, paradores, bares y restoranes de la Costa no aceptan tarjetas, según un relevamiento difundido por la Agencia de Recaudación de la Provincia (ARBA). El organismo, además, estimó que 6 de cada 10 comercios de todos los rubros se manejan en cash únicamente, En este contexto, “sólo pago en efectivo” va camino a convertirse en una de las frases del verano.
¿Cuál es el problema? Que en plena temporada, y tras un 2014 de muy alta inflación, esto genera una demanda de billetes tan grande que excede la capacidad de los cajeros instalados en los principales centros de veraneo. Entonces, muchas máquinas se quedan sin dinero, en otras se forman largas colas a toda hora y hay turistas que -sin billetes en los bolsillos- deben gastar tiempo de sus vacaciones en recorrer negocios hasta encontrar uno donde puedan “tarjetear”.
Todo esto es fácil de advertir en las calles de Mar del Plata. Con los días, los visitantes aprendieron que, para hacerse de efectivo, sólo queda ir al cajero en horario de playa, entre chapuzón y chapuzón. Porque, si no, tanto a la mañana como a la noche, las colas exceden muy fácilmente la media cuadra. Y todo empeora los fines de semana. El domingo pasado, por ejemplo, tres bancos de Güemes se habían quedado sin billetes y la gente conseguía extraer sólo al cuarto o quinto intento.
Según relevó Clarín, la aceptación de tarjetas queda en La Feliz limitada a las grandes cadenas de supermercados y a los restoranes líderes. Al que quiera comprar artículos playeros como ojotas o sombrillas sólo le valdrá el cash, igual que para comer o tomar algo en la playa. Otra figurita difícil, incluso en buenos restoranes, es el ticket fiscal: allí imperan las comandas y las cuentitas informales.
En la más exclusiva Pinamar, el panorama encontrado fue similar. En general, negocios grandes y marcas de renombre admiten tarjetas, pero son los menos (y los más caros). También muchos hoteles y farmacias. Pero restoranes medianos o chicos, rotiserías, almacenes, maxiquioscos, heladerías, bazares, locales de recuerdos, lavaderos de ropa y hasta grandes inmobiliarias no admiten más que papel.
En algunos casos incluso tienen el “posnet” que les permitiría recibir los pagos con plásticos, pero lo habilitan sólo para montos grandes. En los videojuegos Center Play de Pinamar, por caso, donde cada ficha vale $ 5, el pago con débito es para compras desde $ 200. Y en el maxikiosco de Bunge y el mar, sólo puede “tarjetear” quien haga compras de más de $ 150.
“Entre 70 y 75% de los balnearios, restoranes y boliches rechaza las tarjetas. En la Costa son muy pocas las excepciones, y no sólo al comer afuera”, confirma Mercedes Morro, secretaria general de la seccional Mar del Plata de Uthgra, el gremio gastronómico. “Para la gente es un problema y una incomodidad porque los cajeros no dan abasto -suma-. Más allá de las colas, los fines de semana se quedan sin dinero y los turistas terminan yendo hasta barrios bien lejanos, donde sólo a veces consiguen”.
Aceptar tarjetas de débito es obligatorio para los locales, por orden de una serie de normas aprobadas en 2001: el decreto 1387/01 y la resolución general 1166/01 de la AFIP. Pero los comerciantes se resisten porque implica mayores costos y un blanqueo total de su actividad (ver aparte).
Iván Budassi, director de ARBA, opinó que pagar con tarjeta “es un derecho de los consumidores” y reveló que el organismo recibe quejas “en forma permanente” por la imposibilidad de hacerlo. Los reclamos también se leen en las redes sociales y llegan en estos días a las entidades de consumidores.
“Los negocios ponen todo tipo de excusas para no aceptar las tarjetas. Piden efectivo incluso para gastos grandes, como los de llenar el tanque de nafta. La gente se está quejando mucho”, indica Sandra González, titular de Adecua.
En los bancos de Shaw y Jason, donde se concentran los pocos cajeros de Pinamar, las filas exceden la media cuadra -y la media hora- en cada máquina a cualquier hora del día. Mariana, una madre porteña de Belgrano, le pone palabras al sentimiento común: “No lo puedo creer. El día está hermoso y yo acá me estoy comiendo esta cola. Me siento como en Buenos Aires”.
/ clarín.com.ar