El problema es que intenta paliar esas bajas con más petróleo, con lo que contribuye aacelerar el descenso del oro negro, en una espiral que se ve agravado por los serios problemas económicos y financieros que ya arrastra el país.
Este cóctel es el que vuelve a golpear este martes a los activos rusos. El índice bursátil RTS ha cedido un 2%, hasta los 746,4 puntos, y ya acumula una caída del 5,5% en lo que va de 2015. En cuanto al rublo, ha vuelto a empequeñecerse. El euro se ha apreciado un 1,86%, hasta los 74,2 rublos, y el dólar ha subido un 0,9%, hasta los 62,1 rublos.
El castigo se proyecta también sobre la deuda pública rusa. Las ventas -con el consiguiente repunte de los rendimientos, que suben cuando el precio de los títulos baja- provocan que larentabilidad de las letras a un año haya escalado del 13,6 al 14,9%, mientras que el interés de los bonos a 10 años ha saltado del 13,1 al 13,9%.
Estos niveles reflejan la elevada inquietud que el mercado tiene ahora con respecto a lasituación financiera de Rusia, una sensación que se observa igualmente en los seguros de crédito (CDS) para protegerse de un posible impago de la deuda. Los CDS rusos a cinco años suben este martes hasta los 360 puntos básicos, el nivel más alto desde 2009.
Temor por el “efecto vodka”
A pesar de las distancias y las grandes diferencias culturales, no deja de haber cierto aire familiar en la situación que se vive en Rusia.
El “modelo” que había posibilitado el crecimiento de los últimos años empieza a hacer agua ante la drástica caída de las materias primas, la gente se asusta y comienza a escapar de los activos nominados en la moneda nacional, y el presidente dice que todo es culpa de los especuladores que quieren causar una desestabilización política, instigados por el gobierno estadounidense.
Al final, parece que entre Cristina Kirchner y Vladimir Putin existen más puntos de coincidencia que su común aversión por el establishment financiero y el gusto por el nuevo canal televisivo “Russia Today”.
Lo que todavía no está claro es si, en el actual clima económico -enrarecido a nivel global- ambos compartirán la desgracia de quedar del lado de los perdedores.
Es que en momentos de incertidumbre es cuando se produce lo que los analistas llaman “flight to quality”, el fenómeno por el cual los inversores huyen masivamente de los mercados emergentes para ir en busca de aquellos activos seguros vistos como refugio.
Mal recuerdo
Los inversores a nivel global salen en forma masiva del rublo y van al dólar.
La Argentina, junto con sus vecinos de la región, corre el riesgo de ser arrastrada en esa marea.
Ese es, al menos, el temor que ven quienes recuerdan el antecedente histórico de 1998, cuando una profunda crisis financiera en Rusia fue el inicio de un “efecto dominó” que provocó, a su paso, devaluaciones en varios países, incluyendo Brasil en 1999 y, finalmente, la gran debacle argentina de 2001.
La historia no se repite, sostienen algunos académicos, pero lo cierto es que hay circunstancias en que se parece bastante.
¿Será esta crisis del rublo una reedición de la de 1998 y, por lo tanto, terminará afectando a la economía argentina?
Por lo pronto, hay síntomas preocupantes, como la tendencia devaluatoria que vienen mostrando el peso mexicano y el real brasileño.
Mientras todo esto sucede en el mundo, el Gobierno argentino se mantiene firme en su cuasi-cambio fijo a $8,51 por dólar.
“Lo que está pasando en Rusia es una tormenta perfecta, y su situación va a ser muy crítica. Por cierto, el movimiento de salida de capitales de nuestra región es algo que ya estamos viendo“, afirma el ex ministro de Economía Ricardo López Murphy.
De todas formas, cree que el contexto histórico es menos grave que el de 1998: “En aquel momento teníamos el antecedente de la crisis asiática, que llevó a la fuerte caída de materias primas que derrumbó a Rusia y que luego se expandió a Brasil. Finalmente, nos llevó puestos a nosotros”.
“Hay elementos en común, por la caída del precio del petróleo, si bien la diferencia es que hoy existen políticas monetarias mucho más expansivas”, agrega.
En la misma línea, la analista Diana Mondino, docente de la Ucema, marca algunos atenuantes respecto del momento actual. Recuerda que en 1998, Rusia no sólo devaluó, sino que además cayó en default.
“Ahora tiene muchas reservas, aunque también un gran volumen de deuda. Han subido la tasa de interés para impulsar a los inversores a quedarse en el rublo, pero no me extrañaría que introdujera controles de cambio, incluyendo algún cepo al estilo argentino“, argumenta.
A la hora de buscar diferencias, lo que apuntan los expertos es que mientras que en aquella ocasión el principal problema era financiero, ahora hay un fuerte componente geopolítico.
