Hay 29 públicas en la ciudad y miles de lectores acuden todos los días; cómo se adaptan a la era digital
09 de Agosto de 2017. “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”, dicen que dijo alguna vez Jorge Luis Borges y hoy, al menos en la ciudad donde nació, las sucursales de esos sitios robustecidos con libros son varias, muy frecuentadas y resisten incólumes la era digital donde se presume que la lectura se mide en cantidad de caracteres.
Por ejemplo, la Nacional que Borges dirigió alguna vez recibe hoy un promedio de 750 lectores por día y la del Congreso de la Nación más de 80.000 usuarios por mes. A las 29 bibliotecas públicas que dependen del gobierno porteño ya acudieron más de 43 mil personas en lo que va del año y unos 62 millones de usuarios buscaron libros en 954 de la red de Comisión Nacional de Bibliotecas Populares en 2016.
Pero esto no es todo: muchas de las Academias Nacionales (cuyo listado puede consultarse aquí) tienen material específico para la consulta abierta al público y la Universidad de Buenos Aires unas 60 dependencias que integran el Sistema de Bibliotecas y de Información que incluyen las 13 centrales de cada Facultad; las del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini; del Hospital de Clínicas; del Ciclo Básico Común; del SISBI y de institutos, departamentos y centros.
Todas son de acceso libre y gratuito -con pequeñas y específicas restricciones- y tienen amplios horarios, de manera que no hay excusas para no visitar esos lugares que hacían tan feliz al autor de La Biblioteca de Babel entre otros tantos cuentos que le pusieron el acento argentino a la literatura universal.
La primera
Una recorrida imaginaria podría arrancar por la Biblioteca Nacional, fundada por Mariano Moreno al calor de la Revolución de Mayo, en septiembre de 1810, cuya actual sede -ese edificio proyectado por el gran Clorindo Testa en las barrancas recoletas de Agüero y Del Libertador- tiene varias salas (la general de lectura, la parlante y la hemeroteca, por ejemplo) con un horario de atención amplio que en algunos casos incluye sábados y domingos. El promedio de 750 lectores que visita a diario puede ser muy superior en algunos meses como mayo, junio o noviembre.
La Biblioteca Nacional será declarada Monumento Nacional. Foto: LA NACION / Soledad Aznarez
El catálogo es accesible desde la web y el ingreso presencial es libre y gratuito. Además de libros en papel y digitalizados, se pueden consultar grandes archivos y colecciones particulares y más de un millón de libros, varios millones de publicaciones periódicas, folletos y materiales especiales, cartográficos, fotográficos, audiovisuales, tiflológicos, archivísticos, electrónicos y digitales.
Cada rincón del acervo es una nota en sí misma. Sólo el Tesoro está conformado por colecciones de personalidades como José de San Martín, Borges, Manuel Mujica Láinez, Alejandra Pizarnik o David Viñas, entre muchos otros; además de documentos antiguos, incunables y obras del siglo XVIII y XIX. Hay archivos de empresas periodísticas como Editorial Sarmiento (que publicaba el diario Crónica, entre otros) y la revista Qué Sucedió y otras perlas que maravillan a silenciosos curiosos e investigadores.
En un palacio
La Biblioteca Nacional de Maestros funciona dentro del centenario Palacio Sarmiento o Pizzurno, sede del Ministerio de Educación de la Nación. Allí también existe un amplio abanico de servicios y productos en un horario extenso y para todo público. Lo visita un promedio de 200 personas, entre las que predominan estudiantes universitarios y terciarios de formación docente. Dispone de una sala de lectura y otra para investigadores; una mediateca; una hemeroteca educativa (hay más de 1.500 títulos de publicaciones periódicas relacionadas con Educación) y funciona el Centro Nacional de Información y Documentación Educativa (Cenide). Pero además ofrece un servicio de atención remota que atiende unas 16 mil consultas diarias por teléfono, correo electrónico y la web.
Biblioteca del Palacio Pizzurno. Foto: LA NACION / Ignacio Sánchez
En la sala Americana, reservada para la investigación pero de consulta pública, se puede acceder a colecciones históricas de educación: textos editados en otros países; primeras producciones “nativas”, a partir del 1800 y en sala del Tesoro, un espacio restringido que alberga el fondo antiguo, una colección conformada a lo largo de más de un siglo, con obras raras y valiosas editadas con anterioridad a 1810, así como la colección personal del escritor Leopoldo Lugones, director de este espacio entre 1915 a 1938.
