El clima sigue caliente en Brasil: las manifestaciones se repiten en distintas ciudades y mantienen en estado de alerta al gobierno de Dilma Roussef. Hay miedo especialmente para el miércoles en Belo Horizonte porque se espera una protesta con 100.000 personas antes de que Brasil enfrente a Uruguay desde las 16 por la primera semi de la Copa Confederaciones. La Policía solicita la suspensión del partido argumentando que no puede garantizar la seguridad de tanta gente.
Desde el Ministerio Público exigieron “garantías de seguridad” para los manifestantes que salgan a protestar. Quieren evitar incidentes después de que el coronel Marcio Martins Santana reconociera que “el combate va a ser inevitable” si pretenden llegar hasta las puertas del Mineirao como hicieron en otros estadios donde se juega la Copa. El domingo lograron frenar a 60.000 personas cuando se jugaba México-Japón en la misma ciudad. Ahora pinta más complicado el tema. Y el equipo de Luiz Felipe Scolari queda en el medio…