La vida de Eduardo Javier Poliche se apagó a los 80 años. En los últimos 12 años debió luchar sin tregua contra una prolongada enfermedad, que fue minando su resistencia física y sus ganas de vivir. Pero deja una impronta personal perdurable y un ejemplo para la política de estos tiempos. Fue Presidente del C.G.C.E.T. desde 1979 al 1983 y a de la Federación Argentina de Graduados en Ciencias Económicas. Compartió con Raúl Alfonsín, no sólo los casi seis años de gestión presidencial, como Secretario de Desarrollo Regional, sino también la misma decencia y austeridad que muchos argentinos recién le reconocieron al ex Presidente en los últimos años de su vida.
En la reunión del día 04 de Noviembre el Honorable Consejo Directivo del C.G.C.E.T. guardó un minuto de silencio en su memoria y el Lic. Vicente navarro y el Cr. Oscar H. Fiorito recordó la gestión y los momentos compartidos en la labor profesional y su compromiso con el Colegio y la Profesión Contable.
Su partida se produce apenas dos días después de conmemorarse 31 años de aquella histórica jornada en la cual los argentinos elegían al líder radical para conducir los destinos de la Argentina, en la difícil transición democrática, que siguió a los oscuros años de la última dictadura militar. Poliche y Alfonsín compartían propósitos y objetivos desde la creación del MRyC (Movimiento de Renovación y Cambio), la herramienta política que le permitió al líder radical de Chascomús vencer en la interna al veterano Ricardo Balbín y asomar ante la sociedad argentina como la esperanza de transformación, que encarnó en la fórmula con el cordobés Víctor Martínez, triunfante en 1983 frente al binomio peronista Luder-Bitel
En la presentación de su primer Gabinete Nacional Alfonsín sorprendió con la creación de una flamante secretaría de Desarrollo Regional, que confió a su amigo tucumano “Lalo” Poliche, un economista preocupado por la postergación de las economías regionales y un cuadro técnico respetado en las filas del radicalismo por sus estudios sobre esa realidad y sobre los avatares de la agroindustria azucarera, un tema que Poliche conocía como pocos. Alfonsín había confiado otra estratégica secretaría, la de Comercio, a otro tucumano, Ricardo Campero, uno de los técnicos del núcleo duro del alfonsinismo, que había salido tempranamente a propagar a los cuatro vientos que la esperanza de la Argentina posdictadura era precisamente Alfonsín.
Poliche egresado de la Comercio 1 y formado en las recetas progresistas del tucumano Raúl Prebisch, figura rutilante de la CEPAL ( Comisión Económicas para América Latina), había tenido también una interesante militancia profesional que lo llevó a ser uno de los primeros presidentes del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas y luego titular de la Federación de Graduados en Ciencias Económicas. La gestión profesional y su inserción en las filas del radicalismo, no le impidió tener un activo protagonismo en las entidades del deporte motor, otra de sus pasiones. Siendo jóvenes, con su hermano Miguel, comenzaron a frecuentar la Asociación Deportiva Automotores (ADA), la primera organización de la provincia dedicada al automovilismo. Después intervinieron en la fundación del Club Tucumano de Regularidad, la Asociación Tucumana de Automóviles Standard y el Club El Lapacho. La disciplina atravesaba por aquellos tiempos un período de inédito esplendor.
Hace cuatro años, la Legislatura Provincial, le tributó un merecido homenaje por “su aporte intelectual y profesional a la provincia y a la región” .Desde la tribuna escuchó los discursos de las diferentes bancadas que ponderaron su militancia política en el radicalismo, su aporte a la industria azucarera tucumana y su compromiso con la vida pública de la provincia.
Fue uno de los tres funcionarios nacionales que acompañaron la gestión de Alfonsín desde el primer día hasta su anticipada renuncia el 12 de junio de 1989. Los otros dos consecuentes alfonsinistas fueron Dante Caputo y el ex vocero presidencial José Ignacio López. La actividad azucarera le debe la implementación de la maquila, que fue uno de los logros más importantes para defender la producción cañera y equilibrar los ingresos del sector. Con el mismo fervor que encaró también el fortalecimiento de otras economías regionales, como la viñatera o la yerbatera, Poliche cuestionó en los últimos años el manejo discrecional de los fondos públicos en beneficio de las áreas centrales del territorio nacional.
Decía que el 72% es para la región central ( 18 mil millones) y sólo el 28% irá a la periferia (7.200 millones). Estas afirmaciones las dejó plasmadas en el libro que editó la UNT. Poliche ya advertía que de este modo se acrecentaría la brecha econòmica que exsiste entre el centro y la periferia de la Argentina. Antes había publicado en el 2001 en su libre “De la periferia al Centro, un modelo para armar en la Economía Argentina” donde demostraba que el 79% del Producto Bruto era en el año 1970 para la región central, contra el 31% para el resto de los distritos.
Poliche sostuvo que en estos últimos asuntos “para los atribulados habitantes del norte únicamente se incluyen las obras de transmisión eléctrica de alta tensión desde Yaciretá a Tucumán y que cabría preguntar sobre el FFCC Belgrano cuya reactivación se anuncia desde hace tres años sin que se haya concretado nada. Esa reactivación favorecería a más de diez provincias dentro de ellas a las que más necesitan de políticas promocionales que ayuden a emerger de los marasmos, situaciones de enorme rezago y retraso en que se encuentran sumidas.
En los últimos años ejercía como profesor visitante en la UBA y también era convocado por la UNT y por el Congreso Nacional para brindar asesoramiento en los temas que fueron su gran pasión: las economías regionales y una gestión pública con mayor equilibrio hacia las zonas postergadas del país.
Pese a su gran pasión por los fierros, cuando dejó el cargo de la Casa Rosada debió vender su viejo y glorioso Peugeot 504 porque había terminado la función pública más pobre de lo que había ingresado. Un insólito caso para estos tiempos, en los que ocurre precisamente lo contrario. Por ello duele desde muchos planos su partida: porque pierden los círculos universitarios un investigador económico notable, el radicalismo un dirigente de raza, sin dobleces ni componendas, la sociedad un ciudadano de conducta intachable y la política un ejemplo de austeridad y decencia para estos tiempos, en los cuales la discrecionalidad de poder y el enriquecimiento vertiginoso desde cargos encumbrados, sumieron en un triste desprestigio el rol de los administradores públicos, tanto en el país como en esta atribulada provincia.