La noctámbula
La Biblioteca del Congreso de la Nación -que tiene tres sedes, todas de acceso público, gratuito e irrestricto- es quizás la que tiene un mayor horario de atención. En Hipólito Yrigoyen 1750 hay una sala pública de lectura que funciona de lunes a viernes de 8 a 24 y sábados y domingos de 10 a 20. En Alsina 1835 funciona sin interrupción la Hemeroteca Diarios desde las 7 del lunes hasta las 20 del sábado y los domingos de 10 a 20; mientras que la sala de Microfilms, de lunes a viernes de 8 a 17. En el palacio legislativo está el sector de Colecciones Especiales para investigadores con acreditación previa.
Los registros hablan de más de 80.000 usuarios por mes conformado por estudiantes, niños (hay una sala específica), investigadores, escuelas, adultos mayores, asesores legislativos y público en general. Los títulos más consultados pertenecen principalmente al campo del Derecho y la Filosofía y se destacan Vigilar y Castigar, de Michel Foucault; Procedimiento Administrativo, de Guido Santiago Tawil; Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de Pablo Lanser; Interpretación y Aplicación de Código Civil y Comercial; de Amos A. Grajales y Nicolás Negri y los dos tomos del Código Civil de la Nación, entre otros.
El inventario no es menos monumental que otros. Unas 600.000 piezas, entre libros, folletos, cds, dvds, microfichas, microfilms, manuscritos, materiales de organismos internacionales, etcétera. Su hemeroteca cuenta con más de tres millones y medio de ejemplares de periódicos y más de un millón de revistas, algunos de gran valor histórico, como por ejemplo el diario El Nacional, fundado por Vélez Sarsfield en 1852, ejemplares del diario La Prensa desde su creación en 1869; de LA NACION desde sus inicios en 1870 y Clarín desde su fundación en 1945. El catálogo también está online.
Bien porteña
Tal vez no sea tan conocida la biblioteca que funciona en la Legislatura porteñapara todo público de lunes a viernes de 10 a 20 y con algunas curiosidades. Por lo general es visitada por historiadores, asesores de diputados, docentes y alumnos que investigan la historia porteña; la legislación; el desarrollo institucional y crecimiento urbano; las estadísticas demográficas; nomenclatura urbana y los espacios verdes de la ciudad. El ambiente suele ser más tranquilo y de hecho la visitan entre 20 y 40 personas por día.
El acervo de la biblioteca es de más de 37 mil títulos, principalmente libros, revistas, folletos, fotografías, partituras de tango y algunos planos. El llamado Archivo Tesoro reúne obras escritas entre 1653 y 1890, sobre la historia de la ciudad, Leyes de Indias, Censos, Acuerdos del Extinguido Cabildo y Memorias Municipales, entre otros. También hay un archivo sobre peronismo -en este palacio funcionó la Secretaría de Trabajo y Previsión y la Fundación de Ayuda Social Eva Perón- y otro sobre tango con más de 300 partituras y algunas obras biográficas de intérpretes y autores. El catálogo general de la biblioteca se puede consultar desde la web.
La del Colegio
La última parada de este recorrido arbitrario es la biblioteca del Colegio Nacional de Buenos Aires, nacida junto a la institución en marzo de 1863. Hoy funciona en el edificio de Bolívar 263 de 8.00 a 21.15, con un acceso amplio para alumnas, alumnos, docentes, no docentes y directivos, pero con autorización previa de las autoridades para el público en general por tratarse de una institución educativa a la que asisten menores de edad.
Biblioteca del Colegio Nacional de Buenos Aires. Foto: Ignacio Sánchez
Todo el material que la biblioteca tiene -unos 130.000 volúmenes- se encuentra a disposición para ser consultado.
Podría decirse que sólo el recinto -22 metros de largo, por once de ancho, y 12 de alto, ubicado en el primer piso- merece una visita y de hecho fue escenario de rodaje de películas y publicidades. Las estanterías de madera que se levantan desde el suelo y hasta el techo rodean la sala de lectura dotada de amplias mesas de madera que conforman las 72 salas de lectura con separaciones en vidrio.
Por supuesto que las bibliotecas no son patrimonio exclusivo de la ciudad de Buenos Aires. De hecho la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares tiene una amplia red en todo el país que visitan millones de personas a lo largo del año.
Fuente: /lanacion.com