Para Luis Palma Cané, economista especializado en mercados internacionales, el origen de la crisis puede rastrearse en la política expansionista del presidente Putin, que lo llevó a intervenir en Ucrania, buscando la anexión de Crimea.
“Antes de que se diera la caída petrolera, ahí ya había comenzado un movimiento de salida de capitales que empezó a presionar al rublo”, apunta.
De hecho, es materia de debate si el abrupto bajón en el precio del petróleo fue decidido unilateralmente por Arabia Saudita para perjudicar la explotación del “shale oil” estadounidense. Son varios expertos los que sostienen que, en realidad, fue una medida adoptada de común acuerdo con la administración Obama como parte de un castigo a Rusia.
¿Se viene el efecto contagio?
Más allá de cuál sea la verdadera naturaleza de la crisis rusa, lo que en este momento genera temores en el mercado local es si puede tener capacidad para generar un efecto contagio sobre los emergentes.
“No nos olvidemos que el colapso de la economía rusa y disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se dio a finales de los 80 luego de una gran baja del petróleo“, recuerda el consultor Salvador Di Stefano.
“La caída del oro negro dejó marcado al mundo con cambios estructurales únicos, y esta vez no dejará de hacerlo”, completa.
Para peor, hay expertos que consideran que el bajón en el precio del petróleo lejos está de ser pasajero. De manera que, por más que el contexto de la crisis rusa ahora sea menos grave que el de 1998, esto no significa que la región latinoamericana se encuentre blindada.
“En realidad, lo de Rusia y las devaluaciones en México y Brasil son todos fenómenos vinculados. El problema de fondo es que hay un realineamiento con el dólar, ante la evidencia de que se había generado una exagerada expectativa de crecimiento”, observa López Murphy.
Para este economista, el precio del crudo se encontraba sobredimensionado, de manera injustificada, a la espera de un alto nivel de demanda que finalmente no ocurrió.
“Había una sobre-inversión en petróleo, y esto que estamos viendo ahora es parte de un cambio estructural en el mercado de las materias primas“, subraya.
El riesgo de un default ruso
Los analistas locales miran con preocupación extrema lo que ocurre en estos días en Rusia para determinar qué tan grave puede ser el daño para la Argentina.
“Si ese país llegara a caer en default, entonces empezaría un efecto dominó con la deuda privada y soberana, que afectaría primero a los bancos europeos, que tienen mucho dinero prestado allí. Así como en el 98 hubo una sucesión de devaluaciones, ahora las consecuencias podrían darse por pérdidas financieras”, apunta Palma Cané.
Este analista se muestra escéptico respecto de un salvataje financiero por parte de Occidente, dada la radicalización política que ha mostrado Putin.
En ese contexto, los países emergentes sufrirían no sólo por la caída de las materias primas sino además por la salida de capitales, dado que se buscaría al dólar como refugio.
Para la Argentina, como así también para otras naciones, la situación rusa sólo puede significar malas noticias.
“Tenemos tres grandes mercados, Rusia, Brasil y Venezuela, que ahora están en serios problemas. Esto significa menos capacidad de ventas”, señala Diana Mondino.
El peso argentino, bajo mayor presión
Con este marco, el interrogante inevitable es qué tan fuerte podrá ser la presión para una devaluación del peso argentino, cuando todos sus vecinos mueven el tipo de cambio al ritmo del petróleo.
“Vamos a tener una fuerte presión. De hecho, ya la teníamos antes, y este tema la agrava. Si el Gobierno se empeña en evitar una devaluación por motivos políticos, entonces deberá afrontar el costo de una recesión más profunda y una pérdida de reservas del Banco Central”, anticipa López Murphy.
En la misma línea, Palma Cané cree que la Argentina puede estar más vulnerable que sus vecinos: “Nuestro tipo de cambio ya estaba sobrevaluado, y con todo esto queda expuesto a una mayor presión por el gran desajuste que se puede generar entre las distintas monedas”.
Los analistas creen es que, si bien las noticias que llegan desde Rusia son preocupantes, la Argentina ya tenía méritos propios como para temer la ocurrencia de desajustes económicos.
En otras palabras, que aun sin crisis petrolera ni “efecto vodka” a la vista, la eventualidad de un ajuste y una devaluación aparecía como inevitable.
“Es cierto que la devaluación del real brasileño puede complicar las cosas, pero la Argentina ya tiene una crisis propia“, argumenta Carlos Rodríguez, rector de la Ucema, quien identifica al cepo cambiario como principal responsable.
Por lo pronto, habrá que acostumbrarse a que las noticias de la lejana Rusia empiecen a ser leídas y comentadas como si se tratara de información económica local.
Fuente: IProfesional