El discurso, de la ahora “oposición electa”, en la pasada campaña electoral fue el de “no volver al pasado”. Un alto porcentaje del electorado, impulsado sobre todo por la actual situación económica, le dijo Sí a los 12 años del Kirchnerismo. Pero existe un porcentaje similar que, a pesar de esos problemas, le dijo No.
El nuevo Presidente Electo está acompañado de sectores que fueron muy críticos, al igual que él, de muchas de las decisiones y políticas institucionales del gobierno de Cristina Fernández. A partir del 10 de diciembre muchos argentinos no quieren que se cometan los mismos errores del pasado. Entre ellos, la corrupción llevó a varios funcionarios a ser encarcelados. El gobierno actual no es una excepción en esa materia, ya que resulta muy cuestionado en el tratamiento del tema del Correo Argentino, los aportes de campaña, del blanqueo que habilitó el procedimiento a familiares de funcionarios y los parques eólicos adjudicados sin un proceso licitatorio claro, entre otros temas.
La transparencia y la tolerancia cero a los hechos de corrupción es el primer reclamo de ese porcentaje, que no entiende el enriquecimiento extraordinario, de algunos ex funcionarios o miembros de organizaciones sociales.
La seguridad sin duda será el segundo reclamo, algo en lo que tampoco hizo pie el actual gobierno, con un sistema carcelario colapsado y causas que no avanzan. La educación también será una materia de reclamo, para que nadie tenga que volver a decir que “los chicos tienen la desgracia de caer en la educación pública”, una frase desafortunada, pero que tiene mucho de cierto cuando se ve las diferencias estructurales con la privada, que increíblemente aumenta sus costos a pesar de las altas subvenciones.
Pero entre todos los reclamos existe algo que es fundamental para entender el enojo de ese sector de la sociedad con los 12 años de Kirchnerismo, sintieron que hubo una falta de respeto. Los aplaudidores de turno no fueron capaces, de mencionar que existían elementos en el discurso que no aportaban absolutamente nada a mejorar el ánimo social y los que lo hicieron se fueron como el presidente electo. Frases como: “Se come con seis pesos”, “Estamos mejor que Alemania”, “No se mide la pobreza porque es estigmatizar a los pobres”, “La diabetes es una enfermedad de ricos” o que “Los docentes trabajan cuatro horas y descansan tres meses”, son ejemplo de esto. Los argentinos necesitamos hechos concretos que nos lleven al desarrollo económico y no solo continuar escuchando frases irreales como: “Pobreza cero”, “La inflación es lo más sencillo de solucionar”, etc. que oímos más recientemente.
Más allá de los colores políticos, existe un entendimiento de que no serían medidas afortunadas volver a dejar de medir con el INDEC, dilapidar subsidios, tener un sistema energético colapsado, no apostar a las energías renovables o tomar medidas que nos marginen a nivel global. Si todos estos errores se cometen nuevamente Argentina seguirá dejando pasar oportunidades de crecer, de tener una mejor calidad institucional y el peligro que nos alcance a nosotros también crisis como las de Chile y Ecuador. El primer paso de un traspaso ordenado está dado, ojalá sea el punto de partida.